Elisa limpió sus manos ensangrentadas con la misma frialdad con la que te quitas de encima unas motas de polvo. Había sido un buen golpe. Después cogió su viejo volks y se dirigió hacia el Parque del Oeste. Los demás chicos ya la estaban esperando, subieron al coche. Una vez allí intentaron repartir el botín pero, como Elisa había vislumbrado meses atras mientras preparaban el plan, había demasiadas bocas y muy poca tela que cortar.
Así que,sin apenas parpadear, saco la 44 del bolsillo y disparó a la cabeza de su copiloto. A continuación frenó en seco y ordenó al resto de ocupantes que metieran el cuerpo en el maletero. El que tenga dudas -dijo - puede ocupar su asiento.
En ese mismo instante al otro lado de la ciudad, yo coronaba mi carrera logrando el título intercontinetal de boxeo en una velada contra el púgil de color Kid Calavera.
Como ocurría cada vez que acababa un combate telefoneé a mi hermano para contarle que todo había salido bien, pero esta vez nadie contestó.
3 comentarios:
Prometeme que vas a seguir contando la historia hasta el final!!!!!!!Un beso.Laura.
Eso eso, no nos dejes con la miel en los labios.
¡Toma ya! Esta historia va creciendo por momentos, a ver que pasa en la segunda entrega.
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