martes, enero 31, 2012

lunes, enero 30, 2012

A day in the life

Tal día como hoy, hace 43 años, The Beatles tocaban juntos por última vez. Las imágenes, que ya son patrimonio de la cultura popular, de los 4 de LIverpool tocando en el tejado de sus estudios se verán hoy por todo el mundo. Mejor eso que ver a Mariano...

En el ángulo muerto Vol. 132



Recuerdos de la calle

Rafael había pasado todo el día pensando en el hombre que le había sorprendido espiándole, la mirada cuajada de azul y capilares rojizos se había grabado en su mente. Así que no podía reparar en nada más que no fuese ese hombre tristemente resguardado del frío invierno. Durante las clases le habían llamado la atención en numerosas ocasiones, se veía que sus ensoñaciones no eran bien recibidas en el falso y encorsetado ambiente del instituto. Estaba convencido de que sus profesores, por lo menos aquellos que no le conocían demasiado, creían que era un chaval un tanto lento. Por decirlo de forma amable. Uno de los que van atravesando las distintas etapas sin pena ni gloria para después acabar enclaustrado en un trabajo anodino. Para él, eso era precisamente lo que había pasado con aquellas personas que no cesaban de recriminarle su falta de atención pues consideraba patente la falta de brillo y la mediocridad en la que navegaban esos estrechos educadores. Recordó de nuevo al sujeto que había visto entre cartones oliendo a orín, seguro de que si se había leído la mitad de libros y revistas que tenía protegiéndole ya tendría más cultura de muchos de los adultos que le rodeaban.
A la salida del centro, a la hora de la comida, decidió volver de nuevo por la zona en la que vivía precariamente el vagabundo. Tenía demasiada curiosidad como para dejarse vencer por el temor indeterminado que le provocaba la presencia de ese tipo, iría con precaución y procurando esconderse entre la manada de adolescentes que pasaba por ese lugar junto a él y echaría un vistazo para saciar su curiosidad. Algo le llamaba la atención, no sabría determinarlo con exactitud pero era una especie de magnetismo irrefrenable que le invitaba a volver por el mismo camino que había recorrido por la mañana.
Aunque tenía claro que difícilmente el hombre habría reparado en él, prefirió camuflarse entre el alboroto que los jóvenes provocaban a su paso y hacer bulto en algún grupo numeroso que le permitiese pasar desapercibido. Cuando estaba acercándose al pasadizo, al frío e inhóspito corredor donde siempre parecía soplar el viento, su corazón se aceleró y comenzó a sudar por la espalda. La humedad que se acumuló provocó que comenzase a enfriarse, parecía estar viajando a algún lugar recóndito y salvaje en el que su vida se encontrase en peligro. Recapacitó unos instantes y, mientras caminaba, comenzó a rechazar lo que ya se le estaba antojando como estúpidas ideas fruto de su mente juvenil. Sabía que no tenía nada que temer, que ese hombre probablemente estaría dedicándose a buscarse la vida, a procurarse alimento para pasar otro día más sin hogar a la intemperie. Sin embargo, cuando le vio, no pudo resistir el agitarse y ser presa de cierto pánico.
Se quedó alejado por una veintena de metros, a la entrada del pasillo que debía recorrer para llegar a su hogar. El resto de chicos continuó su marcha entre gritos sin reparar en el individuo que, sentado sobre una cesta de fruta de plástico, parecía seguir atento la lectura en la que estaba ocupado. Era una persona voluminosa y con un enorme torso que parecía no tener fin, vestía con innumerables capas de ropa y tenía una cabellera blanca rematada por una barba también canosa y descuidada que ocultaba sus rasgos. Estaba absorto, imbuido en el libro que sostenía con sus manos hinchadas y enrojecidas. La obra que aguantaba parecía algún clásico de edición lujosa pues estaba encuadernada vistosamente en cuero y detalles dorados, desde donde se encontraba Rafael no alcanzaba a vislumbrar cuál era el título y eso parecía empujarle a acercarse para averiguarlo. Dio unos tímidos pasos y alcanzó a leer la portada, era el Tratado sobre el entendimiento humano de John Locke. No tenía referencias de ese autor pero en algún lugar de su memoria parecía anidar algún recuerdo difuso sobre él, seguro que alguien le había hablado de él o había leído alguna reseña en alguna publicación de las que acostumbraba a consultar. El vagabundo no reparó en él, la actividad que le ocupaba parecía ser tan intensa que nada de lo que sucedía a su alrededor parecía importunarle. Rafael se detuvo un instante al lado del refugio y, después de sacar uno de sus libros de texto, lo puso en la cúspide de una de las pilas que había ordenado ese tipo. Después aceleró el paso y se alejó en dirección a su hogar.

Nacho Valdés

viernes, enero 27, 2012

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (44)


Alamedadosoulna es un grupazo en el sentido literal de la palabra. Lo forman diez músicos entre guitarras, bajo, bateria, voces,teclados, coros y sección de vientos. Si bien es cierto que no los conozco mucho si que de vez en cuando han sonado en casa. Lo que hoy os presento forma parte de una película que rodaron para regalar como bonus track de su último CD publicado. Para la ocasión echan mano del GRAN Muchachito.
PD.: Atención al homenaje que hacen a sus íntimos amigos Rubén y Leiva (ambos son del madrileño barrio de Alameda de Osuna) en el video-clip.

Las Partes Secretas (Vol. 4)

El peso visual siempre recae en sus ojos. Es por ellos por donde irremediablemente tienes que entrar hasta su cueva. El equilibrio, que reside en sus brazos, marca una dirección siempre directa hacia la luz.
La primera vez que dormí bajo su amparo tuve la sensación de estar en un tren que iba a descarrilar pero que finalmente recuperaba su posición y evitaba el desastre. Luego, la noche que dios nos abandonó, sentí que su libertad era capaz de despertar a mis sueños y llevarlos hacia algo más tangible y cercano. Día a día fue extrayendo de mí cosas que yo desconocía poseer. Las partes secretas, como un nudo deshilachado, fueron abriéndose y mostrándose en los lugares más improbables y sorprendentes.
Al final tenía tanta luz en vida que la noche desapareció por completo. Quedé bendecido, salvado e inmaculado aunque también expuesto para siempre al peso visual de sus ojos.
Una vez acomodado en esa confortable situación de mar en calma y con todos mis poderes en su nivel máximo tuve que enfrentarme de nuevo a la oscuridad. Ella, que quito las agujas a todos mis relojes, me suplicó que adelantara los suyos hasta que ya no pudiesen dar más cuerda. Se puso ante mí de rodillas y grito que ya no quería esperar más mañanas, ni sentarse a ver pasar las tardes. Que lo único que necesitaba era la noche más negra y larga.
Le concedí su deseo. La maté. Quemé su cuerpo mientras el mío se quedaba frío. Después de eso, el sol mostró su rayo verde y supe que una nueva vida comenzaba para mí. Empecé a visitar a más gente y a concederles todos sus deseos. La mayoría de ellos querían muertes violentas y trágicas pero algunos solo querían ser amados.
En cierto modo, todos ellos solo buscaban su equilibrio. Yo solo tuve que inclinar un poco la balanza.
El peso del alma hizo el resto.

martes, enero 24, 2012

Palabras usadas

Aprovechando la entrada número 900 de este nuestro humilde blog, doy cabida a uno de los más grandes de la historia del rock cuya corta trayectoria nos ha legado innumerables éxitos.
En esta ocasión el duelo es de gigantes: Inglaterra contra Estados Unidos, los Fab-Four versus Hendrix; la polémica está servida. La leyenda dice que este enorme guitarrista se presentó con su show en Londres tres días después de la edición del brutal Sgt. Pepper's Lonely Hearts Culb Band y, frente a Jagger, los de Liverpool y algunos artistas más, se marcó esta grandiosa versión que para mi gusto supera al original.
Juzguen ustedes.



lunes, enero 23, 2012

Busquen al Muchacho en... (Vol.1)

En el ángulo muerto Vol. 131



El tipo del pasadizo

Rafael hacía tiempo que pasaba por el mismo lugar. Exactamente, todos los días para ir al instituto en el que había ingresado no hacía tanto. A su edad el devenir transcurría de forma lenta y perezosa y se dilataba enormemente. Él estaba situado en ese incómodo lugar en el que su estatus social no estaba para nada definido. Más bien todo lo contrario, se había difuminado y diluido entre la enorme cantidad de estudiantes que poblaban ese centro público de la ciudad. Había pasado de ser de los mayores de su antiguo colegio a convertirse en uno más de los que procuraban pasar desapercibidos durante las clases y recreos aunque, por supuesto, tenía su pandilla de amigos y todo lo que pudiese desear para un adolescente de su edad. De todas maneras, no se trataba de lo que se consideraba un chaval normal pues lejos de pelearse todo el día con sus compañeros, jugar al fútbol como si no existiese nada más y pavonearse delante de sus compañeras, él era un apasionado de la lectura. Algo harto extraño entre la gente de su edad que se dedicaba a actividades más mundanas.
Se trataba de su obsesión, de su manía, lo que más deseaba aunque tuviese que llevarlo más o menos a escondidas pues no podía hablar de ese tipo de temas con los demás compañeros. Cuando estaba en público se intentaba integrar en las conversaciones mostrando las mismas maneras que los demás pero, independientemente de sus esfuerzos, todos sabían que se trataba de una impostura y de un torpe intento por ser como ellos. Sin embargo, era más o menos respetado y a nadie parecía importunarle demasiado que se dedicase a cosas tan extrañas para la gente de su edad como estar acompañado por una buena lectura mientras en la calle los demás chicos del barrio se dedicaban a trastear y buscar algo qué hacer para no estar en casa. A él le daba igual, normalmente siempre tenía algo interesante que leer y nunca había encontrado ninguna compañía que superase la de una buena obra literaria. Sentía cierta atracción hacia una chica pelirroja de su clase pues algo se removía en su interior cuando la veía, pero nunca había podido gozar de su compañía. Y, aunque no tenía el valor suficiente como para hablarle, sabía que ahí se podía encontrar eso todavía más grato que los relatos con los que llenaba su vida. Quizás, otro de los motivos por el que los demás le dejaban en paz fuese el hecho de sus notas no fuesen especialmente buenas pues, a pesar de que comprendía todo lo que leía y que redactaba casi con más rigor que sus profesores, nada de lo que le enseñaban le interesaba demasiado. Parecía como si todos aquellos pretenciosos conocimientos que debía dominar para hacerse un hombre de provecho, por lo menos es lo que decían en su casa y en instituto, le resbalasen y no llegasen a calar en su interior.
La vida de Rafael comenzó a cambiar el día en que pasó por aquel pasadizo que atravesaba todos los días para acudir a su jornada lectiva, el lugar por el que siempre pasaba y al que no prestaba mucha atención por estar casi siempre medio dormido. Sin embargo, esa mañana reparó en la figura que había en un lateral y que dormitaba acurrucada entre unos cartones. Lo primero que hizo que saliese de su ensoñación fue el fuerte olor a orín que provenía de ese hombre dormido y cubierto de cartones, parecía como si su ropa estuviese bañada por una enorme meada a la que habían dejado madurar al calor de ese cuerpo que se protegía precariamente del frío. A su alrededor había construido lo que parecía ser un parapeto formado por columnas de revistas y unos cuantos montones de libros. Eso fue lo que más despertó su curiosidad pues nunca había visto a nadie que se protegiese de los rigores invernales con pliegos de lectura, no tenía demasiado sentido. Se quedó unos instantes observando ese cuerpo recostado y del que provenían profundos suspiros, se preguntó cómo alguien podía llegar hasta una situación tan lamentable. Oscilaba por el peso de la mochila que llevaba a su espalda, era una pesada carga conformada por libros vacuos y carentes de significado. Pensó que quizás ese hombre pudiese hacer un mejor uso de esos libros de texto tan detestables, podrían servirles para levantar una mejor defensa contra las noches gélidas. Repentinamente, el hombre se dio la vuelta y le miró fijamente. Tenía unos profundos ojos azules que se clavaron en él, como si llevase un buen rato despierto esperando para sorprenderle. Rafael salió corriendo sin saber bien el motivo, realmente se había visto impresionado por ese vagabundo de barba blanca profusamente poblada.

Nacho Valdés

jueves, enero 19, 2012

Las Partes Secretas (Vol. 3)

Suele sentarse a esperar que al invierno no le queden asuntos pendientes con su alma, que día a día vaya desapareciendo la capa de nieve sobre el tejado, el vaho de las ventanas y la latente humedad de los huesos. Arrastra, dentro de él,  una infinita lucha contra la incapacidad de vivir y decidir por uno mismo. Tiene presente el delgado hilo que une los deseos con las mentiras y el perfeccionismo con la autodestrucción. Sabe que no hay material más resistente que el acero y que él esta compuesto por una amalgama de piedras y flores que le hace sentir incomodo ante el resto del mundo. Escribe palabras de amor pues está convencido de que mientras lo siga haciendo no podrá morirse nunca.
Ella también espera aunque no las mismas cosas que él. Ella quiere que él deje de pensar en el invierno y que lo haga más en ella. Desea que vuelva ser el de antes, cuando ella era lo primero y único que guiaba sus pasos. Anhela vivir de forma permanente en ese lugar donde ellos fueron dos y no en este incómodo presente de uno más uno. Los caminos, que les unen y separan, no forman parte del destino sino de algo más sagrado y catárquico
Todo se termina, incluso el invierno. Y las penas parecen de otro color cuando el sol las golpea con fuerza.
Así que un día de marzo él se levantó y resolvió que las manos de ella no podían más que repararle y actualizarle. Volvió a sentir las constantes vitales del momento presente y la sangre remontando las venas. Entonces dejó de escribir palabras de amor y, a partir de ese momento, solo quiso hablar de la verdad.

miércoles, enero 18, 2012

Delaletra

Jack Kerouac escribió "Los Vagabundos del Dharma" en tan solo once días de 1958. El libro, considerado como la biblia budista de los hippies, narra sus aventuras de montaña y acercamiento al dharma y al satori con un lenguaje limpio, directo y rítmico. El personaje que ilustra la portada y que es la piedra angular de la novela es Gary Snyder, mesías del nuevo budismo, el cual logrará que Jack ascienda a esa montaña en un proceso de conocimiento y descubrimiento de uno mismo. La novela, al igual que On the Road, tuvo un impacto generacional. El propio autor confesaba que cientos de chicos se acercaban hasta su portal con cazadoras de cuero y se hacían llamar los vagabundos del dharma. Kerouac empezó sus coqueteos con el budismo y la filosofía oriental antes que muchos lo hicieran y lo conviertieran en una broma.
El método narrativo y vital de Kerouac cambió para siempre después de este libro. Es, sin duda, mi preferido y aunque no alcancé el satori leyéndolo, sí estuve cerca de encontrame conmigo mismo en la cima de esa montaña.

martes, enero 17, 2012

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (43)


Este fin de semana tuve la ocasión de disfrutar del visionado del documental When You're Strange sobrela vida de The Doors, estrenado en 2009 y escrito y dirigido por Tom DiCillo.
La verdad es que, habiendo sido incondicional de la banda durante varios años de mi juventud, me aportó pocas cosas que no supiera ya. Aun así, si que valoro esas imagenes inéditas filmadas durante el periodo que la banda tuvo vigencia.

Os dejo con una de las canciones menos conocidas

lunes, enero 16, 2012

En el ángulo muerto Vol. 130



El gran día

He llegado a Sevilla a primera hora y, aunque no esperaba ver a Alfonso hasta la tarde, me sorprendió yendo a recogerme a la terminal de llegada. Debo reconocer que estaba deseando verle y que supuso una gran alegría que, como no podía ser de otra manera, fue enturbiada por la presencia de decenas de cámaras de televisión y prensa que estaban al acecho para recoger mi aterrizaje. Yo me pregunto qué será lo que quieren de mí. Yo, que soy una persona normal y sencilla que procura no mezclarse demasiado con el pueblo llano. Lo identifico con cariño, con la pleitesía que me profesa mi pueblo. Incluso llegué a pensar en presentarme a los comicios autonómicos cuando terminó la gloriosa época franquista que tantos beneficios trajo a mi casa. De todas formas estoy divagando, lo importante es que mi prometido estaba esperándome y que calmó mis ánimos alterados por la presencia de tanto reportero. Nos dimos un casto beso y nos fuimos a palacio, a nuestro pequeño refugio sevillano.
Faltaban un par de días para el enlace y las muestras de apoyo y cariño resultaban acongojantes, era demasiado incluso para una gran dama como yo que está acostumbrada a los más grandes honores. Todos los estamentos y poderes se han rendido a mi gran día, casi llego incluso a emocionarme pero sé que se trata del típico baile de favores que siempre se produce cuando alguien importante como yo hace algo fuera de lo normal. Aún así, a sabiendas de que se trata de las típicas reverencias no olvidaré a estas personas e instituciones que se han volcado conmigo. Lo recordaré para alguna futura recepción.
Sin embargo, lo que me preocupa realmente es mi nuera y mi hijo Jacobo a los que no invitaré a la alianza. Mi pobre hijo está totalmente influenciado por esta mujer que se ha inmiscuido en mi familia y la ha deshecho, recordaré estos incidentes para cuando vuelva a redactar el testamento. No pienso legar nada para que esa arpía lo dilapide y destroce, mi legado es demasiado importante como para dejarlo a cualquiera. Me duele por mi hijo pero estoy segura de que se dará cuenta con el tiempo, que sabrá reconocer sus errores. Lo que no sé es si yo estaré viva para verlo pero, lo que tengo claro es que la miserable de su mujer no catará nada de lo que dejaré para el resto de mi familia. De todas formas, no quiero que mi día se vea empañado por estos momentos tristes y decepcionantes. El resto de la familia y amigos estarán a mi lado en una ceremonia que celebraré en la capilla de palacio. He decidido que será una ceremonia católica, puesto que no podía ser de otra forma, y sencilla. Al final, solo seremos cerca de doscientos invitados, una mínima parte de todos los compromisos que tenía por solventar.
El día de la boda debo reconocer que, independientemente de que ya había pasado por ello con anterioridad, estaba nerviosa. Me puse el vestido que habían diseñado mis amigos y me vi estupenda, me tomé la licencia de ponerme una liga que espero resulte sensual para Alfonso. La boda fue todo un acontecimiento, creo que llegó gente de toda la península para ser testigos de tan magno evento. En el interior, desde la capilla, se escuchaban los vítores e incluso en algunos momentos tuvimos problemas para llevar a término la ceremonia. Daba igual, todo era sintomático de alegría y el cariño que me dedicaban mis vasallos. Acabé desmelenándome y bailando en la propia capilla, ya sé que es un poco irreverente pero no cabía en mí de alegría. Todos los invitados, incluso el párroco, consideraron que se trataba de una salida muy graciosa. Yo estoy de acuerdo, cómo voy a estar en contra del clero. Después salí a saludar a mi gente, a mi Sevilla que se había volcado conmigo. Delante de todos me descalcé y baile sin freno hasta que la cadera me dio un aviso, a mi edad, por muy joven y atractiva que se conserve una, no se pueden cometer excesos. Me lo pasé estupendamente pero lo que deseaba era que llegase la noche, quería consumar mi matrimonio y comprobar si Alfonso estaba a la altura. No me he casado solo por el cariño, que una no es tonta. Puesto que soy una dama no daré detalles, solo diré que quedé muy satisfecha y que la liga de encaje que me puse fue motivo de alegría para mi recién estrenado marido. Por ahora tengo que dejar este diario íntimo, quizás más adelante lo continúe, quién sabe. Solo os diré, queridas amigas, que todas tenemos derecho al disfrute y que en los recodos de la vida se esconden innumerables satisfacciones.

Nacho Valdés

jueves, enero 12, 2012

Las Partes Secretas (Vol. 2)

Nadie brilla como tú bajo la luz fluorescente de Consum.
Paseas tu divina comedia por la sección de congelados mientras todos los colgados de la calle Turia esperan una reacción en cadena que haga saltar tu ropa. Pero eso no ocurre nunca.
Sales del supermercardo desafíando el frío viento de la ciudad vestida únicamente con esa tela roja, que es una segunda piel apunto de caer. Caminas consiciente de que tus pasos guían a todo un rebaño de corderos que mataría a su madre por pasar unas horas contigo.
Después ya recogida en tu humilde piso, más menos a la hora del te, relames tu cuerpo de gata sobre la alfombra justo cuando el sol descarga sobr ella toda su potencia incandescente.
El día pasa y tú repasas con noble indiferencia los incendios que provocaste esta semana: aquel desplante al tipo de la gasolinera que con gesto apologético te dijo que no tenías dinero suficiente para llenar el coche, tu mirada intencionadamente lasciva a los obreros que trabajan en la avenida, el bofetón con sabor a cine negro al hombre que miró descaradamente tu escote abierto como las puertas de un tranvía en Lisboa. Esto solo es una breve selección de esas pequeñas piezas que encajas y revientas a tu antojo para divertirte y contarlo a tus más allegadas, con las que te revuelcas de vez en cuando pues sabes que siempre hay que dejar una puerta abierta al deseo.
Sin embargo, llega un día en que todo se paga de una manera o de otra y hoy es ese día.
Hoy te levantas y ojeas la prensa que alguien dejó en la entrada de tu bloque de apartamentos y lees, que un hombre se ahogó en la playa de la Malvarrosa, y que ese pobre diablo, dejó una nota manuscrita y que en las palabras que dan forma a ese texto de despedida aparece tu nombre repetido casi hasta el infinito en diferentes tamaños, lenguas, tipografías y colores. Es entonces cuando levantas la vista del papel y compruebas que lo que queda después del incendio solo son cenizas y polvo de estrellas. Y que, de un modo que ahora desconoces, toda esa basura está ya dentro de tu casa y no hay forma de sacarla de ahí.
Algo en tu cerebro hace crac.
Agarras con fuerza el bote de pastillas de tu mesilla de noche. Abres tu preciosa boca, protegida por esos labios carnosos dulces y únicos, y engulles a tus pequeñas amigas de color rojo.
Al instante todo se apaga, y en la radio de tu vecino se escuchan unas trompetas que anuncian la llegada del verano y el fin de los días de trabajo.
Amén.

miércoles, enero 11, 2012

A day in the life

Wilco ofreció en los últimos días de diciembre cinco conciertos consecutivos en su ciudad natal, Chicago. En una de esas maginificas citas contó con la presencia de Mavis Staples y Nick Lowe, ambos aparecidos en multitud de ocasiones en este blog.
En este video se muestra el backstage del concierto donde todos juntos ensayan el temazo de "The Weight" de los insuperables "The Band".
Sin duda, un momento de inspiración fecunda y divina.



Por otro lado, el estupendo programa de radio NPR Music Tiny Desk Concert(también nombrado en este blog) ha colgado en youtube todos sus conciertos acústicos y algunos de ellos son maravillosos. OS dejo aquí unos imprecindibles:

- WILCO
- ADELE
- TALLEST MEN ON THE EARTH
- THE AVVET BROTHERS
- NOAH AND THE WALE

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (42)

Elvis está vivo
me lo dijo un amigo
cuando el sol empezaba a caer
está en el cuarto forrado de leopardo dorado
se queda viendo su propio funeral.

En Memphis lo saben todo
pero es gente muy discreta y no dice nada:
será mejor así
será mejor así?

Elvis está vivo
eternamente dormido
en un inodoro de cristal
Elvis está vivo
se escribe cartas conmigo
cuando el sol empieza a caer.

Bob Dylan también lo sabe
pero Bob es muy discreto y no dice nada
será mejor así, será mejor así?

Elvis está vivo
está lavando la limo
cuando el sol empieza a caer
supongo que está en su casa en una bata de seda
mirando diez canales a la vez.

En Memphis lo saben todos
pero es gente muy discreta y no dice nada:
será mejor así, será mejor así? ("are you lonesome tonight?").

Elvis está vivo
Elvis es un buen tío
espero que me invite a comer.

martes, enero 10, 2012

Palabras Usadas

La ingenuidad del rock de los 50 siempre fue de mi agrado. Todas esas canciones que hablaban de enamorarse, de coches y aparcamientos y rutas de adolescentes con esas letras simples y directas son todas inmortales.
Yo siempre estuve prendado de "Earth Angel" desde que siendo chicorrín la escuché en "Regreso al Futuro" interpretada en el baile de fin de curso. Aquella versión sonaba muy cercana al original de The Penguins. Estas navidades casi por casualidad encontré una nueva versión de la canción, esta vez interpretada por los majestuosos Death Cab for Cutie y no pude evitar el transportarme de nuevo a ese baile en el que Marty Mcfly lo cambió todo.



lunes, enero 09, 2012

En el ángulo muerto Vol. 129


Crisis de pareja

Invariablemente me gusta levantarme con la prensa del día y, por ese motivo, uno de mis ayudantes se encarga de acercarse a primera hora de la mañana hasta el quiosco más cercano para conseguirme los periódicos nacionales, locales, internacionales e incluso las revistas del corazón que siempre están a la caza de lo que hago o dejo de hacer. Malditos sean, siempre están igual.
Considero que no hay mayor placer que leer en la cama un buen rato hasta que el sol ya calienta lo suficiente como para desayunar, es algo que me encanta y a lo que me acostumbré con mi primer marido que casi nunca se levantaba conmigo debido a sus múltiples obligaciones. Pero el caso es que pensaba que en Ibiza, y poniendo tierra de por medio, mi situación con Alfonso se aclararía y que cogería el primer vuelo para arreglar nuestra pequeña disputa. Sin embargo, lo único de lo que hablan las publicaciones que me han traído es de la crisis que supuestamente acecha a nuestro próximo enlace. ¿Cómo es posible que me traten con esta falta de respeto? Recuerdo la sumisión y la deferencia con la que me trataban los periodistas de antes y, si se daba algún problema en este sentido, recibían una visita de los grises a su domicilio y se llevaban un buen susto. Con esto no quiero decir que lo que teníamos antes fuese mejor pero sí que está claro que a veces la libertad se torna libertinaje y no se respetan los límites de una formalidad básica y cívica. Ahora, sin ir más lejos, son jóvenes becarios los que me acosan en todos los lados a donde voy intentando sacar una noticia de donde no hay nada. Además, y por si esto fuera poco, no cesan de provocar intentando que el entrevistado o, más bien, el acosado, estalle para que sus cámaras recojan ese momento. A mí ya me ha pasado en alguna ocasión pero, puesto que he sido educada en los mejores centros y siempre he estado rodeada de gente elegante, no se trató de una reacción demasiado furibunda. No puedo decir lo mismo de mi hijo Cayetano, qué disgusto me llevé cuando le vi por televisión aporreando a un fotógrafo con su paraguas. Para descargar un poco su culpa debo recordar que su matrimonio no estaba pasando por los mejores momentos pero, a decir verdad, esto no es óbice para que mantuviese la calma y no mostrase esa faceta que en tan mala situación dejó a la Casa de Alba. En fin, tampoco quiero incidir en este punto pues mis hijos ya son mayores y no aceptan mis injerencias ni consejos. Debo de haberme quedado un poco antigua.
De todas manera, y a lo que iba, esta mañana no he podido desayunar en paz y se me ha cortado el apetito. De hecho, me he levantado antes de las once de la mañana y eso no es más que un síntoma de lo mucho que estos miserables reporteros me hacen sufrir. Cuando me han traído el desayuno a la cama prácticamente no he podido probar las finas lonchas de jamón ibérico traído de una explotación extremeña, únicamente un par de lonchitas que no llenarían ni a mi nieta. Al final, y ante la insistencia de mi asistente, he probado la tostada que me había hecho con la mermelada artesana que me traen del sur de Francia y el huevo duro que me suministran por valija diplomática desde Galicia. En fin, que prácticamente no he desayunado y he decidido bajarme a la playa con mi hija. Ella me insistió para que nos llevásemos el yate pero, por mi parte, no estaba para tanto lujo y preferimos irnos a la cala privada que posee mi familia y que siempre está a nuestra disposición. Llamamos a todos mis asistentes para que nos acompañasen y vigilasen por si había algún fotógrafo emboscado y, después de que me ayudasen a ponerme mi bikini, pasamos un agradable día disfrutando del mar y el sol.
Al final Alfonso sí que estaba preocupado y me llamó al teléfono, le mantuve a la espera hasta que por la tarde le atendí y arreglamos nuestras pequeñas diferencias. La verdad es que no para de demostrarme lo mucho que me ama y, por otro lado, también me hace saber lo mucho que me desea. Está deseando que sea la noche de bodas y dice que no puede esperar más. ¡Me hace tanta ilusión! He decidido que volveré a Sevilla para calmar a mi pobre Alfonso, debe de estar muy nervioso con la boda.

Nacho Valdés

domingo, enero 01, 2012

Las Partes Secretas (Vol. 1)

Recurrió a la acupuntura para calmar el dolor que aquel gran amor había dejado escrito en sus huesos. Solicitó un traslado en el trabajo para averiguar si un lugar ajeno, donde su nombre no apareciese en las historias cotidianas, lograba hacerle ser otro y olvidar.
Una vez instalado, llenó su casa de discos, libros y pinturas que nunca antes habría comprado. Quiso así delinear con precisión la silueta del nuevo hombre que iba a ser. Cambió todos sus hábitos, su vestimenta, su mirada, su manera de caminar y hasta envejeció diez años en un mes.
Pasado un tiempo, comprobó cómo esa ciudad, a un ritmo loco y desenfrenado, dejaba de serle extraña. Percibió cómo el timbre de su vivienda, que el primer día le transportó a una cálida noche veraniega en la ópera, se le antojaba una estridente pelea de gatos en medio del salón.
Fue allí, y en ese preciso instante, donde el hombre nuevo que había construido comenzó su proceso de destrucción programado. Y, claro, ella regresó a su mente igual que los luminosos anuncios del cine reflejados en los cristales de los coches de la avenida. Pensó en su vida como en una película sin fin.
Precipitó entonces el regreso a su ciudad natal para comprobar si todavía el mar le estaba esperando. Hundió sus pies en la arena y avanzó hacia el furioso oleaje. Se llenó los bolsillos de piedras y se abandonó al vaivén de las olas. Fue entonces cuando, al fin, después de cinco años, sonrió otra vez y soñó un imposible: el cuerpo de ella enterrado bajo la infinita arena de esa playa desierta donde él había determinado ahogarse.
El final de la historia quedó lleno de agua.