jueves, febrero 21, 2008

Confesiones del Comandante Stratocaster

Estrenamos colaboración de lujo. Desde la ciudad de Madrid llegan a nuestro humilde blog grandes palabras luminosas.
Son bienvenidas y agradecidas.
Para empezar, un análisis profundo y severo de Mano Lenta Clapton.

Eric Clapton

Mi muy admirado Eric ha escrito sus memorias y en cuanto me he enterado he corrido a comprar un ejemplar, que desde hace un par de semanas intento digerir un poco cada noche. Estoy convencido de que por mucho que lo intente no va a conseguir arruinar la devoción que le tengo, pero os aseguro que se entrega a fondo en la faena y que esas memorias parecen estar escritas por alguno de sus enemigos (que también se los ha ido currando a lo largo del tiempo).

En estos días de vez en cuando he tenido que volver a escuchar alguna de sus piezas que tanto me han gustado siempre, Layla, Cocaine, Tears in Heaven y otras muchas, para volver a situar su imagen de músico en el pedestal que le tenía, porque si simplemente me dejara guiar de lo que me cuenta que ha hecho y cómo lo ha hecho, en este momento lo único que podría decir es que es un impresentable. También he de decir que me produce una sensación muy agradable escuchar una canción sabiendo el contexto en que se ha escrito y qué pasaba por la cabeza de su autor en ese momento. Esa es la parte buena del libro.

Los primeros capítulos en los que repasa su infancia son entretenidos y están bastante bien contados. Su especial y precoz amor por el blues me parece un singular fenómeno, en un momento histórico en que básicamente aún era una música negra de otro país (Clapton nació en Ripley, Inglaterra, en 1945). A medida que vamos entrando en su etapa profesional, lo que nos cuenta es una sucesión de excesos, frustraciones, adiciones, vejaciones, etc. que solo parecen una carrera sin final hacia la autodestrucción. Creo que se autodefine bastante bien cuanto dice “… las opciones equivocadas eran mi especialidad y cuando algo digno o decente se cruzaba en mi camino, siempre lo esquivaba o corría en la dirección contraria…”

Pero no penséis que mis reproches son de tipo moral hacia su conducta. Me trae bastante sin cuidado que declare haber sido adicto a la marihuana, a la cocaína, a la heroína, al alcohol (de momento voy por la mitad, no sé si quedan aún algunas). Tampoco le voy a reprochar yo que haya arrastrado a alguna de sus parejas a esos mismos problemas, que le haya robado la mujer a George Harrison (es probable que fuera un triste de tres pares) y aún no he llegado, pero ardo en impaciencia, a ver que nos cuenta de su lío con Carla Bruni.
Lo que le reprocho y hace que el libro por momentos empiece a perder interés, es que parece querer impresionarme con todas esas cosas.

Tengo la sensación de que conscientemente intenta cargar un poco las tintas y mostrar una imagen absolutamente negativa. Me cuesta trabajo creer en la intensidad de sus faltas de lealtad hacia los grupos con los que trabajó, su falta de profesionalidad acudiendo ciego a dar conciertos, su falta de control sobre sí mismo y… a pesar de todo ello, seguir siendo durante mucho tiempo un músico brillante, con éxito reconocido y que finalmente ha llegado a superar la madurez en un estado de salud normal, sin una degradación evidente, siendo aún capaz de seguir trabajando y teniendo éxito. No puede ser todo eso y simultáneamente un pringado que se ha pasado media vida intentando descolgarse de una cosa colgándose de la siguiente.
O sea, simplemente, en mi opinión exagera un poco. ¡Ojo! Digo “un poco”, porque de lo que no tengo ninguna duda es que ha hecho todo lo que cuenta, pero no hasta esos niveles de degradación que intenta reflejar.

No obstante, ya digo, sólo voy por la mitad y quizás aún me queda ver como se hace vegetariano, abstemio, absfumio y abssexuado. Quizás sea esa la explicación de los estupendos 63 años contantes y sonantes con que cuenta ahora y la mitad hayan sido de excesos y la otra mitad de represión, con lo que la media, razonable.

En todo caso, sigue siendo un guitarrista excepcional y un músico que me transmite emociones con lo que hace. Hasta creo que el hecho de que yo haya comprado una Fender Stratocaster también tiene algo que ver con él. Ahora ya sólo me faltaría nacer otra vez para que sonara como la suya.

El Raposu. (Bienvenido al Club, Comandante)

5 comentarios:

Sergio dijo...

Sí te van las autobiografías musicales te recomiendo gustosamente un par de mis preferidas.
Cash - Johnny Cash.
Bob Dylan - Chronicles

Ahora mismo no recuerdo las editoriales pero no creo que tengas problemas en encontrarlos.

Una vez más, saludos y gracias.

Anónimo dijo...

El mundo de la música está lleno de antihéroes y, ya sabes, hay que vender un poco la moto. Me gusta que no caigas en la complacencia y que te mantengas crítico, pero resulta dificil ser objetivo cuando alguien toca como Eric. Enhorabuena por el artículo y bienvenido, ya eres un corazón hambriento más.

Anónimo dijo...

Hola suegro,
Tu artículo ha hecho despertar mi curiosidad por ese libro, en cuanto te lo acabes te lo pediré para que podamos comentarlo.
Por lo demás veo que sigues escribiendo tan bien como siempre, ha sido un placer leerlo.
Un beso. Laura.

Anónimo dijo...

Bueno, supongo que el estado mental de clapton seria bastante desalentador despues de la tragedia que sacudió su vida, y puede que esos excesos se vieran potenciados debido a ello. Un suceso así debe de cambiarte la vida, y la forma de ver las cosas, tal vez por eso se dé una imagen tan negativa. Saludos

Anónimo dijo...

Bueno, supongo que una biografía no solo trata de contar la vida de una persona, ¿verdad?