viernes, febrero 27, 2009

Confesiones del Comandante Stratocaster Vol. 18

Verano en la ciudad

Mi piel aún sentía el suave resquemor del sol en la playa, la noche era suave, refrescante y una suave brisa parecía arrastrar jirones de una música lejana, envueltos en aromas de churros y salpicaduras de sidra. No cabía duda, en el barrio de al lado había una verbena.

Lamenté no haber quedado con los amigos, pero los domingos por la noche nadie hacía planes. Yo tampoco pero, casi sin querer, me fui acercando y pronto me vi en mitad de la multitud que gritaba, reía y bailaba. Yo estaba solo pero estaba feliz, y lo que es mejor, no tenía la menor idea de por qué.

De pronto la vi… y lo comprendí todo.

miércoles, febrero 25, 2009

El viaje

Bueno aquí estreno la primera sección del blog de carácter pedagógico. La noble tarea de la recién estrenada sección consiste en dibujar los pasos del camino inicíatico de mi amigo Nacho hacia Wilco. La primera parada de esta caravana de sonidos se detiene en la canción Walken del album Sky Blue Sky, interpretada en directo por la banda hace escasas semanas.

El viaje ha comenzado :

martes, febrero 24, 2009

La Estructura Musical del Cerebro

El diario(ejem...) El Mundo publica hoy en su edición digital un interesante artículo sobre como reacciona el cerebro ante cierto tipo de melodías conocidas.

lunes, febrero 23, 2009

En el ángulo muerto Vol. 4


Ciudad quemada

Sonó el teléfono móvil. El timbre me sacó de mi ensoñación, volví de golpe a mi cotidianeidad. Instintivamente me peiné con la mano y me ajusté el cuello de la camisa, era un acto reflejo que siempre realizaba. No me hacía falta ver el teléfono para saber que era Paloma la que estaba intentando hablar conmigo, hacía veinticinco años que no me retrasaba en mi retorno desde la oficina. Supongo que estaba preocupada, pero no me apetecía hacer nada para tranquilizarla, de hecho no deseaba ni contestar, sólo quería que me dejase en paz. Quería vivir mi vida, algo que en ese instante me daba la impresión de no haber hecho desde que era un adolescente. Cogí el aparato y lo tiré desde la torre. Fui testigo de cómo el molesto soniquete cesaba cuando se estrellaba contra el suelo y se hacía añicos. Sonreí, me despeiné y me encendí otro cigarro.

Tras un par de caladas comencé a sentirme culpable. ¿Qué es lo que me había hecho ella para que yo no fuese capaz de tener en consideración su preocupación? Llegué a la conclusión de que la respuesta era tan evidente como reveladora: Nada. Y esa certeza comenzó a atenazar mi interior. Mi vida era un gran agujero negro controlado por los demás, por mi familia, por todos los que habían sido mis superiores, por los que se consideraban mis amigos; por todo mi entorno menos por mi mismo.

Por fin tenía una certeza. Había consumido cuarenta y ocho años sin reparar en que me dejaba arrastrar por una corriente en la que no había decidido zambullirme. Ante mí, a mi disposición, se abría todo un mundo desconocido que nunca había explorado. Me quité la americana, la lancé y una ráfaga se la llevó discurriendo sobre los tejados y azoteas. El frío me traspasó hasta los huesos, me sentía tan cercano a la vida que tenía la impresión de poder saltar desde la altura a la que me encontraba. Pensé que todavía no estaba preparado, a mi cabeza volvió la imagen del teléfono estrellándose contra el asfalto.

Bajé corriendo las escaleras de piedra, respiré hondo unos segundos y decidí hundirme en los extraños ambientes ajenos a la vida que había llevado. Bucearía en mi interior, me dejaría llevar por mis impulsos y cuando me sintiese pleno de vitalidad y energía volvería a mi rutina. No sabía cuando llegaría ese momento, de lo que sí tenía certeza es que sería un proceso lento que tenía que comenzar esa noche, en esas calles y en la ciudad que había conseguido quemar mi existencia.

Nacho Valdés

Ashes Of American Flags

El próximo 18 de Abril se edita el primer DVD de Wilco. He aquí el trailer del mismo.

jueves, febrero 19, 2009

Confesiones del Comandante Stratocaster Vol. 17

Hill Street Blues

Pues no, no es un blues, no tiene 12 compases, no juega con el I, IV y V grados y no tiene una estructura de frase-respuesta, pero a pesar de todo decidieron que “blues” iba a ser “canción triste”.

Después de tal esfuerzo no pudieron continuar, de modo que el resto no fue “calle de la colina” como reclama el diccionario, y así llegamos a uno de los títulos más afortunados de la televisión, consecuencia de una equivocación.

Se ve que era gente que no viajaba mucho, porque si no, quizás hubieran sabido que “blues” es como se llamaba a los policías de Nueva York, debido a su uniforme. Es fácil, en España los llamábamos “grises”, por idéntica razón.

Así que el titulo correcto quizás hubiera sido “Polis de Hill Street”, infinitamente más simplón, prosaico y vacío de contenido que “Canción triste de Hill Street”…

La pieza, inolvidable, era el preámbulo de una serie inolvidable, en la que, quizás por primera vez en muchos años, los episodios no tenían por qué acabar bien. A veces ni siquiera acabar…

Tened cuidado ahí fuera…

lunes, febrero 16, 2009

En el ángulo muerto Vol. 3


Ciudad quemada


Hacía años que no entraba a las torres aunque todos los días las veía al ir al trabajo, impertérritas y orgullosas ante el barrio viejo que se rendía frente a ellas. Se habían convertido en parte del mobiliario, en un elemento más al que no se le prestaba atención por ser de sobra conocido. Cuando era pequeño sí que me trasmitían emociones, pero habían perdido la magia para mí, no me decían nada. Eran dos monolitos insulsos a los que ignorar.

Ese día decidí subir de nuevo, el acceso era gratuito y de forma milagrosa había una plaza de aparcamiento que me invitaba a estacionar y tomarme unos minutos antes de llegar a casa. Ascendí los escalones pesadamente, me acodé en la almena más alta y encendí un cigarro. El viento me azotaba pero no me importaba, tenía la impresión de haber consumido varias vidas desde la última vez que me sentí tan libre. Agoté el pitillo rápidamente y saqué otro sin dar tiempo a que el anterior alcanzase el suelo, disfrutaba sin reparar en que comenzaba a anochecer.

Estaba solo, nadie más se había acercado esa tarde ventosa a ver la ciudad. Frente a mí se abría el horizonte urbano que tantas veces había recorrido sin reparar en su belleza, en su perfecta organización geométrica que se traducía en callejuelas enrevesadas y complicadas. La gente no reparaba en mí, esto me hacia sentir cercano al observador de la ventana indiscreta, a ese ojo oculto que todo alcanza. Me sentía pleno, el aire me golpeaba y despeinaba los cuatro pelos que me quedaban, yo intentaba controlarlos con la palma de la mano pero se escurrían en todas direcciones.

Se hizo de noche y el pulso de la ciudad parecía cambiar al ritmo de la iluminación. Durante unos veinte minutos las calles quedaron desiertas, en cambio las ventanas comenzaron a resplandecer. La vida recogida, ajena al espectáculo de las arterias del casco viejo se abría paso. Las mujeres que arrastraban las compras, los niños que jugaban en las aceras y los ancianos que esperaban la muerte en los bancos de la plaza desaparecieron. Sólo las corrientes embotelladas entre los edificios arrastraban los restos de la jornada, plásticos y papeles volaban sin que nadie salvo yo reparase en ellos y en el espectáculo que conformaban sus piruetas en el vacío.

Las farolas se encendieron al unísono, tras un leve parpadeo y unos instantes para calentarse, toda la geometría que quedaba delante de mí se iluminó con el tono amarillento que confiere la luz artificial. Al amparo, como animales al acecho salían de sus refugios diurnos todos los que vivían por la noche. Jóvenes, viejos borrachos y lo que parecían prostitutas comenzaban a dotar de vida lo que se había quedado yermo unos instantes antes. Los comercios cerrados con sus cierres metálicos contrastaban con los neones coloridos de los tugurios que abrían sus puertas cuando caían las sombras. Volvía el espectáculo, este de signo distinto, pero tan interesante y lleno de vida como el anterior.

Nacho Valdés

jueves, febrero 12, 2009

Las Viejas Raíces del Sucio Rocanrol

Cortázar 25 años después



Si hace unas semanas se celebraban los 200 años de la muerte de Poe, hoy se recuerda a quizá uno de sus alumnos más aventajados, Julio Cortázar.
Veinticinco años han pasado desde su muerte. Cortázar nos puede gustar o no, pero lo innegable es que ha sido el último gran renovador de la literatura moderna.
En fin, gracias Julio.

miércoles, febrero 11, 2009

Confesiones del Comandante Stratocaster Vol. 16

Procol Harum

El sonido de aquel órgano te transportaba a un sutil mundo trascendente y un ligero toque de tristeza parecía inundar suavemente el ambiente. No entendíamos la letra pero era indudable que tenía que hablar del dulce sufrimiento de una pena de amor, de la nostalgia de lo que pudo ser y no fue, de la esperanza de un reencuentro cuando las almas fuesen libres para volar más allá de los recuerdos.

Pero, sobre todo, era la pieza ideal para bailar agarrado y, distraídamente y como dejándote llevar por la ternura que inspiraba aquel tema, hacer algún acercamiento más allá de los límites que fijaban unos codos clavados en el esternón.

Es la guerra….

martes, febrero 10, 2009

Buenas Nuevas

Os cuento algunas novedades :

1. Estrenamos RADIO. La podeís ver arriba a la derecha. He intentado hacer una selección que abarque bastantes cosas. Ya me direís qué tal.

2. Se han renovado las webs de Coque Malla ( que además presenta nuevo disco y nuevo video) y la de Sergio Makaroff. Son dos artistas apreciados por mi. Además desde la web de Sergio, se regala uno de sus discos más importantes "La Buena Vida" que contiene colaboraciones de Ariel Rot y Calamaro.

3. Los valencianos tenemos por fin una cita cultural relacionada con la música. Desde el 12 de febrero hasta el 12 de marzo se mostrará en el Colegio Mayor Luis Vives, cuatro documentales sobre el mundo de la música.
El programa es el siguiente :
Programa de Rockumental a Espanya: cuatre mirades:

12-II Loquillo. Leyenda urbana. Intervendrán: Carles Prats y Loquillo.
19-II Carretera. La última gira de Nacho Vegas y Las Esferas Invisibles. Intervendrá Francisco de Borja.
05-III Buzos haciendo surf. Un documental sobre Surfin' Bichos. Intervendrá Rogelio Abraides.
12-III Los años eléctricos. Intervendrán José Braña y Chus Neira.

En fin, ya os iré informando de más cosas.
Saludos.

lunes, febrero 09, 2009

En el ángulo muerto Vol. 2




Un vaso de leche

Lo primero que hice fue deshacerme de toda la leche que tenía en casa, la tiré sin pensármelo por el fregadero esperando que esto le hiciese desistir de sus visitas. Su presencia estaba asociadas a esa bebida y esperaba que el no encontrarla le hiciese abandonar, pero nada más lejos de la realidad. Me fui a la cama, esperando no encontrarlo cuando me despertase. Cuando, como todas las noches, fui a la cocina lo volví a ver en ropa interior sentado a la mesa. En esa ocasión se había puesto una tapa de queso y un vaso de whisky, pero no uno cualquiera, sino el más caro que tenía en casa. Al verle de esa guisa y con mi bebida me enfadé bastante, le dediqué una mirada furibunda pero ni se inmutó. Pensé que ese era uno de los problemas de tratar con un espectro. Al final, el pobre acabó por darme pena y decidí quedarme a escuchar sus batallitas. Como siempre me tuvo en vela hasta el alba continuando con su costumbre de irse sin avisar.

Estaba claro que iba de mal en peor, tenía que buscar otra treta para lograr desembarazarme de él. Pensé que el problema estaba en que siempre lo veía cuando iba a beber agua, así que pondría un vaso en mi mesita y así no tendría que encontrármelo. El plan era perfecto, le dejaría deambular por la casa hasta que se aburriese, permitiría que se comiese y bebiese todo lo que le diese la gana para que saliese de una vez de mi vida. Cuando me desperté recordé el agua y encendí la luz para buscar el vaso, la sorpresa fue mayúscula cuando me encontré a Joey sentado a los pies de mi cama. Estaba claro que el tío no se daba por vencido, decidí ir con él a la cocina y dejarle allí, pero acabó por convencerme de que escuchase sus anécdotas.

La situación se había vuelto insostenible, si no se iba por las buenas se iba a ir por las malas. Se lo había intentado explicar por activa y por pasiva, me había deshecho de la leche y de las bebidas alcohólicas, me había quitado la costumbre de beber por las noches; en definitiva, estaba privándome de muchas cosas por culpa de un rockero pesado que había decidido atormentarme.
Me puse a investigar sobre su vida y sobre el grupo, quería encontrar algún punto flaco que me permitiese echarle para siempre. Me llamó la atención las desavenencias que había tenido con Johnny, parece ser que éste le había birlado la novia y no se habían hablado en años. Ahí es donde encontré el punto para atacar.

A pesar de que me parecía un poco cruel, busqué un póster de Johnny y lo colgué en la cocina. Cuando por la noche me lo volví a encontrar algo había cambiado en Joey, por primera vez iba vestido y me miraba furioso. Me increpó por tener la imagen de su compañero colgada; yo le expliqué que era mi casa y que si no le gustaba ya sabía lo que tenía que hacer. Sin pensárselo dos veces, el tío se esfumó en el aire sin dejar rastro, parecía realmente ofendido. Por supuesto, a pesar del golpe bajo que le había asestado, me alegré de que me dejase en paz. Mi vida ha vuelto a la normalidad y ahora hasta recuerdo con cariño las conversaciones con Joey.

Nacho Valdés

jueves, febrero 05, 2009

Confesiones del Comandante Stratocaster Vol. 15

WAR!

Caronte se había vestido de pingüino y distribuía entradas con derecho a consumición a cambio de un óbolo. La escalera de caracol te hacía penetrar en el mundo oscuro, peligroso y altamente pecaminoso donde Fausto había vendido su alma al diablo. La barra era el primer nivel de los infiernos y una vez superado ya podías penetrar en las innumerables salas, cuevas y escondrijos donde las almas penaban y sufrían tormento, restregándose unos con otras y entregándose sin pudor a las pasiones. Ya total, estando condenados en los mismísimos infiernos, para qué cortarse.

Y allí, al fondo, refulgente entre estrobos y luces psicodélicas estaba ella, la diosa, bailando sola, porque sólo bailaba cuando la pista estaba vacía y siempre rechazaba cualquier invitación y sugerencia. Era como una estatua en movimiento, con un cuerpo de Venus, pero más fea que pegar a un padre con un calcetín sudado.

Su forma de moverse, su ausencia, su hieratismo y su nariz de boxeador retirado le daban a cualquier música una nueva e insospechada dimensión, sobre todo si era tan contundente como.... WAR!

lunes, febrero 02, 2009

En el ángulo muerto Vol.1


Un vaso de leche

Todas las noches, desde hace años, me levanto medio sonámbulo para ir al baño y beber un poco de agua. Es una de estas costumbres adquiridas contra las que no intento luchar, te levantas y lo haces, no tiene más vuelta de hoja. Este hábito no tendría mayor importancia si no fuese por lo que me lleva sucediendo desde hace, más o menos, dos meses.

Me ocurrió lo siguiente: me levanté como todas las noches, fui al baño y después me acerqué a la nevera para echar un trago. Normalmente, después regreso a la cama y no vuelvo a despertarme hasta que suena el despertador. Pero en una de esas ocasiones, me llevé uno de los mayores sustos de mi vida. Sentado en la mesa de la cocina, en calzoncillos, había un tipo espigado que llevaba gafas de sol y una melena negra que prácticamente le tapaba la cara. Le vi cuando encendí la luz, pegué un salto y me quedé sin habla. Me miraba tras sus gafas oscuras con su rostro tremendamente pálido; tampoco hablaba, se limitaba a observarme. Daba la impresión de que se acababa de levantar de la cama puesto que llevaba el pelo alborotado y tenía un vaso de leche en la mano.

Nos quedamos mirándonos unos instantes, hasta que el tipo comenzó a resultarme familiar. Le pregunté quién era, y me contestó que Joey Ramone. Yo le dije que llevaba muerto años y que eso era imposible, él me contestó que quién le había contado eso y que cómo era capaz de poner en duda su existencia. Me quedé atónito, realmente no parecía peligroso pero estaba claro que se había escapado de alguna clínica mental. El parecido con el cantante era evidente, pero tengo que decir que nunca me había fijado demasiado en el aspecto de los Ramones.
Pensé que lo mejor sería desmontar su locura, así que fui a mi despacho y llevé el portátil a la cocina. Busqué en Internet una imagen del tipo que decía ser con ánimo de enseñársela y evidenciar la falta de parecido. Me quedé blanco, eran exactamente iguales. En la boca del hombre semidesnudo apareció una sonrisa pícara, estaba claro que estaba disfrutando de mi confusión.

Decidí darle algo de crédito y le pregunté que qué quería de mí. Me indicó que únicamente charlar, que llevaba mucho tiempo sin conversar con nadie y lo echaba de menos. Le traje una sudadera y nos sentamos a la mesa, comenzamos una conversación banal sobre nuestras vidas. Me explicó sus orígenes en Nueva York y como habían conseguido triunfar, era un tipo muy entretenido y sabía multitud de anécdotas sobre el mundo de la música de finales de los setenta y primeros ochenta. Así pasamos toda la noche, cuando los primeros rayos de sol asomaron en la ciudad me pidió otro vaso de leche. Me levanté en dirección a la nevera y escuché una especie de silbido a mis espaldas, cuando me di la vuelta había desaparecido.

Al día siguiente estaba en una nube, no podía creerme lo que me había sucedido y ya dudaba incluso de mi cordura. Pero no tuve que esperar demasiado para volver a encontrarme con Joey, a los dos días volvió y, desde entonces, me lo encuentro regularmente en mi cocina con su vaso de leche. Comencé a perder el interés y lo que al principio era un hecho extraordinario comenzaba a resultar un poco pesado, cada aparición suponía que no podía dormir y cada vez rendía menos en mi trabajo. Le intenté explicar la imposibilidad de compatibilizar mi vida con sus idas y venidas y le pedí si podría venir a otra hora. Según me explicó estaba ocupado todo el día y únicamente después de la medianoche podía acudir. No sé me ocurría qué hacer pero lo que tenía claro era que la situación no podía prolongarse.
Como tampoco quería enfrentarme a una estrella del rock difunta, decidí hacer algunos cambios para intentar que no se sintiese a gusto y fuese a darle la paliza a otro. Con un poco de suerte se iría a casa del vecino de arriba y así podría olvidarme de este tipo.


Continúa la próxima semana...

Nacho Valdés