miércoles, septiembre 22, 2010

A day in the life

Nuestro querido Andrés , al que últimamente se le está yendo la cabeza de manera escandalosa, estrena video. La canción elegida como nuevo single es "Tres Marías" dedicada a la hija del cantante y que bebe de las fuentes del folclore argentino y de la parte más canalla de los Fabulosos Cadillacs. El video ha sido rodado en la Casa Rosada y en él intervienen músicos como Vicentico, Dante Spinetta junto a políticos argentinos como Anibal Fernández y gente que no sé muy bien dónde ubicar como Alaska y Mario Vaquerizo.El video muestra de manera humorística la puesta en escena frivola y superficial de los artistas de hoy.

Calamaro, de gira por España, ha recibido duras críticas de las últimas actuaciones. En Barcelona, por ejemplo, parece ser que se encaró con el público con frases como : "Lo que deben de hacer los catalanes es aprender a hablar bien español", también hubo recuerdos para la prohibición de la fiesta de los toros, de la cual Calamaro siempre se ha considerado fan. Su actuación en Madrid, en la Riviera, según dice la prensa estuvo marcada por la indiferancia y el pasotismo. Sin duda, es algo sorprendente ya que Calamaro es un artista que crece en el escenario y que suele ser bastante fiel a sus seguidores.
En fin, debe de ser la edad...

martes, septiembre 21, 2010

Palabras usadas

Tras la disolución de los Beatles en 1970, cada uno de sus componentes tomó caminos divergentes intentando, con mayor o menor éxito, mostrar toda la potencia creativa con la que contaban. Nada volvería a ser igual y no reverdecerían los antiguos laureles musicales. De todas formas, un buen puñado de canciones nacerían tras la disolución. Paul McCartney fundó Wings junto a su mujer Linda y volvió a recorrer las carreteras en pos del viejo éxito, éste volvería cuando el presente tema se convirtió en banda sonora de la última producción del agente de su majestad 007. En 1991, en su albúm Use Your Illusion, los Guns and Roses versionarían el viejo hit de Paul.



lunes, septiembre 20, 2010

En el ángulo muerto Vol. 72



Respuestas

Ya no podía soportar la situación que me había tocado vivir, dormía a duras penas y con un ojo puesto en mis compañeros a los que temía como si del mismísimo demonio se tratase. No se me había ocurrido pensar que en caso de que quisiesen deshacerse de mí lo tendrían fácil, pues yo era el último marinero que había sido enrolado y no había constancia de mi presencia en ningún tipo de archivo. Sería tan sencillo como tirarme por la borda, yo no habría estado nunca en esa embarcación y la situación se hubiese resuelto con una desaparición en la que nadie repararía. Otra de las posibilidades por las que quizás me mantenían con vida y, era una de las contingencias que rondaba mi cabeza, era que probablemente fuese víctima de un macabro juego en virtud del cual estuviese siendo utilizado como mano de obra para luego ser eliminado a la más mínima oportunidad.
No estaba dispuesto a que eso ocurriese, tenía claro que habíamos cambiado de rumbo y que volvíamos al peñasco que había sido mi hogar durante largas semanas. El capitán no nos dio ninguna información, pero hasta el más novato de los marineros tenía claro que la dirección había variado y que se había impuesto la opción de volver a tierra para recargar nuestras reservas de agua y conseguir algo de fruta para volver a intentar el asalto al apartado puerto en el que probablemente estos villanos tenían intención de atracar. Siempre tenía a mano mi cuchillo y estaba dispuesto a utilizarlo si se me presentaba la oportunidad, vendería cara mi vida si es que tenían el arrojo como para atacarme. La tripulación estaba compuesta por ocho hombres más el capitán y su oficial, había planificado intentar deshacerme de ellos antes de que yo fuese víctima de lo que fraguasen sus enfermizas mentes. De todas formas, el grupo parecía estar sumido en un estado de total desconfianza, aprovecharía la oportunidad para quitarme a alguno de ellos de en medio.
Pensé que el más sencillo de hacer desaparecer sería el viejo borracho con el que había compartido alguna noche de vigilancia, no es que lo considerase especialmente peligroso pero por alguien tenía que empezar y esta era la presa más fácil de acometer. Discretamente, escuchando conversaciones perdidas, me enteré de las noches en las que tenía guardia. Mi plan consistía en intentar conseguir los mismos turnos de forma disimulada, así tendría que descansar los mismos días que él. De esta manera, me vi obligado a compartir un par de noches de guardias con el viejo borracho que, de manera inexplicable, siempre tenía alcohol a mano para pasar las largas noches que nos pasábamos vigilando el rumbo y la oscuridad del océano. Durante el día, a pesar de sus excesos siempre estaba presto para realizar sus tareas cotidianas, como si la ingesta de ron aguado no le afectase lo más mínimo. Sin embargo, las noches en las que no tenía que hacer ninguna guardia dormía profundamente y sus ronquidos se levantaban por encima de los crujidos del navío y del rítmico golpear del oleaje contra el casco. Una de las noches en las que tenía claro que iba a caer rendido tras sus abusos etílicos me fui a mi catre temprano, quería estar vigilante para poder efectuar el ataque que había planificado. Todos los que no tenían guardia acabaron por irse a su rincón para dormir, las conversaciones y las lámparas de aceite poco a poco se fueron consumiendo y al final únicamente quedó el sonido de las ratas que buscaban alimento por la bodega y las respiraciones desacompasadas de los marineros. Cuando estuve seguro de que nadie estaba despierto, me deslicé muy lentamente por el suelo intentando no hacer ningún sonido. Tardé un tiempo que se me hizo eterno en llegar hasta el viejo borracho, el pobre diablo roncaba ajeno a mi presencia. Con precisión cirujana le atravesé el corazón con mi afilado cuchillo, únicamente emitió un leve quejido y pareció dormirse aún más profundamente. Volví a mi catre arrastrándome sobre los codos a sabiendas que había comenzado la purga que había ideado.

Nacho Valdés

viernes, septiembre 17, 2010

La Radio rota de Mr. K

Desde este pequeño hogar virtual me piden una colaboración quinquenal sobre actualidad musical. Una sección fija, antaño esporádica, que ponga nombre a nuevos valores musicales o recuerde a grandes olvidados.

A pesar de que me encuentro en vacaciones permanentes, volando en mi jet privado allí donde haya un buen festival de música en el que compartir con jóvenes ninfas información de todo tipo, he complacido a los dueños del blog accediendo a invertir mi tiempo en ellos.

En este nuevo amanecer, traigo para vosotros muchas cosas interesantes :
La primera de ellas es por supuesto el aniversario del Salmón, ese órdago lanzado a la industria hace ya diez años. Para conmemorar tan importante evento, Calamaro ha enviado a sus más allegados un archivo de canciones inéditas de toda aquella etapa de poeta fértil. También se ha publicado una carta llamada “El acta intacta” en cual se explica dónde y cómo se grabaron esos temas más allá de la locura. Desde aquí podéis acceder a las canciones y a la carta. El Salmón es la historia de un músico que ejerce su profesión los 365 del año y que sublima la vida y la especie.

Desde hace un tiempo llevo enganchado a Here’s To Taking It Easy, de la banda de Brooklyn Phosphorescent. Folk intimista con mucho juego vocal y armonías personalísimas. No creo que la banda viste España pero estaré al tanto por si suena la flauta.
Aquí os dejo esta maravillosa canción A Picture of Our Torn Up Praise acompañada de su correspondiente video de alta escuela y final inquietante.




Para terminar os pongo queridos amigos y amigas, la canción que debe sonar este fin de semana en vuestras casas.
Disfrutad de este canto indie del que os hablaré dentro de 15 días.
Daniel Johnston – My Life Starting Over





Mr. K

jueves, septiembre 16, 2010

Retratos (Vol. 14)

Esconde el universo entre sus enormes tetas desde donde a su vez cuelga, como el cuerpo del ahorcado, un collar de perlas escogido para la ocasión de entre sus mejores joyas. Se desliza alrededor de los cuerpos celestes y muertos que habitan la fiesta y que no entienden que el vaivén de su sexo no está al alcance de cualquiera; que una piedra preciosa sin aristas es tan poco común como un buen final para una novela.
Yo la miro escondido en mi propia fantasía en la cual ella baila hacia mí mientras su ropa va desmoronándose en un vals privado y caliente. Nos estrellamos como cometas que no tienen el espacio de manto sino nuestro propio barrio residencial de ternura y afecto.
La realidad, en cambio, me revela como un camarero con demasiadas copas encima para ser tan temprano, y a ella como una puta de lujo buscando bolsillos amplios que guarden billetes fáciles para escapar de los días sin sol de después del verano.

- ¿Hasta donde puedes saltar? - Dice la voz que llega desde un lugar donde el ruido del tráfico es lo más parecido a una sinfonía de notas disonantes.
- Lo único que vas a encontrar aquí son problemas. – susurra la periferia de mi mente.

Ve a la ventana y salta. Es lo mejor que te puede pasar. Regala a estos olvidados la imagen de tu cuerpo hecho añicos en la entrada de este lujoso rascacielos.
- ¿Por qué no hacerlo?... Hay que dejar que las cosas ocurran.

Toda esa gente, todas esas voces sin rostro, todos esos lugares oscuros forman parte de mi. Sin embargo, podría sacar una pistola y acabar con todos esos ignorantes que acechan mi mente; acabar con todos los que se cuelan en mis sueños, los que entran en mi casa a través de la televisión y me vigilan mientras duermo.

Oscuridad, oscuridad no hay punto de fuga después de la oscuridad.

miércoles, septiembre 15, 2010

Delaletra




El extranjero del absurdo Camus

Desde mi punto de vista, nada hay más complicado en literatura que hacer algo sencillo que sea capaz de llegar de forma rotunda al lector. Eso es lo que pasa con la obra El extranjero, del filósofo francés Albert Camus. Con un argumento llano y una prosa sin grandilocuencias, logra tocar características universales de las que todos participamos por pertenecer a la raza humana; en otras palabras, es capaz de pulsar resortes con los que todos sin excepción nos podemos sentir identificados. Es aquí donde radica la grandeza de esta pequeña obra, en la capacidad que tiene Camus de desnudar nuestra propia existencia, en mostrarnos lo fútil de nuestro proyecto vital y lo absurdo que resultan las pretensiones de trascendencia de cualquier sujeto. Independientemente de lo valioso que resulta el enfrentarnos a nosotros mismos, siempre puede ser un tanto traumático el que alguien que no comparte nada con el lector sea capaz de hurgar en sus más intrincados recovecos psicológicos. Resulta, cuando menos, intranquilizador y, por tanto, estimulante.
Esta novela breve fue publicada en 1942 y nos muestra como el señor Meursault, tras la defunción de su madre, comete un ridículo crimen que acaba con este tipo encarcelado y pendiente de una posible pena de muerte. Los personajes extremos que van apareciendo irán desnudando la, en apariencia inconmovible, psique del protagonista. Este duro camino recorrido en poco más de cien páginas, dará como resultado que muchos aspectos de nuestra sentimentalidad se vean retratados en el relato. Es por tanto una obra de carácter y vocación universalista capaz de aliviar o enfermar a todos los lectores independientemente de su condición.
Es esta, por tanto, mi primera recomendación lectora, la de la obra de este existencialista que falleció de manera absurda tal y como proclamó en sus obras en relación a la naturaleza humana.

lunes, septiembre 13, 2010

En el ángulo muerto Vol. 71




Decisiones


Tras el descubrimiento que había realizado mi situación comenzó a ser desesperada, me sentía observado por el resto de la tripulación que no deseaba compartir su oscuro secreto. Probablemente, la carga, en caso de que llegase en buenas condiciones, sería entregada en algún puerto remoto para que esas vidas fuesen consumidas en trabajos extremos. Había sido testigo de lo que las bodegas encerraban y, con toda seguridad, yo podía acabar engrosando las filas esclavas que eran transportadas clandestinamente o, aún peor, podía rematar mis días en el lecho marino. La ausencia de camaradería, unida a mi reciente incorporación al barco, hacían de mí un blanco fácil para la paranoia y la manía persecutoria. Me sentía constantemente observado y examinado, algo sencillo de comprender puesto que era el último marinero que se había unido a la tripulación, pero mi interpretación iba más allá y mi mente buscaba otro tipo de explicaciones vinculadas a mi visita a la bodega.
El ambiente entre la marinería iba de mal en peor, los rumores crecían y la ausencia de vientos favorables ralentizaban nuestro avance y nos condenaban a vagar por el océano sin esperanza de llegar a tierra antes de que agotásemos nuestras provisiones. Los pocos hombres que convivíamos en el buque nos dividíamos en dos opiniones; la de los que querían seguir avanzando en pos del destino esquivo y la de los que pensábamos que era mejor volver al atolón en el que había sido recogido tiempo atrás. Mi idea no era la del resto que pensaban que de esa manera podríamos recargar los barriles de líquido y cargar algunos frutos que nos ayudasen a llegar a puerto. Yo, por el contrario, buscaba mi propia subsistencia pues en la embarcación, rodeado de supuestos enemigos no me sentía seguro, prefería volver al peñasco en el que vivía y en el que sí tenía la confianza para seguir esperando una embarcación más favorable. El capitán, sin embargo, no se pronunciaba y seguía esperando un golpe de suerte que nos permitiese acelerar y llegar a algún lugar en el que los marineros pudiesen sentirse más tranquilos. Se había vuelto una figura lejana y pocas veces hablaba con nosotros, se sitúa en su cubierta y oteaba el horizonte persiguiendo el puerto esquivo que no éramos capaces de alcanzar.
De manera discreta vigilaba la carga que teníamos bajo nuestros pies, no sabía cuántos de aquellos hombres y mujeres seguían con vida y cuántos de ellos habían muerto. Con la escasez que sufríamos y los rigores de temperatura que tenían que sufrir bajo la cubierta, estaba seguro de que los más débiles o enfermos habrían sucumbido a la terrible travesía que estábamos viviendo. Sin embargo, eran decenas los sujetos que allí abajo yacían encadenados, con toda probabilidad un gran número todavía se aferraba a su último aliento intentando sobrevivir de cualquier manera. Mis observaciones dieron por fin fruto y, una de las noches que me tocaba hacer una guardia, fui testigo de cómo cargaban agua y comida para llevarla a aquellos pobres diablos que habían sido arrancados drásticamente de su lejana tierra. Con toda seguridad las raciones furtivas que recibían fuesen tremendamente escasas y estuviesen todos abocados a la muerte por inanición, pero no estaba dispuesto a permitirlo y había elaborado un ardid para conseguir cambiar la situación en el buque. Sólo tenía que esperar el momento propicio y no dejar pasar la oportunidad debido al acobardamiento que me producía mi propia idea.


Nacho Valdés

jueves, septiembre 09, 2010

Retratos (Vol. 13)

…¿Qué más quieres que te diga sobre ello? Aquel tipo reventó la cabeza de su mujer con la misma indiferencia con la que quitas la cascara a un huevo antes de comértelo. Más tarde, llegó a decir que una voz interior le había recomendado viajar solo hasta la montaña para encontrase a sí mismo.
Y, tras darle muchas vueltas, he llegado a esa misma conclusión y es que esa es la autentica verdad: todos queremos estar solos y hay muchas maneras de hacerlo y seguramente todas validas. Sin embargo lo que no puedes, ni debes hacer es interpretar que mi soledad evita la tuya o que mi ubicuidad te resta lugares donde descansar; porque en esos casos, es posible que te encuentres con una pistola apuntando a tu cabeza exigiéndote algún tipo de precio o pago del que tú no has oído hablar jamás y que tiene que ver con aquel negro que negó el asiento a un blanco en el autobús antes de que todo empezase a cambiar. Ese es el momento en el que tendrás que decidir algo en tu vida por primera vez y lo más importante de todo es que: elijas lo que elijas serás libre por fin; pues una vez se hacen tratos con la muerte, todo lo demás es posible.
Mi hermano me dijo en una ocasión que la vez que más cerca se ha sentido de la muerte fue una madrugada en la que terminó rodeado de guionistas de telenovelas tras una larga noche de copas. Con esto te quiero decir que la parca es a veces una señorita muy caprichosa y que afecta a cualquier persona, estés muy arriba o muy abajo en el fango siempre tienes la posibilidad de terminar herido. Y es que la muerte y la soledad se parecen demasiado a esa habitación de tu casa que tiene una puerta atrancada y que no visitas demasiado pero que cuando lo haces sabes que pasarás allí mucho tiempo pensando en cómo has llegado tú a esa situación extrema…

martes, septiembre 07, 2010

A day in the life


La obra del señor Zimmerman sigue saltando barreras musicales. Trece dibujantes de cómic ilustran las letras de Dylan en Bob Dylan Revisited. También una canción del bardo de Minessota ha dado a pie a un guión de cine dirigido Jay Cocks (Gangs of New York). La canción es Brownsville Girl incluida en Knocked Out Loaded del año 1986. La letra de la canción narra una historia de amor con aire de Western y parece ser que Brad Pitt se postula como protagonista.


Por otro lado, mientras Wilco entra a grabar nuevo disco, su líder Jeff Tweedy ha producido y grabado en su estudio casero el nuevo disco de la cantante soul Mavis Staples. A parte de la producción Tweedy se ha encargado de las guitarras y los coros. Os dejo aquí una pequeña muestra de lo que el disco tendrá.



El que tambien trae novedades es Enrique Bunbury en forma de videoclip del temazo Los Habitantes. El video ha sido grabado durante la existosa gira por Norteamérica.

Palabras Usadas

Recuperamos esta sección olvidada en el limbo digital para, ésta vez, dejar que respire libre y llegue a buen puerto.
La primera nueva entrega tiene como protagonistas a la exhuberante Doris Day y la grandísima banda de Sacramento Cake. El tema elegido es "Perhaps, perhaps, perhaps". Canción que la buena de Doris popularizó en su disco "Strictly Ballroom" y que Cake renovó para el nuevo milenio en su imprescindible Lp "Fashion Nugget".
Espero sea del agrado del personal.

DORIS DAY


CAKE

lunes, septiembre 06, 2010

En el ángulo muerto Vol. 70



Extrañeza

Los días se amontonaban monótonamente en cubierta, la falta de viento impedía que avanzásemos de manera efectiva en ninguna dirección. Daba la impresión de que nos habíamos quedado varados en medio del océano, alejados incluso de la posibilidad de avistar tierra. Poco a poco conseguí integrarme en la dinámica diaria de la embarcación y, a pesar de lo mermado de nuestras reservas, nadie discutía mi derecho a participar del reparto de líquido y comida que se hacía a diario. Se había decidido, dado que se rumoreaba que seguíamos perdidos, hacer una única entrega de agua y alimento y que cada cual se la administrase como desease. Esto rápidamente fue dando paso a la picaresca y aquéllos con más autocontrol o menos necesidades tenían moneda de cambio para que el resto hiciese sus tareas. Puesto que la situación era delicada, desde el mando del navío nadie puso impedimentos a que la tripulación regulase por sí misma las actividades cotidianas. En mi caso las circunstancias eran distintas, realizaba las penosas tareas que se me habían encomendado y consumía prácticamente la totalidad de mi ración de sustento diaria, reservando algo por si se presentaba alguna problemática.
El sol abrasador y la ausencia de la más mínima brisa hacían más penoso el trabajo, el mar calmo parecía un estanque del que no había posibilidad de escapar. El contacto con los marineros rasos, con los que hacía años que no compartía tiempo, me hizo comprender sus anhelos y su forma de comportarse. Aunque mi condición social y cultural estaba por encima de la de estos analfabetos, procuraba mantenerme en silencio y escuchar más que hablar. Su primitivo código de honor, que yo consideraba espontáneo hasta hacía bien poco, estaba compuesto por una serie de normas no escritas que de manera implícita hacían partícipe a todos de una misma manera de comportarse. Por supuesto las necesidades básicas tenían que estar cubiertas para que no se enervasen los ánimos, pero había otros factores que fui comprendiendo y que eran incluso más importantes. Uno de los asuntos que descubrí como capitales para la tripulación era el del liderazgo. Estos hombres rudos y en apariencia autónomos, necesitaban de una mano férrea que les guiase en su camino. En ausencia de una dirección firme se volvían inestables, caían en la apatía y comenzaban a poner en tela de juicio la capitanía. Eso era exactamente lo que estaba sucediendo y llegué a comprender que era lo que había sucedido con mi antigua tripulación, como en esta ocasión yo hacía las más bajas funciones de la marinería estaba al tanto de los entresijos de los que se fraguaba entre los hombres. Puesto que todavía no tenía claro la catadura de ninguno de los bandos, estaba a la espera de posicionarme cuando saltase el conflicto que, en caso de seguir sin rumbo, estallaría inevitablemente.
Aunque lejos de los conflictos ficticios o reales que intuía, otro asunto me tenía alerta. Indudablemente el barco iba cargado pues la línea de flotación así lo indicaba, pero se me negaba el acceso a la bodega de manera sistemática y no se hablaba del servicio que prestaba el buque. Resultaba significativo que existían a disposición del capitán distintos pabellones, ese dato me llevaba a pensar que en alguna ilegalidad tendría que estar incurriendo cuando se hacía necesario cambiar de nacionalidad según la necesidad. Al ser un miembro de la tripulación, yo estaba incurriendo en esa presumible falta y, por este motivo, me decidí a realizar una indagación sobre lo que transportábamos. Fingiendo que había agotado mis reservas alimenticias canjeé con un viejo marinero el turno nocturno, que resultaba pesado y monótono, por algo de comida. Suponía que al amparo de la noche podría acceder a la carga sin levantar sospechas. Cuando estaba de ronda, bebí algo con mi compañero de guardia y cuando éste acabó medio borracho le dejé dormitando sobre la cubierta. Con una lámpara de aceite tomé el camino hacia las entrañas del navío. La humedad, los crujidos y las sombras proyectadas por mi precaria iluminación me hacían creer que era hacía la entrada del infierno a la que me dirigía. Sin embargo, lo que me iba a encontrar era mucho más terrible de lo que me podría imaginar en cualquiera de mis pesadillas. La puerta estaba asegurada con un simple cerrojo que descorrí, en un primer golpe de vista no distinguí nada pero enseguida tuve la sensación de estar siendo observado. Cuando por fin pude distinguir las sombras informes pude darme cuenta de que la carga era humana y que cientos de negros estaban bajo la cubierta muriéndose sin que nadie hiciese nada por ellos. Cerré atropelladamente y casi cayéndome por la angosta subida debido a la impresión volví a mi puesto decidido a recapacitar sobre lo descubierto.

Nacho Valdés