jueves, enero 31, 2013

Werther vive en mi (Vol. 1)



…canciones…yo siempre quise hacer canciones. Deseaba ver mi tristeza amplificada al estéreo y viajar por las ondas hasta el más allá. Quería oír mis palabras en tu boca y que sonaran a ti. Incluirte en mi lista de grande éxitos. Buscarme a mi mismo entre tonos y semitonos, entre melodías y palabras.
Sin embargo, el tiempo me ganaba siempre la partida. Acababa apoyado en la pared tratando de interpretar tus quejidos al otro lado, tan lejos de mí. Tenía un lazo negro en los ojos que impedía ver más allá de nosotros. Ninguna canción cambiaba eso; cuando la música se apagaba todo volvía ser como antes y, en ocasiones, peor.
Al tiempo, empezaste a cantar canciones de otros que no hablaban de nada y yo sentí que ese tren no volvería a pasar por aquí. Decidí reinventarme con la misma voluntad de un ex fumador que antes de volver a casa aspira el aire de una smoking room. Y me vacié, limpié cada átomo, cada poro, cada esquina de mi cuerpo pero al final de ese proceso no había nada. Una mañana de mayo miré al espejo del baño y no me reconocí, había perdido tanto peso y acumulado tantas decepciones que mi rostro se había perdido en algún punto del camino. Me di cuenta que hacía tiempo que no miraba de frente las cosas y que todas las ventanas de casa estaban cerradas.
Así fue como, desprovisto de todos mis poderes, desesperanzado, cubierto de polvo y con los huesos rotos, empecé a caminar esperando que la infelicidad se transformase en un campo florido de nuevas oportunidades.
Entonces, el día más inesperado, los planetas volvieron a chocar. Y por primera vez supe que estaba preparado para volar y que bajo la alfombra de la memoria quedaban millones de cuerpos esperando palabras, sonidos, diamantes y, por supuesto, canciones.
Yo siempre quise hacer canciones; Y no fue hasta perderte que comprendí que todo mi repertorio hablaría siempre de ti.

miércoles, enero 30, 2013

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (68)

Guerrilla Gorila fue una banda hispano-argentina de trayectoria corta, que yo sepa solo llegaron a grabar dos discos. Su estilo iba desde el reggae al soul y sus letras estaban escritas tanto en español como en inglés. Con "Minuto Cero" demostraron que con tan solo dos minutos se puede hacer una gran canción. Como curiosidad os cometo que el video está dirigido por Faemino. La canción de hoy está dedicada a mi bro que sé que le mola.

Ordinaria Polaroid

The Rat Pack

lunes, enero 28, 2013

Mátote si me miras (I)

THE TOXIC TWINS

Ordinaria Polaroid

Naturaleza mutilada



En el ángulo muerto Vol. 177



Persecución



Bajé las escaleras a trompicones y, una vez atravesé el acceso del edificio, fui presa de un ataque de ansiedad. El aire no llegaba a mis pulmones y me sentía a punto de desfallecer, me encontraba cercano a un colapso nervioso que sabía como un golpe seco en el pecho. Me agarré con fuerza la camisa y desabroché violentamente los dos primeros botones, uno salió disparado y rebotó contra la acera para después alejarse como si buscase una nueva prenda en la que instalarse. Me daba igual, estaba intentando asumir lo que había sucedido y cómo era posible que todo el mundo se hubiese unido en esa macabra broma.
A los pocos segundos estaba un poco más tranquilo aunque sin aliento, respiraba con dificultad y emitiendo sonoros pitidos en un intento que aspirar más de lo que mi capacidad pulmonar era capaz de asumir. Miré a mi alrededor y comprobé como el vestíbulo del edificio había comenzado a llenarse de gente, algunos conocidos pero la mayoría individuos que no había visto con anterioridad. Se aproximaban hacia mí lentamente pero con aire decidido y, lo que era más preocupante, sin atisbo de expresión en unos rostros que me seguían con la mirada cada vez que hacía el más mínimo movimiento. Estaba claro que la realidad se había descompuesto, que algo iba mal y que yo era la única persona consciente del peligro que acechaba en esa amenaza silenciosa que suponían los demás. Fui retrocediendo, dando pequeños pasos sin mirar hacia dónde me dirigía mientras la concurrencia que no me quitaba el ojo de encima avanzaba irremisiblemente en mi dirección. No tenía la más remota idea de lo que podía suceder si me alcanzaban pero, si algo tenía claro, es que no me iba a quedar a comprobarlo.
Me di la vuelta con decisión para comenzar a correr y me choqué con una señora de edad avanzada que arrastraba un carro de la compra, caímos al suelo sobre un barullo de consumibles sin que ella emitiese ninguna queja. Azorado, a pesar de lo que estaba experimentando, me levanté para socorrer a la anciana cuando caí en la cuenta de que también ella me observaba con esos ojos carentes de expresividad que me agobiaban. La aparté de un manotazo y salí a toda velocidad, la vieja se levantó sin dificultad y se unió al cada vez más nutrido grupo de perseguidores. Me sentía asustado, carente de recursos ante esa terrible invasión de mi intimidad que resultaba amenazante y peligrosa.
 Aunque hacía años que no hacía deporte, la explosión de adrenalina que me había poseído parecía alimentar mi musculatura y ofrecerme una energía extra que desconocía que albergaba mi interior. Además, cada vez que me fijaba en algún transeúnte, éste dejaba inmediatamente lo que estuviese haciendo para comenzar la lenta aunque inexorable cacería a la que parecía estar sometiéndome toda la ciudad. Bajé al metro y, saltando los escalones como pude y pasando por encima del torniquete, alcancé el andén que conducía hasta mi parada. Por suerte estaba vacío, nadie parecía haber reparado en mi presencia pero el murmullo del gentío que me seguía de cerca comenzaba a hacerse cada vez más notable. Sin embargo, no había noticia de los vagones y no podía esperar demasiado si no quería ser presa de esos lunáticos que habían puesto por encima de todo el darme alcance con algún oscuro fin. Me coloqué al final, lo más alejado posible de la entrada para tener capacidad de reacción. El tiempo parecía haberse detenido, los escasos dos minutos que habían transcurrido desde mi llegada parecían aparentar una eternidad en la que me jugaba mi pellejo. Por fin escuché el estruendo lejano del tren que llegaba aunque confundido con el alboroto de pasos y empujones de la multitud que había asomado por el andén con afán de llegar hasta mí. No había nada que hacer, si no quería ser una presa propicia para esa marabunta tenía que saltar a las vías y alejarme por los oscuros túneles del suburbano. Me lancé sin pensármelo y mis perseguidores hicieron lo propio aunque, tal y como estaban carentes de voluntad, la mayoría fue arrollada por el convoy que acaba de llegar. Yo, por suerte, tuve la habilidad necesaria para esquivarlo y huir alocadamente hacia una oscuridad profunda que pareció engullirme.

Nacho Valdés

jueves, enero 24, 2013

Inevitable (Vol. 11) FIN

Me conoces bien
sabes lo que más me duele
que no aguantaré otro combate
y mucho menos un desastre

Sabías que saldría por ahí
el estado de desgracia
con las luces encendidas
era el camino más fácil

No es por amar
sino por amor
que todo se vuelve confuso

No es por saltar
sino por caer
encima de esta montaña de problemas

y caer de pie
y caer de pie

Que bien
aquellos que caen de pie
y mantienen el estilo
sin un solo rasguño

Son dioses
con cuerpos inmantados
ojala fuera como ellos
ojala tuviera sus poderes

No es por amar
sino por amor
que el camino se bifurca

Hay que saltar
tienes que saltar

aunque nunca caigas de pie
aunque nunca caigas de pie

miércoles, enero 23, 2013

Ordinaria Polaroid

MÁTOTE SI ME MIRAS....

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (67)

El bueno de PECKER nos vuelve a sorprender en su nuevo disco con temas bailables y molones. El primer single es "No (todo lo que no)" y tiene como invitado especial en el videoclip a Paco Albert (OJO AL MINUTO 01:00)

martes, enero 22, 2013

Palabras Usadas

Cuando David Bowie escribía All the young dudes para ofrecer su ayuda a Mott the Hoople no podía imaginar que estaba a punto de crear un hito musical del glam-rock. Hoy, cuarenta años después, sigue vigente y fresco como el primer día. Y gran sorpresa, también Bruce Dickinson, el vocalista de Iron Maiden, hizo su  cover de este temazo; al loro con su interpretación en el video musical, impagable junto a sus colegas malotes y melenudos.





lunes, enero 21, 2013

Ordinaria Polaroid

George Best vive en mi


En el ángulo muerto Vol. 176



El solitario


Los escasos doscientos metros que separan la entrada de mi empresa de la boca del metro me hicieron olvidar el incidente de la mujer, no le di más importancia de la que tenía o aparentaba tener: una tipa rara que me miraba desde la seguridad que le procuraba la distancia. Mi creatividad se desbordó durante unos instantes y me imaginé levantándome de mi sitio en el vagón y acercándome a esa mujer que me había incomodado para cantarle las cuarenta, me hubiese encantado pero tenía claro que entre mis virtudes no se encuentra la capacidad para resolver las problemáticas de una manera directa. Aún así, y puesto que me daba igual ese asunto, lo olvidé y me puse a reflexionar sobre lo que sería mi jornada.
Tenía un par de cosas urgentes que introducir en la base de datos de la empresa aunque sabía que si me daba prisa y trabajaba como soy capaz, tendría tiempo de sobra para chatear un rato y acordar una partida multitudinaria con algunos amigos y conocidos. Así que nada, esa mañana fatal me puse temprano a trabajar, conecté mi móvil a la emisora M80 y el teclado empezó a echar humo; deseaba fervientemente dejarme algo de espacio para organizar la partida de la tarde. Parecía una especie de contrarreloj en la que vencía aquel con una mayor cadencia de tecleo, las yemas de mis dedos volaban sobre los caracteres que sin cometer errores acariciaban la superficie del teclado; daba la impresión de estar componiendo una sinfonía informática guiado por algún tipo de inspiración superior. Cuando comencé a escuchar al resto de compañeros llegando ni tan siquiera levanté la cabeza, no me interesaba lo más mínimo lo que esos mediocres que me rodeaban pudiesen hacer o comentar. Además, normalmente yo era el blanco de sus burlas y bromas y desde hacía un tiempo prefería hacer como que no existían, era mejor concentrarme en mis cosas y llevarme los bonus que la empresa ofrecía por rendimiento. Malditos ignorantes, les odiaba profundamente aunque, por suerte, el lugar en el que trabajaba era lugar de paso para toda clase de individuos que no dejaban huella ni recuerdo. Yo, sin embargo, sí que me veía cercano a dejar mi impronta en ese estúpido rincón de la ciudad.
Tal y como había proyectado, tras un rato de dedicación intensiva tenía resueltos los asuntos más urgentes. Podía dedicarme las últimas dos horas a conversar con mis compañeros de partida. Me conecté a nuestro chat privado y me encontré con Warrior33, Nickyjonas y Leming, con la que no coincidí fue con Princesa élfica y debo reconocer que me llevé un chasco. En los últimos tiempos nos habíamos dedicado a hablar en un apartado y realmente habíamos conectado, los dos éramos almas solitarias e incomprendidas unidas por su pasión al rol y los juegos de ordenador. De hecho le había compuesto un poema en lengua élfica que esperaba poder entregarle en mano pues también era de la ciudad, quizás algún día reuniese el valor suficiente como para poder hacer algo tan osado. Me imaginaba a mí mismo como algún héroe de la Tierra Media, eliminando a mis malvados compañeros y consiguiendo el amor de mi compañera de partidas. Más allá de mis fantasías, el caso es que, hablando con los que había encontrado, acordamos hora, tipo de partida y tratamos sobre nuestras últimas adquisiciones tecnológicas. Para cuando hube terminado ya prácticamente era la hora de recoger y comencé a hacerme el remolón a la espera de poder irme.
Fue en ese momento en el que esperaba el instante para largarme cuando levanté la vista de mi monitor y me espanté ante la situación que me rodeaba. En un primer momento ni tan siquiera lo entendí, estaba tan fuera de lo cotidiano que no entraba dentro de capacidad de raciocinio. El escenario con el que me encontré fue el de toda la empresa sin excepción, incluidos superiores, personal de limpieza y algún proveedor, mirándome fijamente. No es que estuviesen observando algo indeterminado en la zona en la que me encontraba, era que clavaban sus ojos en los míos y me hacían sentir absolutamente incómodo y desprotegido. Mi primera reacción fue la de reírme estúpidamente, algo que me pasaba de forma habitual cuando hablaba con gente desconocida o me sentía presionado. Como ninguno de los presentes cambiaba la expresión pregunté nervioso qué sucedía pero nadie movió un músculo, todos seguían con sus pupilas fijas en mí. Comencé a agobiarme de forma alarmante y a retroceder hacia la salida mientras me llevaba mis cosas intentando vigilar mis espaldas, debía tratarse de algún tipo de broma pesada que parecía estar yendo demasiado lejos. Por fin alcancé la salida y todo el mundo continuaba atravesándome con la mirada mientras avanzaba hacia mí, bajé corriendo las escaleras y salí a la calle en un intento de tomar aire; me encontraba al borde de un ataque de pánico.

Nacho Valdés

viernes, enero 18, 2013

Out the Air

Para este viernes un poco de Blues-Rock setentero de la mano de los Soledad Brothers, banda de Ohio que recupera sonidos cercanos a los Rolling o The Faces y que seguro agradará a todos los corazones hambrientos.
Buen fin de semana.


jueves, enero 17, 2013

Inevitable (Vol. 10)

Las cosas
que él daba por sentadas
están hoy
todas puestas en pie

Y desde
su privilegiada posición
las observa
convertidas
en montaña nevada

Su pasado
transformado
en una bola de acero
que arrastra
cada día
y remienda de noche

El muro
que los separa
no está hecho de piedra
sino de un material
sensible a la luz
y la oscuridad

Ella
siempre
le hace sentirse desnudo
desprovisto
de misterio
anulado
como un juguete
con las pilas gastadas

Aunque
a veces
el viento da la vuelta
y los árboles del bosque
se contorsionan
como monstruos de circo
y le devuelven
el sabor
de aquel verano
donde
no importaban
las decisiones
sino
los abrazos
junto
a la leña quemada
de los cuerpos mortales

miércoles, enero 16, 2013

Delaletra









La denuncia como excusa para novelar

Javier Mestre, novelista novel, nos presenta su Komatsu PC-340, relato combativo muy adecuado para estos tiempos necesitados de voces discordantes que asuman la responsabilidad de denunciar el andamiaje abusivo que se esconde tras nuestro aparente estado de bienestar.
En mi opinión, el máximo valor de esta obra se encuentra en establecer una ficción sobre una base real acaecida en Madrid hace pocos años. La ambientación se ubica en las obras de la M-30 que, durante un período infernal, destrozaron la vida, el patrimonio histórico y el medio ambiente de la capital. La enorme herida, ya cicatrizada aunque con toda seguridad aún provocando profundos dolores, fue capaz de arrancar el Manzanares de su curso e incluso de devorar la vida y esperanza de decenas de obreros ilegales que dejaron su esfuerzo para garantizar un futuro a los suyos. Este porvenir prometido, en muchos casos, tal y como se encarga Javier de poner sobre la mesa con valentía y arrojo, se vio desgajado de ninguna posibilidad debido a los despotismos y corruptelas que campan a sus anchas en este país de pandereta y folclore cañí que se cree europeo y cosmopolita pero que en realidad sigue anquilosado en las viejas formas.
El escrito, pulcro y ordenado, narra una historia de amor que crece al amparo de la descomposición política y social que indefectiblemente se produce en torno a los enormes movimientos de dinero que desarrollan las obras públicas. Si algo debo reprochar, por hacer una crítica más completa, es que en ocasiones el ritmo se vuelve un tanto forzado y artificioso y los personajes, por tramos, no me resultan creíbles por resultar estereotipados cuando se enfrentan a situaciones muy por encima de las posibilidades marcadas desde la caracterización desarrollada por el autor.
Con todo, Komatsu PC-340 se devora con rapidez y abre un enorme campo de posibilidades para Javier Mestre, prometedor narrador del que se espera una segunda novela que seguro superará a la de su debut.

martes, enero 15, 2013

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (66)

El pobre Camilo ha sufrido esta semana la visita de unos cacos en su casa de Madrid. Además del robo de diversos enseres pasó cuatro horas amordazado (me lo imagino desnudo y sin peluca). Es un tío que siempre me ha caído bien aunque hoy en día esté considerado un friki que vive recluido en su mundo particular (igual que Bowie???) Dado que en mas de en una ocasión he acabado, a altas horas de la madrugada, cantando alguna de sus canciones, hoy debuta en la disquería con uno de los temas que le llevó a la fama "Vivir así es morir de amor"

lunes, enero 14, 2013

En el ángulo muerto Vol. 175



Días raros


Llevo años dedicado a la informática. Bueno, más que a la informática a los videojuegos y a todo lo que eso conlleva. De hecho, desde que vivo solo es mi único vínculo con la realidad y con la gente y, aunque me critiquen, debo decir que no hay nada como conectarse en red con mis amigos mientras echamos una partida cada uno desde su rincón del mundo. Me pongo los cascos, me siento frente al monitor y así podría pasar semanas mientras nos matamos unos a otros en la realidad virtual. Algunos ya hemos desarrollado una sólida amistad aunque, puesto que vivimos en zonas dispares, no nos hayamos visto en persona y probablemente no nos conozcamos nunca directamente.
Mi vida transcurre tranquila, sin sobresaltos y prácticamente sin contacto con la humanidad. Solamente me cruzo con la multitud cuando vuelvo del trabajo o cuando voy a la compra o cosas por el estilo; en los últimos tiempos he descubierto los placeres de hacer mis pedidos al supermercado a través de internet, nadie te molesta y el repartidor supone la única relación que debo mantener. Creo que he llegado a desarrollar algún tipo de fobia social, supongo que estará diagnosticada y que tendrá nombre pero paso de ir al psiquiatra o al psicólogo; nunca me ha preocupado el ser un excluido social puesto que vivo con esa etiqueta desde que iba al instituto. Me da exactamente igual, yo soy feliz con mis cibercompañeros de juegos y con el trabajo que conseguí y que me permite dar rienda suelta a mis gustos.
Sin embargo, llevo las últimas horas tremendamente preocupado. Ya no sé si lo que está sucediendo a mi alrededor es cosa de mi imaginación o si realmente está sucediendo pero lo que tengo claro es que el equilibrio que había encontrado se ha roto en mil pedazos y me enfrento a una situación insólita y horrible para un individuo como yo que detesta el contacto humano. No sé cómo seré capaz de superarlo o si tendrán que ingresarme en alguna clínica o algo por el estilo, no tengo valor ni para bajar a la calle y me encuentro a la espera de que caiga la noche para irme a dormir y esperar que esta horrible pesadilla termine de una vez. Aún así, será mejor que comience por el principio pues tengo la impresión de que no se me está entendiendo.
Como todos los días me levanté muy temprano, es algo que hago desde que era pequeño y no me resulta para nada un engorro. Además, si trabajo en el primer turno puedo llegar a casa para comer y dedicar la tarde a mis videojuegos con la cibercomunidad. Pero bueno, esto no viene al caso, la situación iba embocada al hecho de que la rutina diaria comenzaba a cumplirse y ya paladeaba las sensaciones que experimentaría después de siete horas introduciendo datos, códigos y fichas de clientes y demás. Sí, me paso siete horas frente a un ordenador introduciendo palabras, nombres y direcciones que para mí no tienen ningún sentido pero que me permiten ganarme el sueldo y vivir en un pequeño apartamento. En el trabajo soy el mejor, estoy desde las seis de la mañana hasta la una y me pagan por el número de caracteres que introduzco en la memoria descontando los errores que se puedan producir. Rara es la ocasión en la que me equivoco y, puesto que tecleo a toda velocidad, soy capaz de ganar todas las primas que ofrece la empresa a sus trabajadores por lo que no puedo quejarme de mi nómina. Por añadidura, puedo utilizar el equipo de la empresa para descargarme novedades por internet y comunicarme con mis ciberamigos. Los jefes deben estar contentos, me meto en mi cubículo y no levanto la vista de la pantalla hasta que salgo por la puerta; el turno en el que estoy me permite no relacionarme con nadie y, como soy uno de los más veteranos, mi puesto está alejado del resto de compañeros con los que comparto horario.
Puesto que voy en el metro prácticamente solo, debí sospechar que algo iba mal cuando una mujer de mediana edad que estaba en el vagón contiguo no me quitaba la vista de encima. La tipa, que llevaba un libro en el regazo al que no hacía ni caso, me taladraba a través de las puertas acristaladas que separaban los vagones del metro. Nunca he sido un héroe y siempre he tenido dificultades con las mujeres por lo que me acobardé cuando esas pupilas parecían atravesarme y, puesto que no tenía que esperar más que un par de paradas, bajé la vista y salí mansamente al andén sin volverme atrás. Algo en mi interior se despertó en ese instante pero decidí apartar esas señales que luchaban por hacerse notar, preferí, a pesar de que algo extraño estaba sucediendo, hacer oídos sordos y largarme a trabajar.

Nacho Valdés