jueves, marzo 31, 2011

Retratos (Vol. 32)

Hoy me visitó una vieja amiga y su cuerpo
era todavía un arma demoledora a la que nadie podía sobrevivir.
Entró en la sala y las columnas temblaron empujadas
por la onda expansiva del vaivén de su cintura.
Había modificado sutilmente el color de su pelo
dejando reflejos rojizos que resaltaban sus enormes y profundos ojos.
Estaba más allá que cualquier otra mujer.
Ella era consciente de su poder y casi no hizo falta que dijera nada para que el muro se resquebrajara.
Me susurro que aun pensaba en nosotros como en una partida inacabada
en la que ella guardaba la mano ganadora.
Asentí. ¿Qué podía hacer sino?
Hubiese prendido fuego a mi casa solo por verla entre mis manos otra vez
sin nada que la cubriese más que piel y huesos rotos.
Se presentó en miles de formas pero siempre se llamó Sara.
Sara la dorada, la indomable, la lasciva, la intocable, mi Sara, de noche, de día
ardiendo, volando, comiendo, amando.
Sara cuando amaba no pedía ser querida.
Así como vino, desapareció pues algo como ella no está hecho para durar...

Dinamiten los campos donde planté mis flores pues si vuelvo a ellos será con el corazón y los bolsillos rotos. Podrán visitarnos las malas compañías que, a fin de cuentas, son las únicas que dejaron huella en nosotros. Y todavía espero el amanecer en el Puerto de Santa María, donde todo empezó a reconstruirse…

miércoles, marzo 30, 2011

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (9)


El arista que hoy nos visita en la disquería eléctrica lleva en la vida del Muchacho desde el año ochenta y cuatro cuando llegaron a sus oídos los primeros acordes de “Escuela de Calor”. Desde entonces, el olfato eléctrico ha seguido el rastro sonoro del trovador Auserón por los diferentes proyectos por los que ha pasado. Primero con el rock elegante e inteligente de Radio Futura, seguramente el mejor grupo de rock en español, posteriormente con su alter ego Juan Perro con el que ha editado cinco discos y que nos ha permitido viajar por Cuba ,México, Jamaica o Nueva Orleans y mostrarnos estilos tan diferentes como el son, el tex-mex, el reggae, el bolero, el rock o el jazz. También ha tenido tiempo para perderse con las Malas Lenguas, proyecto musical junto con su hermano Luis en los que versionaban y adaptaban clásicos eléctricos de todos los tiempos y también en la revisión de las canciones de Radio Futura y Juan Perro con Original Jazz Orquestra del Taller de musics de Barcelona.
Con la idea de que mis amigos lectores puedan tener una visión global de lo que este tío ha aportado al rock de este País, he pensado que lo mejor era seleccionar una canción de cada una de las pieles que se ha puesto este gentelmen del rock.
PD.: Como hecho histórico-anecdótico os contaré que allá por el año 78, Ariel Rot, David Bowie, Santiago Auserón y el que os escribe nos citamos bajo la luna llena de Ibiza y firmamos un pacto con el Diablo para permanecer durante el resto de nuestras vidas jóvenes, cuerdos, elegantes e intensamente atractivos.

RADIO FUTURA

JUAN PERRO

LAS MALAS LENGUAS

SANTIAGO AUSERON Y LA ORIGINAL JAZZ ORQUESTRA

martes, marzo 29, 2011

Hoy traigo a esta bendita sección un experimento llamado "El Wilco de Templeton". La banda cántabra Templeton se atrevieron hace unos años a versionear el "Shot in the arm" de los de Tweedy. Todo ello fue grabado y editado en este videoclip que os pongo bajo. No es fácil abordar el repertorio de Wilco pero estos chicos del norte le pusieron ganas y talento y les quedo una cosita muy apañada.
Ahi va:

Templeton


Wilco

lunes, marzo 28, 2011

En el ángulo muerto Vol. 96



Respuestas

Debieron pasar tres o cuatro días, no lo podría asegurar pues la pequeña estancia en la que me encontraba no me dejaba percibir el transcurrir del tiempo de forma adecuada. Lo que única que tenía claro es que me comenzaba a sentir con más energía y que tendría que recuperarme del todo para llevar a cabo la encomienda a la que yo mismo me había sometido. Maté el tiempo tomando notas en mi cuaderno y, entre comida y comida, que eran las únicas referencias que iba marcando mi organismo, pasaba las horas mirando por la ventana y escribiendo sin parar. Tenía la impresión de que la novela fluía de mí hacia afuera, como si estuviese desbordándome por llevar demasiado tiempo cautiva.
En el exterior los cambios también se acumulaban con rapidez. Dejó de nevar, lo que dejó un increíble paisaje blanco en el que no se veía ni tan siquiera un animal, solo silencio una superficie uniforme. Sin embargo se trataba de una nevada temprana y, creo que fue al tercer día, comenzó a llover con fuerza lo que provocó que los tonos blancos se tornasen grises y después de un tono marrón pues todo comenzó a embarrarse. El agua creo que me volvió más creativo pues su tamborilear sobre la cubierta de madera parecía motivarme a escribir al ritmo incansable que iba marcando, también cargó la pequeña cabaña de melancolía pues de alguna manera mi parte alemana, a pesar de que nunca los había experimentado, echaba de menos los días grises y oscuros que daban comienzo al invierno.
Del extraño viejo que me había acogido no había ninguna noticia, la última vez que habíamos hablado parecía haberle ofendido profundamente y no tenía ni idea de cómo me lo encontraría tras su prolongada ausencia. No tenía la más remota idea de dónde podría encontrarse, si estaría bien o mal o si se había olvidado de mí. A pesar de la avanzada edad que evidenciaba estaba claro que era un tipo duro que estaba acostumbrado a lluvias, nieves y demás inclemencias alpinas. Estaba seguro de que no tenía motivos para preocuparme pero, independientemente de lo que dictaba mi cerebro, algo no terminaba de encajar. Tenía claro que cuando le hablé de mi abuelo reaccionó airado y pareció confundirse pero su reacción se me antojó desmesurada. Yo, por lo que pudiese pasar, me mantenía bien alimentado, me había aseado y estaba a punto por si tenía que salir disparado del refugio que me había prestado.
Había decidido dejar la cabaña y salir en busca del anciano, tenía la certeza de que él atesoraba respuestas que me vendrían muy bien para el texto que no paraba de manar de mí. Únicamente necesitaba datos concisos que me ayudasen con la ficción, algo así como un apuntalamiento que me permitiese hablar con cierto conocimiento de causa. La noche previa a mi partida había dejado todo preparado para al alba salir a la montaña, cenaría lo que encontrase hasta atiborrarme y después de dormir profundamente saldría a caminar por las rutas que se perdían entre los picachos. Sin embargo, a mitad de mi sueño el sonido de la puerta me despertó sobresaltado. El anciano me instaba a seguirle con movimientos prácticamente espasmódicos y yo no sabía cómo reaccionar. Me vestí lentamente mientras el hombre, visiblemente azorado, me observaba desde una banqueta. Cuando me hube vestido la luna era la única iluminación que había en el exterior, al abrir la puerta el aíre gélido nos golpeó y comencé a seguir el paso acelerado que el tipo comenzó a marcar tras el haz de la linterna que había encendido. Me llevó colina arriba, entre peñascos sobre los que tenía que hacer equilibrismos para no caer y, por fin, tras una dura marcha llegamos, antes de que saliese el sol, a un refugio para los animales durante el invierno. Una pequeña construcción de piedra con un techo de teja. Entramos y no conseguí ver nada, únicamente un extraño sonido llamó mi atención pues parecía algún animal que yo desconocía. El viejo encendió una pequeña luz de gas y el lugar se iluminó pobremente, en una de las esquinas había un joven maniatado y visiblemente torturado. El viejo se acercó hacia él y se puso detrás suyo mientras el tipo arrodillado me observaba con ojos suplicantes. - Estos, -comenzó a decir – son los culpables de la nuestra aniquilación.
Yo no daba crédito, la vieja luger que había sacado apuntaba a la nuca del muchacho y se movía en virtud de los arrebatos del viejo. – Gente como esta fue la que mató a tu abuelo. – Me espetó a la cara. No tenía ni idea de lo qué hablaba pero no podía dejar de escucharle. – Tu abuelo murió porque le falló la munición…
- ¿Qué tiene que ver eso con este tipo? – Dije señalándole.
- Otros como este puto judío, - gritó más que hablar – escupían en los casquillos de la munición que tenían que fabricar en las factorías nazis. Tu abuelo murió en el frente porque no tuvo capacidad de disparar, su arma no funcionó por culpa de los malditos judíos que, en lugar de agradecernos el que les dejásemos vivir, saboteaban la producción.
No me dio tiempo a reaccionar, el viejo apretó el gatillo y los sesos del pobre muchacho salieron disparados en todas direcciones. Lo único que me venía a la cabeza es que tenía una magnifica historia.

Nacho Valdés

viernes, marzo 25, 2011

10 Personas en las que MARC puede confiar (Vol. 3)

Marc, el tio David siempre te dará buenos consejos sobre: saber estar encima de un escenario, destilar clase y anticipar tendencias músicales en sus discos. Además ha vivido grandes experiencias personales que seguro te enriqueceran.
Ahora está de retiro espiritual pero ... quién sabe qué nos deparará el mañana

Es hora de encontrar a los Héroes...

jueves, marzo 24, 2011

Retratos (Vol. 31)

Marc se despierta y yo no voy a dormir
no tendré que esperar para verte hasta mañana.
Marc me confiesa que ha decidido cambiar
sus horas de descanso por sesión de gimnasio.

Y todos le conocen ya…
Todos te conocen Marc porque has traído luz a este portal
Y se ha encendido toda la ciudad, se ha encendido toda la ciudad.

Marc se despierta y yo empiezo a vivir
y vivo despertando desde que estás conmigo.
No sé que más te podría pedir
si lo que fui a buscar tú ya me lo has traído.

Y todos le conocen ya…
Todos te conocen Marc porque has traído luz a este portal
Y has reinventado la palabra hogar, has reinventado la palabra hogar.

Marc se despierta y yo empiezo vivir…
Marc se despierta y ahora ya soy feliz…
Marc se despierta …

miércoles, marzo 23, 2011

Delaletra





La genialidad tristemente apagada

Para mi gusto existen ciertos universos literarios a los que conviene volver una y otra vez, algunos son patrimonio de una comunidad o escuela y otros nacen en virtud de una única mente privilegiada que rompe con los esquemas de una generación lírica. Ejemplo de este último tipo de creaciones es la que desarrolló durante su corta existencia el chileno Roberto Bolaño, autor sobre el que ya he tratado pero con el que merece la pena realizar una infinidad de reencuentros.
En esta ocasión recomiendo la lectura de la obra La literatura nazi en América, especie de monografía que trata de abarcar la producción literaria de extrema derecha en el continente americano. En este ensayo, que tiene un gran ritmo y no cae en una pesada enumeración de datos, se pueden rastrear, desde finales del siglo XIX hasta el siglo XXI, aquellas obras literarias que sirvieron de soporte a conservadores, fascistas, nacionalsocialistas, extremistas de corte tradicionalista, los barras bravas argentinos, skin head americanos, la hermandad aria, los ángeles del infierno y demás elementos que conformar ese espectro político que Bolaño tanto detestaba.
Mediante un entramado biográfico que une creaciones literarias con publicaciones y éstas, con personajes de todo tipo con un peso político radical muy definido hacia la derecha más reaccionaria. Se analiza la prosa, la ficción, la poesía y el articulismo con innumerables referencias bibliográficas que permite al lector realizar una valoración adecuada de lo que estos movimientos han supuesto en la historia reciente del viejo mundo.
Lo que mejor hace Bolaño, desde mi punto de vista, es el tratamiento anecdótico de estos personajes que permite un acercamiento amable al planteamiento del ensayo. De todas formas, el chileno se guarda más de un as en la manga que le permiten ir un paso más allá de todo esto que estoy describiendo. Para mí La literatura nazi en América se ha convertido en una obra de referencia de ineludible lectura y de la que, por enigmático que parezca, no puede revelar nada más. Lo mejor es que cada uno se enfrente a esta creación por sí mismo y descubra sus innumerables recovecos, todo un placer para los buenos lectores.

Nacho Valdés

martes, marzo 22, 2011

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (8)


Siguiendo la senda de clásicos de la música de entregas anteriores, esta semana nos quitamos el sobrero y hacemos una reverencia al rey del soul, Mister Ray Charles. Ray nace el 23 de septiembre de 1930 en Albany, Georgia. Ciego desde los siete años por un glaucoma que su familia no pudo tratar por razones económicas no fue un impedimento para ser un autodidacta del piano, aunque también recibió clases de música en braille en la "St Augustine School", un centro para invidentes. Al fallecer sus padres tuvo que ganarse la vida como músico lo que le llevo a empezar a tocar en clubs hasta que consigue colocar un disco en las listas de su país, y en 1951 obtiene su primer Top Ten, gracias a “Baby, Let Me Hold Your Hand”.

Su forma tan peculiar de tocar el piano y sus cualidades vocales, junto a una correcta mezcla de músicas de New Orleáns con gospel y blues, conforman el estilo propio de Ray Charles, con el que encandiló al mundo entero.

En los años cincuenta, Ray Charles obtiene importantes éxitos, entre los que destacan “Hallelujah I Love Her So” y que hoy suena en la disquería eléctrica.

Ray Charles fallece el 10 de junio del 2003.

lunes, marzo 21, 2011

En el ángulo muerto Vol. 95




Hoja de ruta

Seguí con la mirada al hombre que se acercaba hacia el lugar en el que me encontraba. Caminaba con dificultad entre la ventisca y, paso a paso, su figura se iba haciendo más nítida entre los copos de nieve que caían con fuerza cabalgando sobre el viento. A su alrededor se formaban pequeños remolinos blanquecinos que le obligaban a sujetarse con fuerza el embozo, como si se resistiese a que las tremendas corrientes le arrancasen su protección. En el interior, sin embargo, el ambiente estaba caldeado y en la estufa chisporroteaban los troncos a medio consumir que me permitían estar prácticamente sin ropa y únicamente cubierto por una gruesa manta. Únicamente las embestidas del viento, que de vez en cuando golpeaba con fuerza las paredes y el techo, rompían la atmósfera tranquila que nada tenía que ver con la tormenta que se estaba desarrollando fuera, en las montañas.
La puerta se abrió y unos cuantos copos arrastrados por la brisa hicieron presencia en el calor ajeno al frío exterior, inmediatamente cayeron al suelo y formaron unos pequeños charcos. Yo, un tanto nervioso, me levanté de golpe en un intento por recibir al hombre que se presentaba frente a mí y que con toda probabilidad me había salvado la vida. El rápido movimiento provocó que me marease profundamente y que casi me cayese al suelo de bruces, tuve que volver a sentarme en una de las sillas que había en la estancia. Mantuve la mirada baja pues no era capaz de levantar la vista, todo me daba vueltas y una desagradable sensación de mareo y vértigo me impedía cualquier acción que no fuese la de mantenerme sentado mirando fijamente a un punto del suelo de madera. Oí como el tipo que acababa de entrar se quitó el grueso abrigo en la entrada y las enormes botas que llevaba. Después, con lo que se me antojó una tremenda parsimonia, fue quitándose una a una las capas de ropa que llevaba para protegerse del gélido ambiente que nos rodeaba. Yo seguía imposibilitado, solo podía mirar de soslayo los pies del hombre que se había quedado en calcetines y se había calzado unas gruesas zapatillas de lana. Se acercó a mí y en un alemán bastante rústico, tanto que me costó unos instantes entenderlo, me dijo que debía mantenerme tumbado si quería mejorar. Me tocó la frente, supongo que buscando indicios de fiebre, y me ayudó a tumbarme sobre la cama con las piernas en alto. Al cabo de unos minutos me encontraba bastante mejor y fui capaz de incorporarme.
Frente a mí, calentando una especie de sopa en un hornillo, el personaje que me había acogido en su pequeña cabaña hacía sus labores sin prestarme demasiada atención. De vez en cuando, como si yo no estuviese delante, soltaba algún monosílabo como contestando a alguna conversación que llevaba consigo mismo y que denotaba la soledad en la que vivía. Yo le estudiaba de manera descarada, algo me decía que era la persona que había subido a buscar. La edad era la adecuada pues parecía ser lo suficientemente mayor como para ser algún tipo de familiar de mi abuelo fallecido, por otro lado, pocas personas se dedicaban a las labores de pastoreo en esas remotas montañas. Le pregunté directamente si se trataba de algún remoto linaje de mi abuelo. El anciano se volvió y me miró con su cara ajada y cuarteada por el paso del tiempo y me preguntó si yo era judío. Me quedé profundamente sorprendido por la pregunta y le respondí que no, el personaje relajó su expresión y siguió con sus labores. Me interrogó acerca de lo que quería de él y le expliqué los motivos de mi viaje y mis propósitos de escribir una novela sobre la historia de mi familia. Él esperó y tranquilamente se sentó en la mesa a tomar la sopa que se había preparado, había puesto un cuenco para mí y me invitó a acompañarle. Cuando estuvimos sentados me fue explicando lo que él consideraba una tremenda estupidez pues consideraba que la historia del pasado que teníamos en común no debía ser contada pues carecía de interés y, además, añadió que era ridículo pues en un mundo dominado por judíos mi historia no tendría ningún tipo de salida. Mientras sorbía la sopa que me había puesto delante llevé la conversación hacia el tema de los judíos que una y otra vez parecía salir a colación. El anciano se levantó histérico tirando los cuencos y gritó que se trataba de una raza maldita que había ocasionado miles de males a los suyos. Después, dándose cuenta de la extraña situación que se había provocado se volvió a sentar y me dijo: “Lo principal es que descanses, has tenido mucha fiebre y estás muy débil. Cuando sea el momento te explicaré todo lo que necesitas saber”. A continuación se puso de nuevo sus ropas y salió por la puerta enfrentándose a la tormenta que nos azotaba. Yo me quedé confuso y sin saber a qué atenerme, alimenté la estufa y observé por la ventana como el viejo se metía de lleno en el frío.

Nacho Valdés

miércoles, marzo 16, 2011

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (7)



“Runaway” fue escrita por Del Shannon en 1961 y llegó a ser nº1 en las listas éxitos de varios países.Shannon era un joven inquieto al que su madre le inculcó su pasión por la música y desde muy pequeño empezó a tener a su guitarra como su mejor amiga. Pese a que tuvo una carrera musical larga, a principio de los 70 el favor del público fue siendo cada vez menor y desapareció de la escena musical, aunque tuvo apariciones en algunos programas de TV y edito un grandes éxitos..
Runaway ha sido versionada en innumerables ocasiones, la mas reciente por Arizona Baby pero a mi entender la única que iguala incluso supera a la original fue la que grabaron a finales de los ochenta los Traveling Wilburys. Estos últimos eran un SUPERGRUPO formado por Bob Dylan, Tom Petty, George Harrisson y Roy Orbison entre otros. De hecho, ante el fallecimiento de este último, se rumoreo que el compositor de la canción podía entrar como nuevo miembro de los Travelling, pero se suicido a principio de los 90 disparándose con su rifle.

Muchacho Eléctrico (madrugando 5:53 am)

martes, marzo 15, 2011

Palabras usadas

El sábado pasado la muerte me miró directamente a los ojos y, como diría Jorge Ilegal, yo me puse de lado. El caso es que salí victorioso de un enfrentamiento directo con la Parca y, como no podía ser de otra manera, tuve una serie de experiencias trascendentales que me llevaron a repasar mi trayectoria vital.
Uno de los episodios en los que me detuve (desconozco el motivo) fue un viaje de Madrid a Oviedo en tren en el que estuve escuchando mi última adquisición de los Rage against the machine: The renegades of funk. El asunto es que ahí me encontré por vez primera con el tema que hoy presento y que, tirando del hilo, me condujo hasta los Motor city five de Detroit, unos salvajes adelantados a su tiempo.
Por otro lado, descubrí recientemente al melódico Jeff Buckley haciendo otra versión de esta tremenda canción.
Valoren ustedes cuál es la mejor. Para mí, todas tienen un punto interesante.





En el ángulo muerto Vol. 94




Pesadillas

El cielo parecía volverse contra mí, caía como un rayo para al segundo volver a elevarse como una centella. Intenté cubrirme con mi saco, envolverme y desentenderme de lo que sucedía en ese entorno que parecía haber perdido toda lógica o sentido. La polifonía que llegaba del exterior de mi precario refugio se multiplicó al instante, parecía un orfeón satánico venido a buscarme. Casi tenía la seguridad de que era el viento, de que nada me sucedería, pero estaba comenzando a tener miedo. Eso explicaba que tiritase sin freno, que mis dientes castañeasen y rechinasen de forma desagradable mientras intentaba controlar las convulsiones de las que era presa. Salí de debajo de la tela, me estaba agobiando y el fuego parecía estar apagándose pues no era capaz de ver más allá de la luz de la hoguera, tenía la sensación extraña y desagradable de que el mundo se había evaporado y solo quedaba la burbuja iluminada por las ascuas que todavía brillaban como ojos de un rojo encendido. No podía aguantarlo, tenía que alimentar el pequeño mundo en el que estaba inserto antes de que se extinguiese y me tragase para siempre. Me incorporé y mi cuerpo se convirtió en una única punzada que me tiró hacia atrás cayendo de nuevo al lugar desde el que me había levantado. Parecía haber recibido una paliza, un apaleamiento que me había dejado malherido en esa inhóspita cordillera perdida. Aún así, me sentía cerca de casa, algo en mí había comenzado a crecer indicándome que estaba cercano a lo que buscaba y, a pesar de que no sabía qué era, estaba próximo y casi podía tocarlo con la punta de mis dedos. Ya lo descubriría. No me importaba estar perdido pues las montañas me mostrarían el camino, sabía que no me fallarían, que cuidarían de su hijo pródigo desaparecido hacía tanto tiempo. Haciendo un gran esfuerzo me levanté, grité como si fuese un animal y estiré mi brazo para tocar el tronco cercano que evitaría que el pequeño cosmos en el que estaba desapareciese tragado por la noche y los ojos rojos que salían del persiguiéndome. Las llamas inmediatamente se avivaron, iluminaron el entorno y comprobé aliviado que el mundo no había desaparecido. Todo parecía seguir intacto, o al menos eso parecía. Yo, sin embargo, me sentía enajenado y extraño. Algo había cambiado en mí, al menos eso era lo que pensaba. Me temblaban las piernas, el sudor gélido rodaba por mi cara y empapaba mi ropa. Miré al cielo, vi la luna brillando y todo se volvió negro.
No sé si fueron días u horas, perdí la noción del tiempo y desperté totalmente desorientado en una pequeña cabaña. Me habían cambiado la ropa y estaba envuelto en unas gruesas mantas que preservaban mi calor. Tenía los labios cortados y la cabeza parecía que iba a estallarme, como si a cada bombeo de mi corazón un martillo me golpease el cráneo. Me incorporé y comprobé que mi físico, a pesar de que todavía estaba dolorido, parecía estar recuperándose pues lo único que recordaba era el dolor que me había asaltado esa noche en la que mis desvaríos parecían a punto de freír mi cerebro. Eché un rápido vistazo a lo que me rodeaba. Una pequeña estancia diáfana pero con lo justo para sobrevivir, una puerta que probablemente daba paso al baño y otra, con aspecto más sólido, que parecía ser la que daba al exterior. Yo estaba en una cama individual en el extremo opuesto a la entrada, cerca de una estufa en la que ardía la leña que caldeaba el ambiente. La habitación era oscura pero acogedora, solo una ventana se abría entre las paredes recubiertas de madera. Me acerqué con dificultades, estaba todavía habituándome a moverme después del tiempo que había pasado en posición horizontal. El vaho me impedía ver el exterior, froté el vidrio y me di cuenta de que no era únicamente el cristal empañado el que me había confundido. El exterior, hasta donde me alcanzaba la vista, estaba cubierto por un manto blanco que seguía aumentando pues la nieve caía con fuerza. Enormes copos silenciosos que se acumulaban unos encima de otros sin que yo pudiese apartar la vista de ese plácido espectáculo. A lo lejos, entre la ventisca, apareció una figura que embozada se dirigía hacia donde yo me encontraba.

Nacho Valdés

viernes, marzo 11, 2011

10 Personas en las que MARC puede confiar (Vol. 2)

El bueno del tito Petty aparece en esta segunda entrega. Siempre dispuesto a ayudar sus colegas, ya sea prestando canciones o acompañando con sus molones Heartbreakers. Tom Petty ocupa un lugar menor en el podio muscial americano. Sin duda está a la altura de Dylan, Young o Cash pero no ha tenido la misma trascendecia que estos a nivel internacional.
Sus rubias melenas, sus andares patizambos, sus guitarras y su buen humor le hacen acreedor del número 2 en la lista de tipos en los que Marc puede confiar.
Una muestra de sus talento :

jueves, marzo 10, 2011

Retratos (Vol. 30)

Hoy llegó tu carta y fue difícil no leerla con prisas y nervios.
Lo primero que dices es que este mes tampoco estarás por aquí,
que el viento te lleva otra vez hacia el sur
donde el sol todavía sale al encuentro de los cuerpos fríos en las noches de verbena.

Llevas contigo una maleta llena de canciones sin principio ni fin, junto con el impulso incontrolado de querer grabarlas y cantarlas de nuevo desde la ventana que comunica nuestras casas.
Los días, dices, se muestran difusos como los rostros desdibujados que los trenes dejan a su paso por la estación de la plaza Real.

Yo, aquí en Valencia, sigo sin poder dormir y he empezado a notar desde hace unos días un peso fuerte en el centro del pecho; un sentimiento que parece haberse solidificado y agarrado a mis entrañas estrechando la entrada de aire a los pulmones.
Cada día respiro un poco menos de este aire que dejaste. La respiración se ha ido apagando con cada palabra disparada desde tu carta y el barco está a un paso de hundirse.
Por todoas estas cosas he decidido no acabar de leerla y en vez eso la he hecho pedazos y la he tirado por el balcón de casa. Los papeles han volado empujados por el viento y me han recordado al verano que pasamos en Lisboa y a aquella foto que te hice bajo un cielo improvisado con cintas de colores.
Entonces me he sentido mejor y he bajado a la calle. Las huellas que alguien ha dejado en el cemento fresco me han hecho llegar hasta la tienda de discos donde nos conocimos. Ya que estaba allí he decidido entrar y comprar unas copias de tus últimas canciones.
No me ha sido necesario hacerlas sonar.
Ya no me afecta la sangre que volcaste en ellas.
Ya no hablan ni de mi, ni de ti.
Son palabras vacías acompañadas de músicas sin alma.
Ya no tengo peso en el pecho y a pesar de todo tendré que esperar un huracán para poder levantar el vuelo de nuevo.

miércoles, marzo 09, 2011

Delaletra



Raymond Carver, figura indiscutible del Realismo Sucio y Minimalismo norteamericano, es el autor de este fantástico libro de relatos. Nacido en el 39 y muerto en 88, antes de cumplir los 50 por un cáncer de pulmón, Carver recorrió los espacios cotidianos de la sociedad americana con un lenguaje claro, directo y sin lujos. Su escritura imitada hasta el hastío consigue en este compendio de relatos momentos literarios de una calidad inigualable. Todas las historias están unidas por un hilo invisible hecho de desolación, poco futuro y por encima de todo credibilidad.
Los problemas con el alcohol y las mujeres acompañaron a Carver desde los 16 años, cuando se casó por primera vez. Más tarde conocería a la poetisa Tess Galagher que se convertiría en su segunda esposa.
Carver pasó los últimos diez años de su vida sobrio, fue entonces cuando publicó Catedral. Su obra no está tampoco exenta de polémica. Según dicen,su editor Gordon Lish, reescribía la mayoria de historias que Carver le envíaba; borraba frases, omitía descripciones hasta que el texto era lo más mínimo posible. Recientemente se han publicado los relatos originales de Carver sin que la mano de Lish estuviese presente.
Con todo esto estamos posiblemente ante el mejor cuentista del siglo XX o al menos eso decia Bolaño.

martes, marzo 08, 2011

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (6)


El grupo de hoy fue banda sonora del Muchacho en su etapa punk, cuando contaba con 14 ó 15 años y era asiduo lector de Pedro Pico Pico Vena. Fue el primer disco, este caso single, que compre con mi paga semanal y durante mucho tiempo me acompaño mientras visitaba los bares del Barrio del Carmen. Interterror fue uno de los poquísimos grupos valencianos punks que nacieron allá por los años 80. Formado por cuatro adolescentes que no superaban los 18 años tuvieron una carrera musical breve, ya que se disolvieron en el año 85. De su legado (un primer single y dos discos) destaca la canción por la que se hicieron famosos y que les llevo a tocar por varias ciudades españolas y agotar las 1500 copias de la primera tirada de su single de debut. Hoy en día está completamente descatalogado y tiene un precio altísimo entre los coleccionistas musicales.
La sección de esta semana está dedicada a Nacho Valdés que también pasó una etapa punki en su juventud.

lunes, marzo 07, 2011

En el ángulo muerto Vol. 93




Despertar

Me sentía tremendamente cansado, como si alguien hubiese apaleado mi maltrecho cuerpo. Las articulaciones, cuando me incorporé, crujieron sonoramente y mi físico tardó unos segundos en adaptarse a la nueva postura. Estaba totalmente desorientado, sin ninguna idea de dónde me encontraba y cómo había llegado hasta esa zona montañosa en la que había despertado. Me costó unos minutos adaptarme de nuevo a la situación que me había llevado a estar en mitad de un bosque entre picos inmensos con su punta coronada de blanco. Tenía la boca pastosa y bebí agua abundantemente sin salir del saco de dormir. Estaba claro que había dormido mucho, demasiado quizás para la hora en la que me había echado a descansar. Estaba, a pesar de las horas que había dedicado a descansar, totalmente dolorido y con una extraña sensación de mareo que no tenía ni idea de si se debía a la altitud o a que estaba cayendo enfermo; lo que tenía claro es que se trataba de una desagradable sensación de la que no podía desprenderme y que me dejaba frente a un dilema que difícilmente podría resolver satisfactoriamente. Seguir adelante o volver atrás.
Finalmente, después de recoger lentamente todos los bártulos que arrastraba conmigo, decidí que lo mejor sería seguir ascendiendo. El sol se ocultaría en poco tiempo tras las imponentes cordilleras que me rodeaban y la noche, con el frío que traía consigo se me echaría encima. Lo más adecuado, puesto que no tenía nada de dinero, ni podía volver a alquilar ninguna habitación, sería recurrir al supuesto familiar que estaba en alguno de esos valles esperando mi llegada. Cargué la mochila a la espalda y me puse a caminar con extremada lentitud en la dirección que marcaba la senda cada vez más escarpada.
Al poco de comenzar la marcha me di cuenta de que difícilmente llegaría a ningún sitio esa noche, estaba a punto de oscurecer pues no caí en la consideración de que las montañas provocaban que los valles se sombreasen con mucha rapidez. Comencé a sentir escalofríos provocados, sin duda, por mi estado corporal lamentable, cada movimiento que daba hacia adelante se convertía en una tortura que se traducía en una infinidad de dolores pequeños que recorrían todo mi cuerpo. Aún así, todavía no había llegado a la zona de pastoreo que me había indicado la enorme mujer del pueblo. Consideré mejor idea intentar ascender lo máximo posible, salir de la zona del bosque que se me antojaba demasiado húmeda y lograr, en la zona de pastos que me habían indicado, hacer una hoguera que me permitiese pasar la noche sin acabar agarrotado. Progresivamente la vegetación se comenzó a volver más escasa, los enormes pinos alpinos iban perdiendo envergadura y, de un bosque tupido que sólo era atravesado por el camino, se iba pasando a un terreno en el que comenzaban a abundar los claros en la vegetación y por el que se podía comenzar a transitar. Estaba claro que estaba alcanzando el destino que me había planteado, los árboles suponían un indicador perfecto de la altitud a la que me encontraba. Repentinamente, tras voltear una curva del camino, los troncos se hicieron raquíticos y se encontraban rodeados por arbustos bajos que hasta ese momento no había visto. El paisaje había cambiado diametralmente y me había quedado claro que había conseguido ascender hasta otra cota de altitud, quizás estuviese cerca del final de una marcha de la que no veía el final.
Tras un último esfuerzo durante el que la oscuridad me envolvió completamente llegué a la zona de pastoreo que me habían indicado. En lo de la humedad del bosque tenía razón pero, sin embargo, la falta de vegetación a mi alrededor provocaba que estuviese más expuesto al viento y eso hacía que la sensación térmica fuese más desagradable. No tenía claro si se debía a mi malestar o a las corrientes de aire que soplaban a mí alrededor pero me sentía realmente mal, a punto de desfallecer por el esfuerzo que me había llevado hasta esa esquina del mundo. Reuní con mis últimas energías algo de leña e hice un fuego que me permitiría pasar la noche un poco más cómodo. La sensación que experimenté cuando me metí en el saco y me tumbé a mirar el cielo cuajado de estrellas mientras comía galletas fue indescriptible, hacía años que no estaba tan cómodo tras la consecución de una meta que, aunque mínima, para mí suponía un importante adelanto. Me fui quedando dormido poco a poco mientras me rendía al cansancio, sin embargo, un extraño sonido me sacó de mis ensoñaciones y me puso en alerta. Tenía la impresión de que alguien, entre las rocas de las montañas, había gritado de forma desgarradora.

Nacho Valdés

viernes, marzo 04, 2011

10 Personas en las que MARC puede confiar

La primera de las 10 personas en las que puedes confiar se llama Nick Lowe. Este señor además de envejecer con mucha clase(es británico claro) ha estado repartiendo buenos temas durante toda su vida. Lowe es un cancionista o artesano de la música. Ha estado arriba, abajo, detrás y delante de este extaño mundo que rodea a las canciones.
Esta es una actuación más o menos reciente donde interpreta una de sus grandes canciones en un programa de TELEVISIÓN.
Espero les guste:

Retratos (Vol. 29)

Nunca aprenderé a olvidar.

Recordaré para siempre tus diez primeros pasos,
La sonrisa de tus dos dientes y los conciertos nocturnos.
Ahora que ya formas parte de mi
y te has convertido en un órgano vital que me hace amarte sin preguntar nada.

¿Y qué fue de la vida que tenía antes de conocerte?
Pues apenas la extraño porque este nuevo mundo,
donde tú gobiernas, es menos plano y más confortable que ninguna otra casa.

Y cuando sale el sol lo hace con tu permiso,
Y cuando las flores se secan lo hacen con tu permiso,
y cuando se va el amor siempre regresa contigo.

Eres todo lo que no tenía
y ahora que estás aquí
recibiremos juntos al próximo invitado
como la arena espera tumbada una nueva ola.

Formaremos parte de un mar en calma
y nunca aprenderemos a olvidar.

Nos quedaremos juntos hasta el final.

Hasta cualquier final

miércoles, marzo 02, 2011

LA DISQUERÍA ELÉCTRICA (5)


Diamond Dogs son un supergrupo formado por diferentes miembros de bandas suecas como los Hellacopters, Maryslim o Facer y que se unieron para dar rienda suelta a las inquietudes musicales que no podían desarrollar en las bandas en las que militaban. El nombre del grupo lo toman del título del disco de 1974 de David Bowie, otro discazo que tarde o temprano pasara por esta sección.
“Up the Rock” se publico en el año 2006 y la carta de presentación era “Generation Upstart” que abría el disco. Un LP donde tiene cabida el sleaze rock , el boggie sureño y el rythm´n´blues, en definitiva ROCK´N´ROLL en mayúsculas y en estado puro.
Si os gustan los Rolling, los Faces o los Black Crowes, estos tios os van a enganchar.
Porque no todo lo que viene de Suecia tiene que ser Ikea, Abba o Stieg Larsson, esta semana la sección de la Disquería viene musicada por los Diamond Dogs, así que suban el volumen y disfruten.

martes, marzo 01, 2011

Palabras Usadas

Nacho Vegas podía ser un familiar hispano de Townes Van Zandt. Podíamos decir que comparten en sus canciones un mismo mundo pesimista, reflexivo y metafísco. Una voz característica e inconfundible pero por encima de todo una presencia animal en el escenario.Nacho convirtió el "Fare Thee Well, Miss Carousel" de Townes en "Que te vaya bien, Miss Carrusel". La adptación al castellano es prácticamente literal. Salvo por algunas pequeñas licencias linguísticas se ha querido mantener el texto pues es, sin duda, lo más atrayente de la canción.
Pasen y vean: