miércoles, diciembre 24, 2008

Colaboraciones 2008 (The Bootleg Series Vol. 51)



In God we trush

No quería despedir el año sin antes tratar a uno de los personajes que, no sé por qué, se había escapado de estos escritos a los que sin duda pertenece. Sí, este tipo cumple con varios de los requisitos que me llaman la atención de la gente pública, además ser un animal televisivo, condición para que aparezca en estos artículos. Este elemento, puede provocar en nosotros las más encontradas sensaciones, desde el odio más absoluto hasta la carcajada más sincera, pasando entre medias por todo el abanico de sensaciones de las que el ser humano puede ser capaz. Aunque el 2008 no ha sido su año, considero que se hace necesario un breve homenaje al presidente saliente de los Estados Unidos, George W. Bush; ese gran tipo.

Un buen día nos despertamos y resultó que el santón e hiperconservador Al Gore, segundón del picaruelo Clinton, había perdido las elecciones americanas por un posible pucherazo en el Estado de Florida. Lo que en un principio era un escándalo acabó por ser aceptado con resignación, y el nuevo presidente, nuestro amigo Bush, fue recibido con vítores y alegrías (sobre todo por los editores de revistas de humor). Se presentaba ante nosotros alguien cuya cara nos resultaba familiar, un tipo cercano y con aspecto de rudo cowboy. De él sabíamos que era hijo de un expresidente, que había sido gobernador de Texas (lugar donde, gracias a su uso de la silla eléctrica, subió la factura de la luz en todas las penitenciarias) y que, esto sí que es gracioso, era hermano del gobernador de Florida (que casualidad). En fin, lo que parecía un mandatario de transición se ha convirtió en uno de los dirigentes con más personalidad de la historia americana.

Lo primero que hizo este tipo fue irse a su rancho en Texas para tocarse las narices; que si voy a cazar un poco, que si corto un par de troncos para la parrillada del domingo, que si me pongo una camisa de cuadros y un par de botas camperas. Parece ser que el punto, durante la primera etapa de su mandato, se dedicó en cuerpo y alma a las vacaciones y a recuperar su maltrecho cuerpo de la obligada promoción electoral. Pero tras esa sonrisa bobalicona y esa expresión ausente, se escondía alguien que iba a poner en jaque a todos los enemigos de Dios y los EEUU.

El destino se había fijado en nuestro amigo, como los héroes trágicos tuvo que superar los avatares de su tormentosa vida para llegar a ser el dueño del mundo civilizado. Tras reponerse de sus problemas con el alcohol, tras ser detenido, echar a pique varias empresas petroleras y ser detenido en varias ocasiones cayó en manos de un reverendo tejano que le indicó el camino de la beatitud y del triunfo. El primer paso fue echarse al ruedo político, el gobierno de Texas se le quedaba pequeño y decidió concurrir a las elecciones generales. Por supuesto alguien de esta calidad humana no tuvo problemas para alcanzar su meta, quizás fue necesario un pequeño empujón familiar pero nada que merezca la pena ser nombrado.

El 11 de septiembre de 2001 mientras leía uno de sus libros infantiles preferidos se produjo el ataque terrorista a los pilares del mundo occidental, Bush despertó de su letargo y se puso manos a la obra para desfacer el entuerto. Declaró enemigo al eje del mal y se puso a invadir países, el primero fue Afganistán (gracias a Bush todos los americanos ya saben dónde se encuentra), después vendría Irak (aquí contaría con la inestimable ayuda de nuestro carismático José Mari). La vida le sonreía, era el que cortaba el bacalao y era la misión para la que Dios le había elegido.

Todos estos acontecimientos que podrían resultar dramáticos con otro personaje, con George tenían su punto de humor absurdo. Siempre con una sonrisa socarrona le hemos visto atragantarse con una galleta que casi le manda al otro mundo, hemos sido testigos de cómo justificaba la invasión de Irak porque Sadam había intentado matar a su papá e incluso ha sido capaz de sacar su faceta de humorista cuando todo el mundo se hizo eco de la inexistencia de las armas de destrucción masiva que supuestamente había en Irak.

Hoy por hoy le queda poco para abandonar el cargo, dejamos atrás a uno de los dirigentes mundiales más dotado para la pantomima y el mimo. La última perla que nos ha dejado, además de la felicitación navideña realizada por sus perros, ha sido la secuencia en la que esquiva los zapatos lanzados por un periodista iraquí. Gracias a esos reflejos y las declaraciones posteriores en las que aseguraba que “podría jurar que se trataba de un 46”, nos ha legado uno de los intentos de magnicidio más graciosos de la historia de la televisión.
Seguro que echaremos de menos al bueno de Bush, espero que no se aburra mucho en su rancho y le de por invadir al vecino.

Nacho Valdés (Invadido por la navidad)

3 comentarios:

Sr. Amarillo dijo...

La verdad es que esta figura merecía un hueco en el hall de la fama de corazones, como los buenos de David Hasselhof (se escribe así) y Chuck Norris.
Recuerdo una entrevista en la que declaraba que lo peor que le había pasado durante su periodo como presidente, que pronto acabará, fue Michael Moore.
En definitiva, un buen artículo con el el me he reido bastante y eso, esperemos que siga haciendo el simio pero, a ser posible, con un menor impacto mundial.

raposu dijo...

Creo que este homenaje está muy merecido, George ha demostrado estar a la altura de lo que se esperaba de él.
Me han sorprendido mucho sus reflejos y la cara de aguililla con la que esquivaba el zapato. También tiene mérito la puntería del zapateador, normalmente hubiera sido un doble tiro en todo el ojo. Claro que habría que pasar el control antidoping a los dos, que hay mucho fraude en todas estas cosas.

¡A ver si Obama nos da también algún material!, con los americanos nunca se sabe...

G.D.B dijo...

Corren un rumor por Texas, que si dices su nombre 3 veces delante de un espejo aparece detras tuya con su sombrero "brokeback" y te hace una de las suyas....

Me alegro de que ya no sea presidente. Le daremos una oprtunidad a Obama, pero esta claro que a presidente de un pais no se llega siendo un buen samaritano y menos en Estados Unidos.