martes, abril 01, 2014

En el ángulo muerto Vol. 223



Notificaciones

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Estaba realmente satisfecho de la manera en que había llevado el asunto del agente Esteban, no se le había ocurrido hasta ese instante pero casi resultaba más positivo que se quedase al margen de la investigación para que poder dedicarse a la persecución implacable de don Manuel. En ese instante vio el panorama más despejado, mandó un correo electrónico a su subalterno y le dio instrucciones para que sacase adelante todo el papeleo que tenía pendiente. Estaba dispuesto a hacer que se arrepintiese de haberle dado de lado mientras arriesgaba su carrera, su familia y su integridad. Le pareció increíble la falta de compromiso a la que había llegado esa persona en la que había confiado ciegamente.
Le dolía la cabeza y el revuelo de la comisaría no ayudaba a que se despejase, consideró mejor salir a seguir con su trabajo de campo para, al menos, escapar del embotamiento en el que había caído. Solicitó un vehículo camuflado, se lo denegaron por la falta de recursos del departamento y, después de mendigar y mentir, consiguió un viejo cacharro que parecía que se iba a caer en pedazos. Cuando arrancó el motor todo el habitáculo vibró dando la sensación de que iba sentado encima del pequeño motor; salió lanzado hacia el palacete. No había tenido la posibilidad de comprar tabaco y paró para hacerse con varios paquetes, aprovechó el momento para llamar a Eva pero no consiguió contactar con ella. Dejó un mensaje en su buzón de voz para que le devolviese la llamada y así quedarse más tranquilo. Sin embargo, lo que realmente le preocupaba y no podía quitarse de la mente era terminar con la trama en la que llevaba ya demasiado invertido.
Llegó a su destino, era pronto y decidió tomar un café en un local que tenía vistas a la entrada del edificio. A pesar del frío húmedo que le hacía exhalar vaho prefirió quedarse en la terraza para poder fumar un cigarro tras otro mientras era incapaz de concentrarse en el siguiente paso que debía dar, le costaba pensar y el dolor de cabeza iba en aumento. Pidió una aspirina al camarero y éste se la acercó con cara extrañada, no entendía qué era lo que había llamado la atención de ese joven flaco que le había puesto un café y una tostada. Se tomó otro café y, sin dejar de fumar, miraba con expresión ausente el portal que vigilaba.
 Después de abonar la cuenta salió directo a la entrada trasera, salió  a su paso la portera miope aunque sin hacerle el menor caso logró esquivarla para meterse en el montacargas. La mujer frenó la puerta y comenzó a exigir al detective el pago de algún concepto que se le escapaba, se acercó a ella intimidante y, sin llegar a decir nada, logró que la señora reculase un par de pasos y mudase su expresión a una mueca estúpida que Vázquez relacionó con la sorpresa. De esta forma, fue capaz de cerrar la puerta del elevador en sus narices.
 Llegó al último piso y se quedó unos segundos expectante atendiendo al rellano de don Manuel, no parecía haber ningún tipo de actividad por lo que subió rápidamente al trastero. Recorrió el pasillo ansioso, deseoso de llegar a su puesto y conectarse al equipo de escucha. Abrió la puerta y entró en el reducido habitáculo, el ambiente estaba gélido pero le daba igual, se sentaría frente a aquel magnetofón el tiempo necesario para que su presa cometiese algún error. Se puso los auriculares y recibió el sonido de la estática con satisfacción, llevaba demasiadas horas sin conectarse y su cuerpo parecía desear estar en esa situación. Cayó en la cuenta de que no había dormido lo suficiente en los últimos días, no era capaz de recordar cuándo había sido la última vez que se había tumbado en su cama para descansar unas horas. En ese instante escuchó el sonido de la puerta de don Manuel, alguien había llegado y por la hora de la mañana en la que se iba a producir esa posible reunión debía tratarse de algo importante, sonrió con satisfacción y se congratuló de encontrarse en ese instante en su puesto; estaba deseando que sucediese algo que cambiase el curso del trabajo que estaba desarrollando.

Nacho Valdés

1 comentario:

raposu dijo...

Pues nada, ahí seguimos escuchando...