La clarividencia del pasado
Quizás uno de los autores contra los que incomprensiblemente
he mantenido más prejuicios es contra Baruch de Spinoza. Desconozco los motivos
pero, debido a su fama de racionalista recalcitrante y de escritor árido, me ha
costado unos cuantos años acercarme a su obra. Sin embargo, tras vencer los
reparos que atesoraba y que me impedían valorar convenientemente a este ensayista,
me he sumergido en la que considero es una de las reflexiones políticas más
contundentes de la modernidad.
El Tratado teológico
político intenta, sin ambages ni concesiones a los poderes establecidos,
mantener una separación neta en relación al poder temporal y espiritual; dos
dimensiones que venían entremezclándose de manera confusa y partidista desde el
Medievo. El caso es que el pensador flamenco presenta una serie de
razonamientos, inspirados en una exégesis bíblica totalmente libre, que invitan
a la dispersión de los poderes religioso y político pues, si bien el primero es
fundamental para la salvación de las almas, el segundo se hace imprescindible
para la buena dirección del Estado y sus súbditos y, en su opinión, esta
mezcolanza no hace otra cosa que lastrar ambas facetas sin que ninguna de las
dos logre realizar sus funciones de manera adecuada.
Que Spinoza lograse publicar esta obra en la época en el
siglo XVII se debe a varios porqués. El primero y fundamental está en que residía
en Amsterdam donde, después de la ocupación española de corte católico, se
vivió con la independencia de las Provincias Unidas un paréntesis de libertad
de pensamiento que fue aprovechado por infinidad de intelectuales con desigual
fortuna pues muchos de ellos no engrosaron con su trabajo el acervo cultural
occidental. No es el caso de Spinoza que, aunque no logró en vida el
reconocimiento que merecía, ha sido restituido por el paso el tiempo y sus
reflexiones han alcanzado el estatus que merecen.
Si El tratado
teológico político sigue reimprimiéndose es por un motivo muy simple: sigue
vigente. Está claro que el poder espiritual no tiene el peso de antaño y que su
influencia social sigue otros vericuetos pero, si hablamos por ejemplo de
ideologías (que a su manera también suponen una dogmatización), se puede
establecer un paralelismo en relación a la época de Spinoza. De esta forma, el Tratado spinoziano es aplicable a
ciertas situaciones actuales y, probablemente, en su particular visión
podríamos encontrar soluciones a problemas acuciantes del presente.
En definitiva, una obra fundamental que debiera ser
apreciada por todo aquel que tienda a la reflexión política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario