miércoles, octubre 17, 2012

En el Backstage Vol. 35




Valencia Über Alles

Los dioses del rock parecieron confabularse cuando el Muchacho me informó hace ya unas cuantas semanas de que el enorme Jello Biafra iba a pasarse por la Sala El Loco de Valencia. Como todo parecía demasiado bonito para ser verdad intenté confirmar el rumor pero resultó imposible, cuando ya lo daba por perdido resultó que se confirmó el evento; el 8 de octubre, a eso de las diez y media de la noche, estaría a menos de quinientos metros de mi casa una de las leyendas vivas del punk de San Francisco.
La noche de marras me encontraba un tanto nervioso, un cosquilleo en mi estómago demostraba la cercanía de mi ídolo y la consumación de un encuentro por el que llevaba esperando prácticamente un par de décadas. Los Dead Kennedys, sin su inconfundible líder, ya habían girado por la geografía española perdiéndome en aquella ocasión el show pero, en esta ocasión, para Jello no había excusa; estaba decidido a hacer lo que fuese necesario para poder verle de una vez por todas en directo. Al final no tuve que hacer nada especial (menos mal), todo encajó a la perfección y simplemente me tomé la molestia de comprar la entrada por adelantado.
Según avanzaba el tiempo, las cloacas parecieron abrir sus compuertas y los punkis más sucios de toda la ciudad comenzaban a acercarse a la zona del Loco Club. Todo se inundó de crestas, camisetas rotas y chupas de cuero con la curiosa confluencia de gafipastis cuarentones pertenecientes a la generación original de los Dead Kennedys que también hicieron el esfuerzo de acudir en manada. Curiosamente, aunque volaron vasos y botellas de agua, ninguno de los modernuquis que se había reunido se enzarzó con las ratas punkis que atestaban el local. Total, el aforo se dividía más o menos a partes iguales entre modernos y tiradetes más clásicos.
La sala, como es habitual, sonó a las mil maravillas aunque los teloneros se empeñasen en poner a prueba nuestra capacidad auditiva y las posibilidades sonoras del local. Se trataba de un power trío de chavaletes que practicaban el giro de melena sobre sus cuerpos tatuados mientras su sonido saturado y distorsionado hasta la desfiguración atronaba al personal. Aunque ponían cierta actitud, evidenciaban una absoluta falta de aptitud musical que suplían con una guitarra que chillaba como si la hubiesen apaleado. El cantante, al tiempo que golpeaba el mencionado instrumento, aullaba a la luna algo ininteligible que se perdía entre el horrible sonido. En fin, hardcore rápido de la más baja calidad.
Por fin, tras el castigo recibido, apareció el enorme Jello Biafra ataviado con una especie de batín confeccionado a base de collages de prensa. Salió corriendo y despidiendo por todos sus poros la vitalidad y carisma que siempre le han caracterizado y, a pesar del evidente paso del tiempo, se le veía en forma y motivado. La banda, los Guantanamo School of Medicine, compuesta por guitarra solista, guitarra rítmica que ayudaba en los coros, batería y bajo sonaba totalmente engrasada y evidenciaba la complicidad que se había establecido en gira y ensayos. El sonido, cercano al proto-punk de los Kennedys, también tenía matices propios y se veía como el señor Biafra disfrutaba de sus entregados y profesionales acompañantes. El show cumplió con todos los requisitos que se esperaban: tuvimos la consabida performance del líder, mímica y trabajo de clown y, por supuesto, contenido político que Jello Biafra se encargó de traducir al español en un cuaderno al que recurría para explicar las temáticas de las que trataban las canciones.
Todos los presentes, incluido el jovencísimo Jacobo y su bella madre, disfrutamos de un artista nato que ha hecho de la música el canal con el que trasmitirnos un mensaje que a todos nos afecta. Por supuesto, a lo largo del recital se fueron intercalando éxitos atemporales de los Dead Kennedys como Nazi punks fuck off, Kill de poor y, como no podía ser de otra manera, la irrenunciable California Über Alles llegando al colofón de Holiday in Cambodia en la que la sala se rindió al grupo de forma definitiva.
Se trató de una noche increíble en la que disfruté de lo lindo de un Jello Biafra que no falló a la voz y que nos ofreció todos los ingredientes que esperábamos, seguro que ninguno de los asistentes salió defraudado.

Nacho Valdés

3 comentarios:

Sergio dijo...

Verguenza debería darte haber llevado a tu esposa a semejante evento en su estado.

¡Pobre Jacobo la que le espera! Menos mal que su tío siempre tendrá a mano un buen tema de los Wilco para evitar males mayores....

Gran crónica para una gran noche...

Muchacho_Electrico dijo...

Mas vale ser punki que maricón de playa.
Gran crónica de un descerebrado que lleva a su chica, enormemente preñada, a un concierto con riesgo de botellazo.
Menos mal que cuentan por ahi que cuidaste de Laura cual Kevin en el Guardaespaldas

cristina dijo...

Enhorabuena por ese embarazo bestial!!!

Excelente crónica

Saludos