Valencia. 3
de Enero de 1997
El Gran Hermano Militar
El suicidio de un joven de 31 años destapa el fracaso de un proyecto militar de mejora de la conducta.
Hoy se encontró el cuerpo sin vida de Jesús Costa Sánchis (31)
en el pabellón número nueve de la base militar de Rota con un cuchillo clavado
en el pecho. El fallecido, diagnosticado
oficialmente como esquizofrénico residual,
fue el principal acusado de la
muerte de Elia Vázquez Malla (29) en 1994.
El fallo del juicio de aquel asesinato terminó con el traslado de éste al Hospital Psiquiátrico del pueblo de Bétera. Sin embargo, la influencia institucional del padre del acusado, el ex militar Pedro Costa Peiró, consiguió que se trasladase al paciente a las dependencias de la base militar de Rota para introducirlo en un novedoso programa militar de tratamiento de la conducta y la mente humana. El joven, ha vivido encerrado los tres últimos años de su vida en una de las habitaciones privadas de la base militar en un entorno que imitaba a la perfección el círculo vital del sujeto; vigilado por cámaras las 24 horas del día, recibía medicación puntualmente junto con visitas programas de especialistas psiquiátricos . Este particular programa médico-militar trata de reforzar los estímulos del paciente recreando a la perfección el entorno más cercano del individuo con el objetivo de recuperar viejas conexiones neuronales que este tipo de trastornos provoca en la mente del enfermo. Durante dos años los médicos han estado midiendo los avances de la mente del paciente y archivando datos, estadísticas sobre el comportamiento de este. Las primeras muestras de la enfermedad, según han comentado fuentes cercanas al caso, aparecieron a raíz del fallecimiento de la madre del joven, cuando este tenía diez años, en un accidente de avión y fue allí también donde la figura de su padre se reforzó convirtiéndose en el único referente vital para el joven.
Los médicos que vigilaban las evoluciones del paciente
han declarado que perdieron el contacto con la habitación durante tres horas
por un fallo técnico y que ese lapso temporal fue decisivo pues fue cuando
ocurrió el suicidio. Los propio médicos, una vez ha saltado el caso a dominio
público, han confesado el fracaso absoluto del proyecto así como la nula
mejoría en la mente del sujeto. “Todos los días contaba como había matado a
aquella pobre chica ahogándola con sus propias manos y estaba claro que no se
arrepentía de ello” han declarado trabajadores de la base militar. El fallo del juicio de aquel asesinato terminó con el traslado de éste al Hospital Psiquiátrico del pueblo de Bétera. Sin embargo, la influencia institucional del padre del acusado, el ex militar Pedro Costa Peiró, consiguió que se trasladase al paciente a las dependencias de la base militar de Rota para introducirlo en un novedoso programa militar de tratamiento de la conducta y la mente humana. El joven, ha vivido encerrado los tres últimos años de su vida en una de las habitaciones privadas de la base militar en un entorno que imitaba a la perfección el círculo vital del sujeto; vigilado por cámaras las 24 horas del día, recibía medicación puntualmente junto con visitas programas de especialistas psiquiátricos . Este particular programa médico-militar trata de reforzar los estímulos del paciente recreando a la perfección el entorno más cercano del individuo con el objetivo de recuperar viejas conexiones neuronales que este tipo de trastornos provoca en la mente del enfermo. Durante dos años los médicos han estado midiendo los avances de la mente del paciente y archivando datos, estadísticas sobre el comportamiento de este. Las primeras muestras de la enfermedad, según han comentado fuentes cercanas al caso, aparecieron a raíz del fallecimiento de la madre del joven, cuando este tenía diez años, en un accidente de avión y fue allí también donde la figura de su padre se reforzó convirtiéndose en el único referente vital para el joven.
Por su parte, el ex militar Pedro Costa no ha querido hacer declaraciones, ni dejarse ver. Tampoco han hecho declaraciones los familiares de la joven asesinada. Sin embargo, las reacciones políticas no se han hecho esperar y desde la oposición se pide una investigación del caso al ministerio de defensa, con el fin de aclarar qué tipo de experimentos y se practican en la base militar y con qué legalidad.
Desde el campo de la medicina, todas las declaraciones efectuadas por reconocidos psiquiatras y psicólogos han ido en la misma dirección, desautorizando con firmeza este tipo de métodos represivos de la libertad.
El entierro del joven Suso, como se le conocía familiarmente, se llevará a cabo este mismo mediodía en la propia base de rota. Durante la próxima semana se espera una comparencia de prensa para aclarar los datos de la investigación y las características propias del caso.
2 comentarios:
Grandisimo e inesperado final de la historia de Suso. Ha sido un placer leer cada una de las entregas.
Enhorabuena
¡Que cabrón! Esto sí que no me lo esperaba...
Me viene a la cabeza la visita de los falleros y me imagino a unos militares planeando la estrategia para hacerse pasar por dichos sujetos.
Muy bueno.
Abrazos.
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