martes, diciembre 14, 2010

En el Backstage Vol. 23



Refugio para poetas y perdedores

Los días transcurridos desde el último concierto al que había asistido me pesaban como un lastre del que no era capaz de desembarazarme, algo palpitaba en mí y no era otra cosa que la llamada musical que se avecinaba en Valencia. No sin ciertos nervios me dirigí a la Sala Mirror para conocer, de una vez por todas, a Quique González. La cosa es que experimenté algo que no me sucedía desde mis primeros conciertos, mi estómago estaba agarrotado por el estado de incertidumbre en el que estaba sumido y no era capaz de mantenerme tranquilo. De alguna manera me sentía como un adolescente que se había escapado de casa para ir a una fiesta y no tenía claro si esto estaba motivado por el hecho de que no había visto nunca a Quique, porque hacía mucho que no iba de concierto o porque no quería salir defraudado de la actuación de un tipo en el que tenía colocadas muchas expectativas.
Al llegar a la sala fui templando mi ánimo y, tras embucharme un buen güisqui, me pude colocar en una esquina cercana al escenario pues el lugar no estaba tan abarrotado como esperaba. El caso es que estaba bajo las tablas esperando a que comenzase la función, el público más bien madurito dejaba de lado los agobios y el asunto se presentaba realmente prometedor. De repente, bastante puntual, salió Quique pertrechado con su guitarra acústica y, después de saludar a la concurrencia, abordó el que sería un increíble concierto cuajado de buenos momentos. La ocurrencia de salir en un principio solo fue todo un acierto pues, según iban incorporándose sus músicos, la actuación iba ganando en complejidad y riqueza. Abordó de manera magistral, pero no exclusiva, su último disco Daiquiri Blues. Digo que no en exclusiva pues dejó espacio para los cortes clásicos que todos estábamos esperando y que no dejaron indiferentes pues fueron coreados por todos los que allí nos habíamos reunido. Debo decir, para hacer justicia a la verdad, que salvo alguno de los presentes en los que me incluyo, gran parte del público se sabía de memoria las nuevas canciones. Esto último puede considerarse un éxito rotundo para un artista minoritario.
La Sala Mirror, hacia la que albergaba ciertas reticencias por conciertos anteriores, sonó maravillosamente y la acústica nos permitió disfrutar de todos los matices del espectáculo. Me quedó claro que el asunto del sonido es, en primer lugar, relativo al estilo del grupo que esté tocando y, por supuesto, a la calidad interpretativa de sus integrantes. Esto, que puede resultar obvio, quedó de manifiesto gracias al buen hacer de los acompañantes del artista madrileño. Quique se atrevió tanto con la guitarra acústica, como con la eléctrica (sonó maravillosamente roquera Hotel los Ángeles), así como con la armónica y los teclados. Por otro lado, llevó a un tal Raya a la guitarra solista que clavó cada una de las notas de las grabaciones de estudio y abordó sin complicaciones el pedal steal para aquellos temas más folk que así lo requirieron; por otro lado, se llevó a un virtuoso del órgano Hammond, un bajista que también se atrevió con el contrabajo (instrumento este último que me apasiona por su sonoridad y dimensiones exageradas) y una percusión que también estuvo a la altura de la noche. Cabe destacar que Quique, del que pensaba que quizás naufragaría en asuntos vocales, estuvo más que esplendido en la ejecución de sus temas y que su característica voz fue capaz de llegar a todos los rincones de la Mirror.
Lo mejor sin duda, más allá de todos los elementos destacados hasta esta línea, fue la atmósfera de complicidad que fue capaz de crear a nuestro alrededor este tipo menudo que sin parecer proponérselo se comió el escenario y la noche valenciana. De entrada parece que lo que va a abordar le va a quedar grande pero, en cuanto comienza a hablar, deja claro que como artista tiene unas tablas inmensas que le permiten superar cualquier contingencia. A pesar de no ser un gran erudito en ninguna de las suertes que ejecuta; ya que no es un gran guitarra, no tiene una voz increíble, no es un gran pianista y seguro que ni siquiera domina la armónica pero, sin embargo, es capaz de crear un ambiente en el que todos los presentes participamos. Toda una creación que hace que te sientas cómodo y como si le conocieses de toda la vida. Esto, por supuesto, viene dado por la capacidad de evocación que contienen todas sus letras. El punto fuerte de este artista. Parece, y no creo estar exagerando, que ha cogido pequeños fragmentos biográficos de cada una de las vidas de los que ahí estábamos para devolvernos unas canciones que parecían hablar de todos los que allí nos habíamos juntado. De esta forma creo que todos los que asistimos nos pudimos identificar con alguna estrofa o alguna situación que nos trasladaba a un pasado cargado de melancolía.
En definitiva, un gran concierto que me ha hecho más converso si cabe del gran Quique González.

Nacho Valdés

10 comentarios:

vega dijo...

Me ha encantado!!

Sergio dijo...

Quique gana en las distancias cortas. Sus canciones aguantan el asalto de la guitarra y la voz. Transmite emociones con poco. Yo lo supe desde la primera vez que le vi.
Me alegra que cada día que pasa sea más numerosa la legión de seguidores del bueno de Quique.

Veo que fue una gran noche. Prometo no faltar a próximas citas si Marc me lo permite.

SALUDOS

laura dijo...

Fue un concierto precioso.Lo único que faltó fuiste tu Sergio, porque gracias a tí conocimos a Quique.
Tengo que decir que no me defraudó y que tocó todas las canciones que más me gustan! Gran crítica que hace justicia a una gran noche. Me ha gustado mucho, cariño.
Un beso.
Laura.

Sergio dijo...

Gracias ya tendremos otras noches para disfrutar....

besetes

Anónimo dijo...

Despues de 8 0 9 conciertos de Quique, nuncalei una critica tan apasionada como esta. Chapeau¡¡¡

Angus dijo...

Excelente crítica. Yo sentí lo mismo cuando le fui a ver la primera vez. Quique te sorprende y supera, con creces, las expectativas que tienes sobre él. Tal vez, he echado de menos en la crítica más conocimiento sobre los músicos (musicazos) que lleva. Saludos.

Anónimo dijo...

Preciosa crítica! He disfrutado de esos conciertos tan íntimos que ofrece el maestro y esos pedazo de músicos que lleva; el genial Mario Raya hermano del genial Carlos Raya, el virtuoso Toni Jurado a la batería (también ha tocado con la maravillosa Rebeca Jiménez), Julián genial tecladista y al bajo y contra bajo su inseparable Jacob!

Marlon dijo...

que buena crónica.

y creo que el descubrimiento de tu blog me va a encantar.

xaum dijo...

Fue brutal!!!
Aqui teneis el set-list:

01. Aunque tu no lo sepas
02. Doble fila
03. Día de feria
04. Palomas en la quinta
05. La ciudad del viento
06. Bajo la lluvia
07. Cuando estes en vena
08. Deslumbrado
09. Me agarraste
10. Nadie podrá con nosotros
11. Kamikazes enamorados
12. Hasta que todo te encaje
13. Miss camiseta mojada
14. Averia y redención
15. Te lo dije
16. Vidas cruzadas
17. Salitre
18. Restos de stock
19. Suave es la noche
20. Y los conserjes de noche
21. La luna debajo del brazo
22. Hotel los ángeles
23. Pájaros mojados
24. Pequeño Rock & Roll
25. Cuando eramos reyes

Anónimo dijo...

A mí me pasó prácticamente lo mismo que narras...cambia el lugar pero las sensaciones son increíblemente similares.
También fue mi primer concierto con Quique.
Espero repetir pronto :)