Marilyn se encendia con muy poquita mecha, bastaba un par de besos y una fila de cervezas. En primer lugar, comenzaba por dar vueltas sobre su propio eje para después caer en los brazos de un afortunado escogido al azar.
El maldito destino me privó, un día tras otro, de poder soportar su peso, jamás mis brazos evitaron su caída. Eso sí, en mis sueños yo era el eje sobre el que Marilyn danzaba para más tarde romperse en mil pedazos. Podría haber sido mi chica, hubiese dado todo lo que tenía, podría haber vendido mi alma al diablo, robar a un niño, hasta incluso votar a los jodidos republicanos por ella.
Algunos decían que ella era ya una flor marchita y pasada de vueltas, pero yo siempre la encontré enigmática y atrayente, como una herida que no cicatrizaba por mucho alcohol que le vaciase encima, mi piedra filosofal, mi Hotel California y a la vez la horma de mi zapato.
5 comentarios:
Grande !!
Quiero que sepas que sigo con la idea de que hagamos un libro con estas deliciosas palabras y fotos que los ilustren...
A partir de hoy mismo me declaro un puto fan de Nueva York sin queso. !Qué lírica! ¡Qué belleza! Esto es arte, redios.
Nacho.
^^
ENgancha, engancha, sí señor! Hay que ver creo que todos nos hemos comportado alguna vez como esa tal "marilyn" xD.
gracias friends of mine.
Ivanno, un día los juntamos y vemos que podemos hacer. Juntando todas las que hay en blog y algunos ineditos que tengo por casa se puede llegar a algo.
Serg me ha encantado. Laura.
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