miércoles, mayo 23, 2007

Nueva York sin queso (Reinas del baile)

Cuando era pequeño construí en el sotano de mi casa la maqueta de una ciudad imaginaria llamada Panicon Town. Los materiales que utilicé fueron 4237 paquetes de Lucky Strike que mi padre guardaba en el almacén del trabajo, 16 cajas de botellas de Jack Daniels, algunos miles de recortes de periódicos y toda la colección de Playboy de mi hermano mayor. Llegó a ser todo un imperio, aparecieron clases sociales, submundos que surgian de las alcantarillas hechas con chapas aplastadas de botellas de Coca-Cola. Fuimos creciendo juntos hasta que un día la casa de mis padres ardió sin motivo y con ella mi ciudad imaginaria. Un ajuste de cuentas entra bandas rivales fué la causa directa del incendio. Mi mundo ardió. Fue entonces, contra el tronco del árbol de enfrente de mi casa, donde di mis primeros golpes. En ese mismo instante supe que podría tumbar a cualquiera y me convertí en boxeador.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes un positivo. Besos

Anónimo dijo...

brutalmente cinematográfico este relato. es el principio de una película.
me ha parecido más brutal todavía la primera vez que lo he leído, puesto que lo he malinterpretado -y me ha gustado hacerlo-
Me explico: La casa arde por un enfrentamiento de bandas... ¿Bandas del mundo real o bandas de la ciudad imaginaria que el protagonista había construido, donde ya se habían creado clases sociales?
la primera opción es de un evidente realismo. la segunda, mágicamente inquietante. las dos son buenas y quizás sin saberlo tienes dos relatos

un abrazote
faraó