lunes, mayo 28, 2007
Nueva York sin queso ( Gambetas en el alambre)
Se enciende una luz dramática, fugazmente premonitoria. Extiendes los brazos y miras hacia el cielo, pero apenas ves nada. Estás condenado a una suerte imperfecta y caprichosa. Suena la campana y su insignificante “Ding Dong” retumba en tu cabeza como una bomba atómica. Esquivas un directo a tu punto de referencia. Te toca bailar con las más fea, un nuevo aspirante con ganas de acelerar su carrera dejando fuera de juego al campeón. Dejas a un lado las telarañas que te impiden moverte con frescura, una luz roja parpadeante indica el minuto del pánico. Has nacido para esto. Golpeas. El título se queda en casa.
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