Agitaba los brazos como intentado apartar a algún temor invisible.
Todavía guardaba en su bolsillo pedazos rotos de papel con teléfonos de gente muerta. El pobre Sammy había perdido la cabeza en una de sus últimas incursiones por Vietnam. Su cámara de fotos sirvió de visor para todos los horrores de la guerra. Lo que los demás nunca entendieron fue que a cada disparo de flash también quedaba grabada en su memoria, una a una, todas esas miserias.
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