martes, mayo 29, 2007

Nueva York sin queso (Jesus don´t cry)

Desperté con el coche ya estrellado. Me llevó unos minutos situarme. Vi en el cristal delantero un agujero del tamaño de África, rodeado de sangre. Miré al costado, estaba Sarah destrozada en mil pedazos, con el cuerpo reventado y la vida rota. Intenté levantarme, salir del coche en su auxilio. Fue imposible. El cinturón de campeón de los pesos pesados cayó unos metros más adelante y estalló en mil pedazos. Había sirenas azules y rojas, luces de freno, cigarrillos mal apagados, desierto, 30 kilos de cocaína en el maletero, una chica muerta y 10 millones de razones para pegarme un tiro. Juégatela, valiente.

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