Horas de ausencia
Al ponerse de pie se dio cuenta de que se había quedado
helado, después de estar un tiempo indeterminado tirado en el suelo ya no
sentía la pierna; se le había quedado dormida. Se palpó la extremidad herida y
sintió un terrible dolor que llegaba hasta su cintura, se quejó con un lamento amortiguado
y se incorporó lentamente hasta volver a sentarse en la mesa frente al equipo.
Se puso los cascos y sintió una punzada en la cabeza, probablemente se había
golpeado al perder el conocimiento. Volvió a apreciar el reconfortante sonido
de la estática que llegaba hasta sus oídos, no había señales de vida y, después
de comprobar la hora, tomó conciencia de que difícilmente podría escuchar nada pues
había pasado demasiado tiempo sin sentido. Cayó en la cuenta de que el agente
Esteban no había ido a hacer su turno o, en caso de haber pasado, no había sido
capaz de despertarle.
Daba igual, estaba claro que finalmente solo podía confiar
en sí mismo, ya hablaría con el agente cuando tuviese oportunidad. Decidió
revisar la grabación del tiempo que había estado ausente, rebobinó la cinta y
conectó el aparato. Después de unos minutos encontró el punto en el que había
dejado la conversación de don Manuel con el tipo de promomarketing, siguió con su trabajo a ver si era capaz de
entresacar algo más de ese diálogo. Don Manuel parecía dispuesto a comenzar una
campaña populista de algún tipo y, aunque no dejaba entrever el verdadero
motivo de ese proyecto, todo parecía apuntar a algún lavado de imagen que debía
llevarle hasta la escena política. Aún así, no lo dejaba del todo claro.
Se quitó los cascos y se asomó al ventanuco del pequeño
estudio, en el exterior la noche profunda tocada por el frío invernal había
dejado la calle desierta. Le dolía profundamente la cabeza, como si tuviese un
alambre atravesándole las sienes y no le dejase pensar con claridad. Se
encendió un cigarrillo, le daba igual que le viesen desde el exterior, estaba
agobiado y en ese instante no tenía capacidad para seguir reflexionando en el
caso. Fumó con tranquilidad, tocando su pierna mientras exhalaba el humo,
recordó que don Manuel estaba un piso por debajo y que resultaría realmente
sencillo el acabar con él de un simple disparo. Era algo fácil, solo tenía que descender
los escalones, eliminar a la seguridad y nadie sabría nunca nada de lo que
había sucedido en esa buhardilla. Enlazó otro cigarrillo y continuó fantaseando
con esa posibilidad, estaba realmente frustrado ante la idea de que don Manuel
acabase por meterse en política y esquivando la ley. Aunque, si lo pensaba con detenimiento,
era lo que siempre sucedía con ese tipo de personajes que están siempre
bordeando la legalidad. Era evidente que tienen una tendencia a acabar sacando
partido del sistema, se aprovechan de cualquier fisura que encuentran y acaban
por hacerse un hueco a fuerza de presionar y forzar la situación. Apretó el
puño con fuerza, le produjo una rabia indescriptible todo lo que estaba
descubriendo y decidió que sería mejor dejar la investigación hasta el día
siguiente.
Dejó el equipo tal cual estaba y salió cojeando al pasillo,
fue arrastrando la extremidad hasta el montacargas y sin tomarse la molestia de
vigilar por si había algún escolta en el descansillo tomó la salida. Recordó
que no tenía coche y comenzó a vagar por la calle sin rumbo determinado, se
fijo en el reflejo que le ofrecía la ventanilla de uno de los vehículos
aparcados y cayó en la cuenta de que tenía una pinta miserable. El rostro
pálido y con ojeras violetas, despeinado
y el pantalón destrozado empapado de sangre; si se hubiese encontrado consigo
mismo hubiese cambiado de acera. Finalmente, tras un periplo por las vías desiertas
que no sabía a dónde le iba a conducir consiguió parar un taxi para que le
llevase a su casa. Le quedaba enfrentarse a Eva y, con un poco de suerte,
podría pasar un tiempo con Marcos cuando se despertase. Ese último pensamiento
le provocó la primera sonrisa que recordaba, había estado demasiado presionado
y había dejado de lado lo más importante que tenía en su vida. Se sintió
abochornado y decidido a dar un cambio a todo lo que le estaba envolviendo en
los últimos tiempos.
Nacho Valdés
1 comentario:
Decididamente el más peligroso de esta historia es el agente Vázquez.
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