Hay un retrato tuyo en mi
establecido entre los huesos y la carne.
Coronado de espinas y pintado de todos los colores del verde.
Hay una falda tuya que siempre levanto para buscar cobijo en los días de lluvia.
Querías el mundo y sus noches
yo quería llegar al final del día con fuerzas suficientes para aguantar tu peso.
Y lo hice, en el instante preciso en el que tembló el suelo,
como una señal premonitoria de que lo nuestro era más que una escapada al bosque a escuchar a los poetas.
¿Cuántas veces te he descrito con torpeza que mi forma de amar no admite cuerdas ni reflexiones sino juego limpio y domingos soleados?
¿Cuántas veces has sido lo que en ese momento necesitaba?
Las heridas (que ya no sangran) fueron tatuadas con fuego
pero cuando trajiste la lluvia estancada en tus manos y aquel camión repleto de canciones supe que todo iba a ser distinto y que aquella partida era la definitiva.
Estás aquí dentro del pecho en tu casa construida a medida.
Con vistas al mar como siempre preferiste
y con un camino que parte el agua en dos
y que todos debemos empezar a andar alguna vez.
Yo lo empecé hace un año.
Fue así...
Hoy todavía continúa.
5 comentarios:
La melancolía parece estar agazapada a la cada paso y se va destilando en estos Retratos.
Muy evocador, gran texto.
Abrazos.
hoy vuelvo a leer tu Retratos y me ha parecido genial, muy tuyo. Eres muy auténtico escribiendo y me gusta mucho leerte...lo sabes.
Sigue en esta linea y por favor que estos textos no se pierdan nunca...no dejes de escribir jamás.
Besos y abrazos.
Gracias...
Siempre hacéis que mis cosas parezcan mejores.
Besetes
Se me escapa la risa floja mientras no me atrevo a poner lo que te iba a decir... sí, sí, será mejor así.
Por cierto que la señora inspiración puede que venga mañana, ya vorem.
Un abrazo, amic
Sátiro findelmundista que estás hecho.
Besos también para ti que sé de buena tinta(de calamar) que eres un celosillo incurable.
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