miércoles, julio 20, 2011

Delaletra






La potencia sudamericana

Hoy se ha descubierto, según un sesudo análisis forense que llevaba en marcha desde hace tres años, que el presidente chileno Salvador Allende se suicidó y no fue asesinado por los perros de Pinochet. Esta historia, que parece hundirse en un tiempo pretérito y oscuro, sucedió en 1973 y permite hacernos una idea de la idiosincrasia del continente americano. En ese momento, aquí en España, estábamos desembarazándonos de las pulgas franquistas y comenzábamos a ver la luz al final del túnel. De esta forma, se puede afirmar que Sudamérica lleva un ritmo distinto al nuestro y, por este motivo, comenzaron a caminar en libertad hace bien poco.
Estas características tan particulares se reproducen en la especial sensibilidad de este pueblo hacia las artes pues es de sobra reconocida la música, el cine y la literatura que viene de este lugar tan alejado y a la vez tan cercano a nosotros. En esta última dimensión, la literaria, me ha descubierto recientemente un buen amigo al uruguayo Eduardo Galeano. En su obra de 1989, El libro de los abrazos, se condensan muchos de los rasgos que podemos atribuir al buen hacer de los escritores del Nuevo Mundo. El libro, que está compuesto por decenas de pequeños relatos, aforismos, reflexiones e incluso prosa con trazas poéticas, recorre con una impresionante sensibilidad y estilo literario sin tacha algunos de los puntos clave de la forma de ser de nuestros hermanos del otro lado del Océano. La muerte, la vida, las mezclas raciales, la alegría, la represión, los militares, los exiliados, los ancianos, los jóvenes, los amantes, los odios, el asesinato y los nacimientos se abigarran en un crisol que no parece, en un primer momento, tener sentido pero que, según avanza la obra, se va constituyendo como la radiografía de todo un continente.
Se puede decir que El libro de los abrazos construye uno de los alegatos, en ocasiones disfrazados de denuncia, del mundo americano hispanoparlante. Este es el motivo por el que Salvador Allende, a pesar de la distancia con respecto a Galeano, es adecuado para esta reseña; es uno de esos pequeños relatos que conforman el devenir de un pueblo y que tendría cabida en El libro de los abrazos.

Nacho Valdés

4 comentarios:

raposu dijo...

De verdad que no es con ánimo de enmendarte la plana pero déjame que diga que en 1973 algunas cosas todavia estaban aquí lejos. Muy lejos, a ojos de quienes las vivíamos.

Un servidor se incorporaba a la mili con la buena suerte de que se cargaron a Carrero Blanco unos dias antes de jurar bandera, lo que provocó la muy incómoda sensación de que en vaya puto momento uno cogía el fusil. Aquello pasó, pero unos meses después, en abril del 74, en Portugal inauguraron la revolución de los claveles, vuelta a estar acuartelado porque las revoluciones y los milicos se llevan fatal. Y en verano Franco tuvo su primera tromboflebitis, lo que provocó que fuera sustituido por primera vez por el Principe Juan Carlos. No ganaba para sustos.

Sí, Franco se terminaba, pero créeme, no estaba nada claro como iba a acabar aquello y si nos estábamos desembarazando de algo o viendo venir lo siguiente y, lo que es peor, el lado del que me tocaría ya estaba decidido. Y todavía aguantó hasta noviembre del 75, cuando yo empezaba a recordar sólo los momentos buenos de todo aquello.

Perdona, tu sección va de libros, pero qué quieres, no me queda mucho para cumplir 60 y eso me pone nostálgico...

Nacho dijo...

No pasa nada, una buena historia narrada de primera mano siempre tiene espacio aquí.

Besos.

Sergio dijo...

Ese amigo tuyo que te ha regalado el libro hizo lo mismo conmigo. Así es como conquista.
Me dió por mi cumple un "Galeanazo" que le agradezco profundamente y que todavía leo y releo siempre que tengo oportunidad.
Estupenda recomendación aunque tiene un "pero" que no diré cuál es públicamnete pero que a todos nos afecta.
SALUDOS

paco albert dijo...

Preferiría saber lo que les pone a las señoritas de esbelto y torneado talle antes que a unos melenudos de sensibilidad exacerbada (probablemente como consecuencia de sociopatías diversas), pero ya ves.
Por otra parte advierto cierta novedad en tu adversativa reserva, siendo ésta púbica.