lunes, julio 25, 2011
En el ángulo muerto Vol. 112
Supervivientes
Cuando Manuel Garrido comenzó su escueta narración no pude dejar de atenderle ni un momento, tras innumerables conferenciantes anodinos y de horas de escuchar estúpidas consignas libertarias algo había captado mi atención. Quizás se tratase de su particular fisonomía o, tal vez, de la profunda voz que surgía de esa pequeña caja torácica y que me había embelesado. Con una locución firme, manejando las pausas, interactuando con el auditorio e incluso emocionándose de vez en cuando, manejó magistralmente la media hora durante la que se dirigió a todos los que estábamos reunidos en aquel vetusto salón de actos.
Aunque, al menos en mi opinión, se trataba de un tema profundo e intrincado, la organización lo dejó de lado y se le trató como si fuese subsidiario. Las jornadas se centraban en los redescubiertos líderes de la izquierda más o menos radical que habían regresado recientemente del exilio o de aquellos que, por el contrario, comenzaban una nueva carrera política bajo el amparo de la libertad constitucional que ya se había hecho palpable. Por ese motivo, Manuel solo disfrutó de ese corto espacio de tiempo durante el que, sin entrar en detalles, nos explicó lo que había sido su biografía durante los momentos en los que Europa se encontraba sumida en la medianoche de la historia. Sin lugar a dudas su narración era de lo más rocambolesca y tenía todos los ingredientes de una buena novela o de una película de Hollywood. De hecho, me llamó la atención no haber escuchado hasta ese momento absolutamente nada de ese tipo que decía haber sobrevivido a los campos de exterminio nazis. Sin entrar en demasiados detalles, fue contando cómo había sido capturado cuando su compañía cayó en el frente oriental, cuando comenzaba la liberación polaca. La cuestión es que acabó siendo transportado del frente a un campamento de internamiento para soldados comunistas y, finalmente, de manera extraordinaria, fue trasladado al campo de concentración de Dachau. Parece ser que en este punto le separaron de los partisanos rusos y soldados búlgaros con los que había combatido. Según su versión, nunca tendría la seguridad de si se trató de la fortuna o del hecho de ser un español que se había alistado en la División Azul franquista lo que hizo que sobreviviese ante tanto horror. Según lo que contó, todos los soldados que habían sido internados en el campamento en el que pasó más de dos meses antes de Dachau, habían ido muriendo por inanición, por congelación o simplemente habían sido ejecutados como si fuesen animales. Su intervención terminó cuando el dirigente de la CNT le hizo entrega de un distintivo para la solapa, de una placa conmemorativa y nombrarle consejero honorífico de la organización política. Después el hombre se retiró entre los fervorosos aplausos del público, antes de salir levantó los brazos con presentes que le habían entregado sobre su cabeza y salió por donde había entrado.
Con posterioridad, cuando ingresó en el campo, tuvo un tratamiento similar al del resto de presos comunes y fue obligado a trabajar hasta prácticamente la muerte en las diversas tareas que se les ocurrían a los oficiales alemanes. Según su opinión, se trataba de trabajos serviles que no buscaban otra cosa que el agotamiento de los internos para ir eliminándolos progresivamente. A esta lenta muerte que se iba produciendo día a día, y minuto a minuto, se unía la falta de alimentos que hacían de estos internos una sombra de lo que se considera un ser humano. En otra parte de las instalaciones, según se confirmó tras la victoria aliada, se realizaban las eliminaciones masivas de judíos que llevarían al sobrecogimiento de Occidente. Sorprendentemente, incluso para el propio Manuel, consiguió salir de esa situación y volver a España donde parece ser que pasó unos meses recluido en Carabanchel.
La historia me resultó apasionante y, además del pequeño reportaje, comencé a leer convulsivamente sobre los hechos históricos que rodeaban a la pequeña historia que había escuchado. Estaba convencido a realizar un monográfico o una investigación sobre ese personaje que me había cautivado por su humanidad y entereza y, lo primero que me propuse, fue dar con él para realizar una entrevista en profundidad sobre sus vivencias.
Nacho Valdés
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4 comentarios:
Tus lectores deseamos y esperamos que esta vez el final de la historia esté, como mínimo, tan currado como la introducción...
...cabroncete, que luego te gastas, te cansas y nos largas un "final abierto"... que te conocemos.
Un tipo que lee a Aristóteles cuando va al retrete, como tú, no ignora el concepto de proporción; en este caso entre el planteamiento y las restantes partes de la narración. Así que las expectativas crecen, para nuestro contento.
El relato cual buen vibrador profundiza y da placer.
Eso nunca puede traer nada malo.
Saludos
Enganchado me tienes a esta nueva entrega. Sabiendo que el blog cierra por vacaciones, te agradecería que no nos dejes colgados hasta septiembre y acabes la historia la semana que viene.
Abrazos Eléctricos
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