Ariadna tiene los ojos negros y ve el mundo a través de una pequeña lente. Toma fotos en parte de cuerpos, en parte de almas. Hay siluetas suyas repartidas por todo el planeta. Detiene el tiempo por un instante y nunca sabes qué será lo siguiente, un precipicio interior o un vuelo de cometa.
Ariadna es indescifrable y eso la hace única. Su piel es un mapa de coordenadas dibujadas en un viaje a ninguna parte.
A veces, pienso en ella como en un coche robado que recorre la ciudad saltándose los semáforos y esquivando las balas. Una figura que se desvanece según muere el siglo. Un diamante de los de antes.
Me la imagino cantando al lado del fuego en una playa japonesa desierta. Vestida, tal vez, únicamente con una guitarra rota y un par de cigarros. Algún día le pediré que llene todas mis partes imperfectas en una foto imposible.
Ari despierta en mí y yo duermo en ella.
Sus manos nunca descansan sino que esperan. Son la antesala donde permanecen las cosas frágiles. Eso que sólo vemos a través de una lente propia.
La libertad.
3 comentarios:
Como de costumbre Retratos eleva la lírica de este blog. Excelente escrito que creo intuir de dónde está inspirado.
Enhorabuena friend.
Abrazos.
Bueno...gracias; Las fotos hablan por si solas. Y dicen mucho más de tí de lo que crees.
Yo solo lo intento poner en palabras.
Besetes....
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