Palabras mayores
El contacto con las obras elevadas de la literatura siempre
me produce una enorme satisfacción y, en este sentido, suele ser habitual, para
conseguir esta sensación, el recurso a los clásicos. Sin embargo, existen joyas
contemporáneas que, desde mi punto de vista, solo necesitan tiempo para
conseguir esta catalogación.
En esta dirección apunta Los
detectives salvajes de Roberto Bolaño, escritor chileno que, en mi opinión,
está muy por encima de la producción literaria actual (lástima su desaparición
en plena eclosión productiva). La obra mencionada reconstruye las cloacas y
pasos del realvisceralismo,
movimiento poético sudamericano de tercera fila y nulo éxito. Las desventuras
literarias de los integrantes de este grupo se van componiendo en la novela
mediante los testimonios de una infinidad de personajes que van deambulando por
las páginas magistrales del chileno. Lo fantástico de la estructura es que cada
uno del más de centenar de caracteres tiene su propia voz, su propio estilo que
hace del conjunto una amalgama de testimonios que van dibujando el semblante de
unos protagonistas que nunca aparecen de manera directa. De esta manera, Bolaño
consigue la constitución de un puzle en el que el lector tiene un papel
principal; el de componer una de las innumerables historias metaliterarias que,
a buen seguro, han atravesado el devenir de este campo creativo.
En definitiva, una obra con mayúsculas que se me antoja como
inexcusable y que esconde innumerables dobleces en su elaboración. Secretos
que, por supuesto, suponen un estímulo para el lector.
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