lunes, enero 13, 2014

En el ángulo muerto Vol. 213


Planeando

 
 

 
Esa noche Eva tardó bastante en irse a la cama, habían pasado unos momentos agradables y quizás ahí se encontrase el motivo de su retraso. Pensó que sería una de las pocas ocasiones en la que podría disfrutar de su familia, tenía presente que las siguientes semanas estarían cuajadas de un trabajo desbordante que no le permitiría ni un momento libre. Suspiró profundamente, era conocedor de que esa situación iba  a traerle problemas pero moralmente no podía renunciar al trabajo en el que estaba zambulléndose. Si al menos tuviese la ayuda del departamento, si pudiese dirigir una investigación normal, gozaría de una oportunidad para crear unos turnos que le diesen un pequeño respiro. Tenía la certidumbre de que el tema que había tocado era especialmente sensible y que en ese punto se encontraba la explicación a la problemática; jamás, mientras don Manuel fuese tan influyente, podría hacer una labor policial adecuada.

Un  instante después de que su mujer se quedase dormida en el sofá la despertó con una caricia, le indicó que tenía que ir a la cama para descansar y ella con una sonrisa aturdida obedeció lánguidamente. Vázquez pensó que no sabía lo que se le avecinaba, le dio cierta lástima por no poder compartir con ella lo que sentía pero sabía que era lo mejor, si trataban ese tema acabarían discutiendo como comenzaba a ser costumbre. Dejó pasar un tiempo prudencial y a hurtadillas salió a su coche, llevó al interior la bolsa de deportes y tiró los cacharros que había recogido en el suelo. Comenzó a husmear en ese montón de basura y creyó tener un conjunto adecuado para la vigilancia que se había propuesto, estaba claro que no se trataba de la última tecnología pero si funcionaba resultaría suficiente. Abrió la grabadora y cayó en la cuenta de que no tenía casete mas, por suerte, aún guardaba una vieja colección de cintas que se había negado a tirar en la mudanza y que podía servirle. La había guardado durante años como si fuese un tesoro y, aunque no podía escucharlas pues no tenía equipo, las mantenía acumuladas en una caja a la espera de no sabía qué. Probó el aparato, dijo unas palabras y las pudo reproducir a continuación; se escuchó a sí mismo con nitidez. Conectó el micro e hizo la misma comprobación para dejar patente que también funcionaba adecuadamente, con una sonrisa tiró el cable hasta la habitación donde descansaba Eva y lo conectó a la grabadora en la que también había instalado unos cascos anacrónicos con aspecto de no haber funcionado jamás. Prestó atención y comenzó a sentir la respiración de su mujer, los micros que había conseguido, si bien de un tamaño desproporcionado, tenían una sensibilidad más que notable. Y, por otro lado, aunque tenía el problema de los casetes a lo que había que dar la vuelta cada hora y media de grabación, tenía en su mano la posibilidad de escuchar las conversaciones que don Manuel pudiese mantener en su refugio. Guardó todo cuidadosamente y se fue a descansar, al día siguiente comenzaría el periodo más duro de su investigación.

A la mañana siguiente Eva estaba radiante, había dormido plácidamente y el hecho de que el policía estuviese a su lado al despertar resultó ser un excelente placebo para su relación. Además, cuando le anunció que desayunarían juntos y que incluso podrían dar un pequeño paseo con Marcos no se lo podía creer, le dio un abrazo y un beso en los labios que gozaba de la espontaneidad que habían perdido tiempo atrás. De todas formas, bajo la fachada afable y sonriente del detective, bullía el operativo que tendrían que desplegar para lograr la detención del pez gordo al que perseguía. Confiaba en que el agente Esteban hubiese hecho la vigilancia tal y como le había encargado y, en cuanto se viesen un poco más tarde, podrían comenzar a programar las siguientes jornadas con la novedad del refugio que había conseguido. Recordó que tendría que pasar por el cajero antes de ir a su puesto, seguro que la portera estaba esperándole para que le pagase lo que habían apalabrado e, independientemente de lo caro que le estaba resultando, sabía que esa avariciosa mujer resultaba una pieza clave de su plan maestro.

Nacho Valdés

1 comentario:

raposu dijo...

Oh!, el detective Vázquez, incansable, incombustible, in presionante... nos acompaña en el cambio de año...