El comienzo de la madurez hispana
El pronunciamiento militar, algo recurrente en la historia española
contemporánea, supone uno de los mecanismos mediante los que se hace posible el
acceso al poder en este país de características personalísimas en relación a su
entorno; exceptuando, claro, la cuenca
mediterránea. Sin entrar en pormenores, queda claro que la supeditación
de la política al ejército, tal y como
ha pasado por nuestras tierras durante largos períodos de tiempo, es una excepción
que en el ámbito europeo parece haber sido superada.
Sin embargo, no hace tanto tiempo, el pueblo español estuvo en jaque
durante una larga noche mientras un grupo armado perteneciente a las fuerzas de
seguridad del Estado irrumpía en el Congreso durante la sesión de investidura
de Calvo Sotelo que tomaba el poder que cedía un quemado Adolfo Suárez. El caso
es que ese momento aciago de la historia reciente ha quedado más o menos
olvidado y sepultado bajo toneladas de indiferencia ante los avances
conseguidos en estos escasos treinta años.
Javier Cercas recupera este momento en el ensayo novelado Anatomía de un instante. El autor,
testigo como el resto de adultos del momento de este delicado trance, desgrana
con maestría todos los elementos y protagonistas de este intento de
pronunciamiento que, por fortuna, no
cuajó tal y como habían aventurado sus ideólogos y artífices.
La obra, que partiendo del recuerdo televisivo de Cercas, se detiene en
ese instante precioso en el que el mundo congelado de la memoria individual
muestra todas sus aristas y particularidades. Un Suárez hierático, un Carrillo
cínico y resabiado, el capitán general Gutiérrez Mellado ultrajado y, el denominado por
Carrillo como caballo de Pavía, Antonio Tejero. A todos estos personajes públicos,
se les unen los más o menos oficiosos Alfonso Armada, Miláns del Bosch y el
propio Juan Carlos I.
Cercas se encarga de diseccionar y retratar con habilidad y elegancia a
todos estos personajes y las motivaciones que cada uno de ellos encerraba;
también acomete la tarea de recordarnos que el Estado de Derecho es algo frágil
y efímero que debe cuidarse para que perviva. Para mí la mejor obra de este
autor y una de las mayores creaciones literarias de los últimos años;
imprescindible.
Nacho Valdés
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