lunes, enero 27, 2014

En el ángulo muerto Vol. 215


Bricolaje

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En cuanto se metieron en la pequeña estancia soltaron las herramientas y el equipo sobre la mesa desvencijada. A continuación comenzaron a hacer la selección de los elementos que necesitaban y a proyectar, de la mejor manera posible, el modo en el que debían realizar la instalación. Los dos hombres se movían con lentitud y cautela, tenían la impresión de estar siendo percibidos por aquellos a los que debían vigilar. El detective comenzó a merodear para intentar hacerse una idea de cómo podría recoger el sonido del piso de abajo, pensó que no sería mala idea comprobar la sensibilidad de los micrófonos colocándolos sobre el suelo, a ver si de esa manera eran capaces de registrar algo de lo que sucedía.
Indicó al agente Esteban dónde ubicar el artilugio mientras se ponía los cascos para intentar rastrear algún sonido; no tuvo suerte y no fue capaz de escuchar nada. El detective dudó de que el aparato funcionase, le pidió a su compañero que dijese algo en el receptor. El agente emitió un susurro prácticamente imperceptible para el oído humano pero que retumbó en los cascos, con un gesto de dolor se quitó el dispositivo de su cabeza y decidió que lo mejor sería esperar a que hubiese algo de acción en el piso inferior. Se sentaron en silencio sobre el suelo, manteniéndose a la espera por si se enteraban de algo. Repentinamente, un leve rumor sonó cercano a la pareja sin que ninguno fuese capaz de identificar la procedencia exacta. Escucharon con atención, no sabrían decir qué era pero estaba claro que algo estaba con ellos en la reducida habitación. El detective comenzó a ponerse nervioso pues no entendía lo que estaba sucediendo. ¿Se estarían convirtiendo ellos en la presa? De un salto, que por inesperado le sobresaltó, el agente Esteban avanzó hacia una de las esquinas que se formaba entre las vigas del entramado del techo. El detective no tenía ni idea de qué era lo que sucedía y se mantenía a la expectativa moviéndose nervioso alrededor, súbitamente una nube de plumas comenzó a flotar en el ambiente y el agente se dio la vuelta con una sonrisa en la boca y una paloma entre las manos. Ambos se quedaron maravillados, cómo era posible que les hubiese pasado desapercibido un animal tan lozano y lustroso. De hecho, según el criterio del detective, se trataba del ave de esa especie más voluminosa y de plumón más brillante que había visto. Decidieron que lo mejor sería dejarla volar por el agujero de la cristalera, con un poco de suerte el susto que se había llevado le haría desistir de volver por ese lugar.
Siguieron con la escucha, estaba claro que no tenían nada que hacer si en el piso de abajo no sucedía nada. El detective tomó la determinación de hacer la instalación e ir probando, consideraba que era la única opción con la que contaban. Pusieron en el centro de la mesa la grabadora para después tirar el cable hasta los dos micrófonos que habían situado, según su criterio, de manera estratégica para que no se escapase nada de lo que dijese don Manuel. El plan era sencillo, debían hacer una hendidura en los tableros del suelo sin que llegase a agujerear el techo para, con posterioridad, poner los micros en el hueco que quedase. De esta manera, si todo salía como esperaba, tendría un mejor registro del sonido y la posibilidad de seguir las conversaciones del perseguido. Realizaron la operación son sumo cuidado, a pequeñas rachas que impidiesen localizar en origen del ruido que estaban produciendo. Estaban empapados en sudor debido a la tensión que habían acumulado y, además, la operación resultaba sumamente incómoda por lo reducido del espacio con el que contaban. Finalmente lograron su objetivo, supuestamente tendrían la posibilidad de grabar todo lo que sucediese al otro lado del suelo que pisaban. El último detalle fue cambiar la cerradura del estudio, el detective no se fiaba de la portera y quería evitar a toda costa que algún indiscreto descubriese lo que estaban organizando. Para cuando terminaron ya había anochecido, esa madrugada Vázquez la pasaría intentando desvelar lo que estaba emprendiendo don Manuel.

Nacho Valdés

1 comentario:

raposu dijo...

Habría que animarles a hacer una visita a la NSA...