lunes, junio 03, 2013

En el ángulo muerto Vol. 193



El vestido de novia pagado con dinero negro



-          Ya estamos llegando, no quedan más de diez minutos. –Dijo el chofer mirando brevemente por el retrovisor.
En la parte trasera, los dos hombres trajeados seguían cada uno con sus quehaceres y ni se dignaron a contestar. El joven aparentaba cierto nerviosismo mientras que el otro seguía jugueteando con su dispositivo electrónico en un intento de ocupar su tiempo en algo que pareciese productivo.
-          Siempre que llega el momento me pongo un poco alterado, supongo que se tratará de la tensión previa a algo importante.
-          Esto es importante, no sé si habrán llegado los medios pero tienes que ofrecer una imagen impecable.
-          Ya lo sé, me pongo en tela de juicio con esta comparecencia.
-          Siempre se puede salir de todo, pero este es el primer paso para conseguir entrar de nuevo en el juego.
-          Ya, los que crean que estoy acabado se llevarán una sorpresa cuando comprueben que estoy de nuevo en circulación.
-          En fin, yo ya soy perro viejo y he visto muchas veces este tipo de reapariciones. Es algo habitual, los de tu clase no soléis daros por vencidos con facilidad.
-          ¿A qué te refieres? –Interrogó el joven con curiosidad.
-          A nada en particular, solo digo que la gente ambiciosa siempre está a la búsqueda de los objetivos que se plantean y resulta complicado apartarlos de esas metas.
-          Creo que es cosa de la educación de mi padre, siempre me tuvo en un estado de alerta y competición para conseguir lo que quería.
-          No lo sé, me da exactamente igual –dijo el otro con brusquedad-. Lo importante es el ahora y para eso estoy aquí, tus problemas familiares no son de mi incumbencia.
Durante unos segundos se prolongó un silencio incómodo que el joven no acertaba a romper, no sabía cómo tomarse las valoraciones que acababa de escuchar.
-          Lo que quiero decir –repuso el hombre de las gafas de pasta con tono paciente-, es que debes estar concentrado en lo que se nos avecina pues de este momento depende gran parte del futuro de la campaña –el otro pareció respirar aliviado.
-          ¿Algún consejo de última hora?
-          Ya sabes, sonríe  pero no demasiado pues estamos aquí para denunciar la tragedia y no puedes mostrarte demasiado ligero.
-          ¿Algo así? –El hombre joven ensayó durante un instante con su rostro frente a un pequeño espejo que había sacado del bolsillo interior de su americana.
-          Más o menos –repuso su compañero con aire frustrado- intenta parecer indignado aunque con un toque dinámico y enérgico.
-          Ya entiendo, como si fuese el indicado para la solución de este tipo de problemas.
-          Exactamente –estaba claro que el veterano no estaba por la labor de seguir contemplando el bello rostro de su discípulo.
-          Qué nervios, ya se ve el pueblo allí a lo lejos.
-          Sí –respondió el otro sin levantar la vista.
-          Es más grande de lo que esperaba, yo pensaba que era una zona rural apartada.
-          Ya te dije que esta plaza tiene cierta importancia, en caso contrario no estaríamos aquí. ¿No te parece?
-          Tienes razón, debemos cubrir el expediente con esta población.

El coche había bajado su ritmo, estaban cercanos a la entrada del municipio y la gente con la que se cruzaban por la carretera se giraba para ver el enorme vehículo de lunas tintadas y líneas elegantes; no era habitual por la zona.

Nacho Valdés

3 comentarios:

raposu dijo...

¿vestido de novia pagado con dinero negro? ¿qué vestido de novia? ¿qué dinero?...

nacho dijo...

La inspiración viene de Quique González y su tema Tenía que decírtelo.
Escúchatelo y parte de tus dudas quedarán aclaradas.

Besos

Sergio dijo...

Gansters sin dinero...todos hacen juego

Que interesante se estáponiendo esto...


Saludos