Presidente de la desesperación
El coche volaba por la carretera secundaria, el chofer daba
muestras de un manejo exquisito pues no aflojaba el ritmo y era capaz de
deslizarse por la calzada llena de socavones.
-
Supongo que ya queda poco, hemos dejado hace un
rato la autopista –rompió el silencio el hombre joven.
-
No debe quedar demasiado –el otro no pareció
hacerle demasiado caso y volvió a sumergirse en los datos que mostraba la
tableta que llevaba sobre el regazo.
-
Creo que esto es una estupidez –volvió a la
carga el joven mientras sujetaba ostentosamente el dossier que le habían
entregado.
El hombre de la gafas se giró, dejó lo que estaba haciendo y
le atravesó con la mirada intentando contener el caudal verbal que parecía a punto
de estallar.
-
Quiero decir –balbuceó-, que quizás no sea
imprescindible que me aprenda esta retahíla de datos.
-
Escúchame bien –le interrumpió el tipo mayor-,
eso que tienes entre las manos es lo que supone la diferencia entre el éxito y
el fracaso –su tono parecía haberse relajado-. Si eres capaz de hacerte con este
tipo de informaciones conseguirás hacerte con la gente. Son los pequeños
detalles.
-
Pero para qué quiero saber datos sobre la
producción de cereales de la zona o si hay un índice de paro elevado.
-
Me parece que estoy equivocándome contigo –hizo
una pausa buscando las palabras-, aquí hay que venir con la escopeta cargada.
No sabemos lo que nos vamos a encontrar.
-
Y esto qué tiene que ver con lo que me cuentas
–contestó sujetando los papeles.
-
Eso es tu munición, ¿no te das cuenta?
-
Creo que voy haciéndome la idea –la cara del individuo
joven no mostraba expresión, era como si una oveja mirase los coches al pasar
por la carretera.
-
Ni tan siquiera te acercas a lo que es la idea,
la información es lo que te va a catapultar hacia nuestros objetivos. Si no
sabes a qué te enfrentas no tendrás ninguna posibilidad.
-
Bueno, vamos a una zona rural y creo que seré
capaz de manejar a esa gente…
-
No digas tonterías –le cortó abruptamente-, la
mierda de másteres y carreras que has hecho en las universidades privadas que
te pagó tu papá no sirven de nada a pie de calle.
-
Bueno, llevamos trabajando juntos una buena
temporada y creo que siempre he sido capaz de salir de los atolladeros en los
que nos hemos visto.
-
Ahora es distinto, la has jodido y estás en el
punto de mira.
-
Llevan unos días sin hablar del asunto, parece
que se está enfriando –repuso sin demasiada convicción.
-
No sabemos quién habrá llegado, cuando pasan
estas cosas ya sabes que todos se acercan con el cuchillo entre los dientes y
tú eres la víctima propicia. Te pueden borrar de un plumazo y así se
encontrarán con uno menos en la carrera.
-
¿Y en qué me ayuda el conocer todos estos datos?
-
Así parece que te interesas de manera sincera
por los problemas de la gente, ¿no lo entiendes? El hecho de que sepas con
quién estás tratando te da un grado de verosimilitud que puedes utilizar contra
tus adversarios.
Cada cual volvió a
sus quehaceres mientras el conductor seguía concentrado en el asfalto que se abría
al frente, el vehículo parecía flotar sobre esa carretera alejada de la
civilización.
Nacho Valdés
2 comentarios:
Pues no, ni electricistas, ni mecánicos... pero tampoco brokers.
Yo ya tengo una idea.
Esto promete...y lo hace más acompañado por la banda sonora...
Veremossss
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