jueves, noviembre 18, 2010

Retratos (Vol. 18)

Bailan en el techo lámparas anacrónicas y ahorcados. Los verdugos están terminando de comer y después continuarán con el trabajo. No hay sangre. El fin tiene una reconocible luz difusa, no permite ver el cuerpo que se esconde tras las puertas y debajo de las camas de la memoria. El miedo siempre atenaza, no importa quién seas o quién creas que vas a ser.
Anoche volví a traspasar otros cuerpos, no eran importantes, solo almas sin rumbo, huecos de ausencia. Me llevé lo que pude de esos infelices pero nunca es suficiente, siempre necesito más. Por eso cada noche vuelvo a salir y no regreso al hogar hasta que todo está en el orden que debe. Esas chicas, esos jodidos niños de papá de los parques, toda esa suciedad social debe desaparecer, alguien tiene que encargarse de encauzar la raza, de volver al principio para poder tener un nuevo final. No puedo respirar el aire vomitado por todos esos desechos. Quiero quemar sus huesos y vaciar sus podridas almas.
La primera vez fue la mejor. Esa mezcla de ansiedad e inexperiencia, los ojos asustados de la presa, la sombra de la muerte inesperada, los coches son ataúdes caseros y baratos. En la radio dijeron que un animal atacó a aquella joven pero saben que no fue así. Los diarios mienten o son incapaces de asumir la nueva realidad, la única posible de una sociedad enferma y con plaza fija en el cementerio.
Están ya muertos y no lo saben. El tiempo camina conmigo. Yo soy lo más temido. Yo soy lo único que queda.

1 comentario:

Nacho dijo...

Esto bien podría ser el diario de un psicópata o de Charles Bronson un día que tuviese acidez de estómago, aún con todo, esta sección sigue manteniendo toda su fuerza. Enhorabuena.

Abrazos.