jueves, noviembre 11, 2010

Retratos (Vol. 17)

Comprender tu historia es como tatuarse un nombre ajeno en la piel esperando que algún dia el destino ponga a alguien con ese nombre en tu vida y te quiera y te soporte y sepa arreglar todas tus partes rotas. Aunque eso no suele pasar y lo sabes bien. Yo hace años que espero que vuelva a mi mano la moneda que lancé al aire para decidir el camino que tomar. Y la mayor parte de mi existencia he estado solo metido en un esfera de plástico donde las voces de la ciudad llegan como el ruido de una llave que abre una puerta por la que nadie entra, ni sale, ni mira. Sin embargo, eso no es divino pero tampoco es humano ; mas bien es como estar sentado más allá del bien y del mal en un limbo amueblado por una persona que no sabemos quién es, ni si realmente hizo o hará algo por nosotros. Hace poco encontré un periódico donde salía la foto del cuerpo de una niña destrozado por alguna especie de animal salvaje y no me afectó. Así que decidí coger un cuchillo y clavármelo en el pecho para comprobar si todavía era capaz de sentir algo pero no funcionó, no salió ni una gota de sangre. ¿Cómo explicas eso? ¿Si ya no sangro, ni sufro, ni rió, ni pienso, ni existo por que conservo esta forma humana que me une al mundo? ¿Por qué no desaparece mi carne como antes fueron desapareciendo paulatinamente el amor, el odio y mi vida? Todavía tengo un cable a tierra que no permite irme volando. Solo hay que encontrar unas tijeras lo suficientemente afiladas para cortar esa cuerda invisible.
Ya oigo los pasos tras la puerta. Alguien viene a visitarme. Rezo para que sea ese animal salvaje.

1 comentario:

Nacho dijo...

Los Retratos siempre me dejan intranquilo sin conocer, con certeza, el motivo.

Muy desgarrado. Enhorabuena por tu escrito.

Abrazos.