martes, junio 30, 2009

Wilco (The Album) en las tiendas

Hoy dia 30 de junio es la fecha oficial de salida del nuevo disco de Wilco. Hace un tiempo ya os dije que estuvo colgado en la web oficial para su escucha gratuíta. En el concierto de Madrid estrenaron algunos temas nuevos que no me convencieron tanto, espero que el disco me haga cambiar de parecer.
Os dejo aquí el single elegido para el estreno.

lunes, junio 29, 2009

En él ángulo muerto Vol. 21


Búsqueda

Ni siquiera fue capaz de cerrar la puerta completamente, el pequeño policía que la había pateado la había desencajado de sus goznes, tendría que llamar a alguien para que la arreglase. Con cada pedazo de vinilo que recogía, con cada objeto que amontonaba la frustración de Raúl se acrecentaba. Su pequeña casa había quedado arrasada, por no hablar de su cuerpo que estaba dolorido y entumecido por los golpes recibidos. Le había invadido la tristeza, más que por las pérdidas materiales, por la denuncia que había sufrido. Tenía la seguridad, puesto que no podía ser de otra manera, de que algún vecino había avisado al departamento cultural. No era capaz de creerlo, hasta donde él sabía la relación era buena y toda la población, sin excepción, era conocedora de los excesos de la práctica policial. Alguien cercano le había delatado, no tenía idea de quién ni por qué lo había hecho, pero estaba dispuesto a averiguarlo.
Dejó el apartamento todo lo recogido que pudo, se le había echado el tiempo encima y no quería llegar tarde al trabajo. La ociosidad no estaba permitida, únicamente no trabajaban los presos, los minusválidos y los muertos. Si algo se había logrado en los últimos años era el pleno empleo, aquellos que no trabajaban para una empresa privada, eran utilizados por el Estado por medio de contratos abusivos y sueldos ínfimos. Se consideraba un ultraje contra la sociedad el no contribuir al crecimiento de la misma, se producían continuas exhortaciones y arengas, en cualquier momento y lugar, para alabar las virtudes del trabajo y de una comunidad ocupada y laboriosa. Antes había llegado a creer en el mensaje que insistentemente recibían, se había llegado a grabar en su subconsciente, como si de un mandato superior o divino se tratase. En los últimos tiempos, sin embargo, algo había cambiado, no llegaba a dilucidar de qué se trataba, pero estaba presente como si de un poso de suciedad se tratase. Había intentado limpiarlo, pero no había sido capaz, ni siquiera lo había compartido con sus más allegados, había llegado a sentirse abochornado e inútil. La novedad estribaba en que en estaba empezando a asimilarlo, desde que había asistido a la reunión clandestina, al menos tenía la seguridad que él no era el único que se sentía extraño frente a los demás, distinto a la homogeneidad imperante.
Intentó sacar adelante todo el trabajo atrasado que tenía, no quería ocupar su mente en lo que le había sucedido. Hizo llamadas, imprimió informes y consultó, gracias a la clave que le daba acceso a Internet, algunos expedientes de clientes de su padre. Antes de que llegase el fin de la jornada había logrado terminar todo lo que tenía que hacer, sus compañeros estaban concentrados cada uno en su tarea, así que leyó una de las pocas lecturas a las que tenía acceso. Era un pequeño manual sobre comportamiento ciudadano, fue al capitulo referido al orden social y prestó especial atención al apartado dedicado a las delaciones. Se inquiría a toda la población a dar testimonio de cualquier acto que pudiese ser censurable o prohibido y, por añadidura, se consideraba un deber para con la patria y la comunidad el uso de esta obligación moral. Con una mueca de repulsa cerró en cuadernillo, lo dejó en su mesa y se levantó como si se dirigiese al baño. Se acercó al despacho de su padre, llamó a la puerta y al no obtener respuesta entró cerrando a su paso. Fue directo al pequeño jarrón donde su padre guardaba las llaves de su escritorio, abrió y sacó uno de los pases que daban entrada a los ministerios. Cuando se le había encargado buscar alguna información relevante lo había utilizado para consultar los archivos oficiales. Dejó todo como lo había encontrado y salió a su sitio.
A la salida no cogió el metro que le dejaba cerca de su puerta, en su lugar tomó el autobús que llevaba al centro. Bajó en la parada de la central general de la policía y se dirigió hacia la entrada, pasó bajo el arco detector de metales y, tras enseñar su tarjeta, le cachearon antes de dejarle pasar. Estaba dispuesto a consultar la denuncia que se había presentado en su contra, no sabía qué haría con la información obtenida pero consideraba que tenía derecho a conocer a la persona que le había injuriado. Súbitamente, antes de que pudiese acceder al corredor principal parte del techo se vino abajo, un estallido que le dejó en una burbuja ausente de sonido había provocado que todo el edificio se tambalease. Aturdido y trastabillado, se giró cubierto de polvo y comprobó que la escalinata y pórtico de columnas por donde había entrado estaban totalmente arrasados. Una lluvia de cascotes fue el único aviso que tuvo del segundo estallido, deambulaba ausente con una intención, prácticamente autómata, tomada de forma espontánea por su cuerpo, de salir al exterior. Sus oídos pitaban, se tocó la oreja y la tenía bañada en sangre. Tropezando entre los escombros se dirigió a la luz de la calle que pasaba entre el polvo que se había levantado, a su alrededor había algún cadáver desfigurado, destrozado por la violencia de la explosión. Cuando salió a la luz, blanco por la suciedad que había caído sobre él, sus sentidos comenzaban a responder. Escuchó, aunque no sabía de dónde provenía, el repiqueteo de una ametralladora y pequeñas detonaciones. Instintivamente se tiró al suelo, a su lado silbó una bala que se estrelló contra las ruinas de la institución. En la avenida principal, cubierta de restos del edificio, se libraba un encarnizado combate entre fuerzas del orden y un grupo de civiles armados, se cubrió la cabeza con el maletín y se escondió tras un enorme cascote que tenía cercano. Estaba paralizado por el terror y no consideraba otra idea que la de mantenerse a cubierto hasta que cesase el tiroteo.

Nacho Valdés

El Mundo Vs El Salmón




Os dejo aquí un enlace a la noticia que durante estos días ha estado en boca de muchos. Nuestro salmonete está de gira triunfal por las ciudades mexicanas y se ha visto inmerso en un pequeño affaire. Un ordenador robado, una habitación de hotel destrozada, opiniones como churros ... El Rocanrol no está hecho para idiotas. Una vez más, el diario El Mundo se retrata como un periódico cateto y provinciano.

Efe Eme

viernes, junio 26, 2009

Al infierno se va bailando....


Hoy ha muerto Michael Jackson. Los que crecimos viéndole en televisión y escuchando sus discos le echaremos de menos. Hacía tiempo que estaba perdido, pero quién no lo ha estado alguna vez en su vida.
Esperemos que no se haga mucha sangre en las noticias.
Descanse en peace, Jacko.

miércoles, junio 24, 2009

Confesiones del Comandante Stratocaster Vol. 33

Como ligar en los ’60 – Capitulo 1

Conviene aclarar en primer lugar que los ’60 no son unos años exactos y concretos, son algo así como… un estado de ánimo. De hecho, tengo la impresión que nunca se han ido definitivamente, así que probablemente las cosas sólo hayan cambiado en la apariencia. Comprobémoslo.

El primer requisito para ligar en esa época es que nunca debía parecer que andabas buscando ligue. Un error de ese calibre te clasificaba inmediatamente en la Clase Pringado o incluso, en los casos más graves, Clase Baboso o incluso Tontoelculo.

O sea que la actitud correcta era de una despreocupada suficiencia, nunca excesiva. Eso no debe llevarnos a la conclusión de que hubiera que mostrar indiferencia. No es que la indiferencia no funcionara nunca, a veces sí, pero se podían mandar mensajes equivocados. Había que mostrarse, como mínimo, ligeramente atento a las reacciones, pero teniendo cosas más importantes de qué ocuparse.

Lo difícil eran las dosis. Si te pasabas en la suficiencia podías acabar como Chulodemierda. No era una categoría irrecuperable, de ahí se podía salir, e incluso con determinadas personalidades convenía ser un poco chulillo, pero estadísticamente no era la mejor pose.

O sea, para empezar, era algo así como “yo pasaba por aquí…”, mientras de fondo sonaba, por ejemplo, Otis Redding sin ir más lejos.

lunes, junio 22, 2009

En el ángulo muerto Vol. 20


Castigo

La puerta retumbó, el pequeño apartamento hizo eco de los tres golpes que impactaron contra la entrada. Raúl se despertó sobresaltado, había estado escuchando música hasta bien entrada la noche. La puso muy baja y apagó las luces, decidió disfrutar de su pequeña ilegalidad al amparo de las sombras; dejándose llevar por las melodías prohibidas recordó que guardaba una pequeña botella de licor que le había regalado su padre, del bueno, no del que se podía conseguir con las cartillas. –Abra o echamos la puerta abajo. – La voz sonó del otro lado, imperativa y autoritaria. La puerta volvió a vibrar con los golpes que con fuerzas renovadas acometieron la endeble madera. Se levantó rápido, el dolor de cabeza se le pasó en un instante y se puso una camisa mientras se encaminaba al umbral. – ¿Quién es? – Preguntó sin saber qué hacer. No tenía escapatoria, vivía en una planta alta y la única salida estaba bloqueada. – Abra, no se lo volveré a repetir. – Se produjo una pausa eterna durante la que Raúl se quedó bloqueado, era conocedor de lo que le sucedía a aquellos que eran acusados de sedición, tenía la certeza de que la secreta le había seguido y conocía su asistencia a la reunión ilícita de la que había sido testigo. Movió el pomo, lentamente abrió temiendo encontrar algo terrible del otro lado. En su lugar se dio de bruces con dos tipos, uno minúsculo, con sombrero y gabardina y, el otro, con un traje negro y gafas oscuras. El más pequeño parecía divertido con el gesto que mostró al encontrárselo, hasta cierto punto se podía decir que estaba decepcionado, no había asistido ningún comando de élite ni nada por el estilo. - ¿En qué puedo ayudarles? – Como respuesta el hombre de la gabardina borró la sonrisa irónica que cruzaba su cara y pateó la puerta para lanzarla contra Raúl. Ésta se estrelló contra él dejándole aturdido durante un instante, a continuación el corpulento de la pareja lo zarandeó del pecho y lo lanzó contra la mesa de la salita en la que pasaba la mayor parte del tiempo. Cayó al suelo maltrecho, con las costillas doloridas por el impacto, se retorcía en el suelo tocándose con la mano la zona golpeada y lanzando pequeños quejidos.
- No me andaré con tonterías. – El hombre de la gabardina y sombrero le había puesto el pie sobre la garganta. – Nos hemos enterado de que ayer por la noche, en este mismo apartamento que el Estado sufraga, se escuchó música no recomendable por el comité cultural. ¿Es eso cierto?- El hombre aflojó un poco la presa para que pudiese contestar.
- No sé de qué me habla. – Dijo sofocado y casi sin poder pronunciar por el malestar de su cuello. – Estuve escuchando música, pero no tenía ni idea de que estuviese incluida en el códice, tiene mucho tiempo y no le di importancia.
- Así que no le dio importancia. – El pequeño tipo se había sentado en el sofá, lanzaba contra Raúl una mirada inquisitiva, como hurgando en su interior. El otro simplemente miraba impasible, con los brazos cruzados y como si no fuese con él lo que estaba sucediendo. – Parece que usted no valora los esfuerzos denodados de nuestros líderes para mantener la armonía social. En fin, me parece una lástima.- Se dio la vuelta para hablar con su compañero. – Tú, enséñale lo que sucede en estos casos.
- No. Por favor, no me haga nada, soy abogado. – Raúl se protegía con los brazos mientras el gigante le levantaba en vilo, sus pies oscilaban como los de un muñeco mientras era lanzado contra una de las estanterías de la habitación. Ésta cedió con el peso y montó un gran estrépito de objetos rotos.
- ¿Le parece ahora importante nuestra labor o va a seguir insultándonos en nuestras narices? – La mueca de felicidad había vuelto a su rostro.
- Desde luego, desde luego. – Respondió Raúl presuroso intentando protegerse de un nuevo ataque.
- Así que abogado. – Como distraído cogió una tarjeta que había caído al suelo. – Así que trabaja usted en el bufete del señor Zabala.
- Sí señor, es mi padre.
- La expresión del agente cambió súbitamente. – Se levantó del sofá y se acercó al tocadiscos, cogió los discos que encontró y se acercó de nuevo a Raúl.
- Pues recuerde como nos esforzamos para lograr su felicidad. – Mientras pronunciaba estas palabras hacía añicos los vinilos frente a la cara de Raúl. – No lo olvide.

Con un gesto indicó a su compañero que se iban, salieron por la puerta y dejaron a Raúl tirado en el suelo. Éste se quedó un instante recostado, sin capacidad de reacción como si estuviese inmerso en alguna especie de ensoñación de la que no terminaba de ser consciente. En la calle un coche arrancó, con un chirrido de ruedas se alejó dejando la mañana en el más absoluto silencio.

Nacho Valdés

miércoles, junio 17, 2009

Feliz Cumple Brodel

Siempre es un buen momento para recordar a un amigo. Hoy, además, es un dia especial para él y para todos lo que estamos a su alrededor. Algunas personalidades públicas y/o clandestinas nos han envíado de manera desinteresada unas felicitaciones.
Por mi parte, nada más. Felicidades hermano, amigo y vecino jijijiji......

Confesiones del Comandante Stratocaster

¿Barrera? Generacional

Sabía que uno de los grupos de éxito del momento y que escuchaba Nacho era Nirvana, pero nunca les había prestado demasiada atención. Daba por sentado que si le gustaban a un chaval de 16 años eso tendría que ser incompatible con mis 42.

Sin embargo un día oí una de sus canciones y me gustó, así que pregunté:

-Nacho, a ti te gusta Nirvana ¿verdad?
-Sí, claro, me gusta bastante -respondió
-¿Entonces tendrás el disco de “Unplugged en Nueva York”?, es que he oído algo y me ha gustado –dije, pensando que por una vez coincidiríamos.
-¡Ah, ese!... ¡Eso es una mierda!

Silencio sepulcral.

El tiempo ha ido pasando y aunque los 26 años de diferencia siguen siendo los mismos, algo ha ido cambiando: yo ya no tengo casi el triple de la edad de Nacho, de hecho el día 17, que es su cumple, ni siquiera llego al doble y así seguiremos evolucionando en el infinito, acercándonos casi sin querer, aunque cada uno mantengamos nuestro sitio.

Y, como demostración, hace pocos días todos, incluidos Laura y Víctor disfrutamos y vibramos juntos con AC/DC.

Gracias, Nacho, por todo lo que he aprendido contigo en estos años.

Que tengas un muy feliz cumpleaños.

martes, junio 16, 2009

En el ángulo muerto Vol. 19


Reencuentro

Todos escuchaban al personaje mayor que tomó la palabra en cuanto se sentaron. Héctor se hacía llamar, aunque Raúl no estaba seguro de nada de lo que se decía, todo parecía estar envuelto en el más profundo de los misterios. Todos sin excepción, algunos de manera más evidente y otros de forma más disimulada, observaron al recién llegado. Ana, consciente de la situación, cogió su mano para que se sintiese respaldado. Raúl sudaba nervioso, el traje negro que había elegido para la ocasión parecía que iba a ahogarle, movía las piernas inconscientemente, sin parar. La sala estaba absorta escuchando la arenga del supuesto líder.
- Son los pequeños detalles compañeros, los que marcan la diferencia. Si queremos acabar con este régimen despótico que está destrozando nuestra existencia tenemos que actuar desde dentro, poco a poco. – Los asistentes asentían, estaban hipnotizados ante las palabras del hombre. – Son las acciones mínimas las que pueden llevarnos al éxito, por escasa que sea nuestra contribución siempre apoyará en una dirección, hacia un horizonte común que es el desmantelamiento del líder, de esta sociedad deshumanizada en la que nos ha tocado vivir. Pocos recordaréis cómo eran antes las cosas, quizás sea el más mayor de los que hoy estamos aquí reunidos, pero puedo aseguraros que antes las cosas funcionaban mejor. Éramos un poco más libres, más autónomos. – El silencio era reverencial, cada pausa del orador era medida y seguida por cada una de las personas que estaban allí sentadas. – Sólo os pido que tengáis cuidado y os aseguro que cada uno de las exiguos actos que realicéis nos llevarán a la victoria final. Ellos son más, están más organizados pero les falta algo, les falta humanidad. Nosotros estamos progresando, nuestra red crece día a día y, sobre todo, tenemos voluntad de cambio y renovación. Todos juntos podremos acabar con esta situación. Ahora, debemos irnos, antes que el toque de queda nos impida salir a la calle y comencemos a estar en peligro. Suerte. –

Comenzaron a salir por turnos, en grupos de tres personas que se disipaban inmediatamente para evitar problemáticas con la secreta. Raúl salió junto a Ana en el segundo grupo, el hombre que había hablado durante la reunión le dio antes de salir un fuerte apretón de manos. Le miró a los ojos y le pidió que recordase sus palabras, que tuviese en cuenta todo lo que se había dicho esa tarde. Raúl asintió con la cabeza y apartó la mirada, estaba profundamente confuso y atemorizado. No sabía dónde se estaba metiendo y tenía el estómago agarrotado por los nervios y el temor, tenía la impresión de estar viviendo una especie de sueño, o mejor dicho, una pesadilla de la que deseaba despertar lo antes posible. Salieron por el corredor por el que habían entrado y, antes de volver a la calle, Ana le cogió de nuevo la mano y se acercó a él. – Gracias por acompañarme, te volveré a llamar un día de estos. – Después le besó en los labios mientras el ritmo cardiaco de Raúl se aceleraba hasta casi dispararse, una vez en el exterior se separaron y tomaron caminos distintos.
Esa noche ni siquiera cenó, las emociones que había experimentado habían hecho desaparecer su apetito. Se quedó en su sofá tirado, mirando la televisión del estado y uno de sus anodinos programas de entretenimiento. Fuera se había hecho de noche, desde que se había impuesto el toque de queda sólo alguna sirena rompía el silencio sepulcral de la ciudad, parecía que la vida desaparecía con el ocaso. Su cabeza daba vueltas en torno a lo que había experimentado, las preguntas sin respuesta se arremolinaban antes de que fuese capaz de dar contestación a ninguna de ellas. Fundamental era saber dónde se había metido por la tarde y hasta dónde podía actuar la gente que había conocido, quizás le hubiesen seguido. Tenía una extraña sensación, como si las vivencias de ese día que no terminaba no le hubiesen sucedido a él, sino a una especie de alter ego imaginario, parecía haber tomado inmediata distancia con todos los acontecimientos acaecidos. Se asomó a la ventana, en la calle, frente a su portal, había un coche negro aparcado. – Seguro que es la secreta. – pensó. Se le ocurrió que quizás estaban siguiéndole, nadie podía saberlo con seguridad, no eran extraños los casos en los que la gente desaparecía en mitad de la noche y no se volvía a saber de ellos. Después de años de sumisión, parecía que algo había despertado en su interior, se sentía violado y ultrajado, como si le hubiesen robado algo muy preciado. Sintió cierta alegría de haber conocido a gente que no aceptaban las cosas como las planteaban desde los organismos oficiales, apagó la tele y fue a su cuarto. Movió con cuidado el armario y cayeron de detrás varios vinilos envueltos en plástico, no los había escuchado desde que se había acordado la censura cultural pocos años atrás. Había logrado salvarlos de la quema de libros y demás elementos subversivos que se había realizado. No era nada del otro mundo, un par de clásicos del Soul y del Rock, pero los puso al mínimo volumen posible y le ayudaron a dormir en esa noche en la que estaba consumido por los nervios. Estaba seguro que ese pequeño detalle contribuiría a cambiar las cosas.

Nacho Valdés

viernes, junio 12, 2009

Hoja de Ruta

Os dejo aquí algunas de las crónicas que los Wilco han ido acumulando tras su paso por nuestro país. Todas giran entorno a un mismo punto. ¿Tiene Wilco el mejor directo de la actualidad?
Para gustos colores....

El País - Wilco hace llorar a Madrid

Diario de Malaga - Larga Vida a Wilco

El Mundo - Wilco: retrospectiva y avances en el teatro del helado

Por último, un video del show de Sevilla :

miércoles, junio 10, 2009

Confesiones del Comandante Stratocaster Vol. 31

Hell’s Bells

Me vi rodeado de una multitud de almas extraviadas, ataviadas con los hábitos de su confusa secta y marcadas por los estigmas de sus perversas inclinaciones, que emitiendo gritos guturales y haciendo extraños gestos, clamaban por la aparición de sus oscuros líderes.

De repente, pareció como si todo el peso de nuestros pecados cayera sobre nosotros, sentimos nuestros corazones estremecerse por la fuerza de un destino que no podíamos eludir y contemplamos horrorizados las puertas del infierno que debíamos atravesar.

El ministro del mal y sus sicarios aparecieron rodeados de fuego, nos mostraron nuestras miserias y nos hicieron estremecer de pavor ante la inmensidad de nuestros pecados. Sufrimos y nos retorcimos azotados por sus lacerantes riffs y lamentamos una y mil veces habernos apartado del camino recto.

La catarsis funcionó, al cabo de un tiempo nuestras almas de blues resurgieron de entre tanto dolor y alcanzaron la sublimación del rock.

Nos fuimos para casa encantados de aquella experiencia y con nuestra fe renovada.

¡Larga vida al rock!

martes, junio 09, 2009

En el Backstage Vol. 14


Catarsis

La noche amenazaba tormenta, pero a los adoradores paganos del Rock and Roll no les importaba mojarse o aguantar las aglomeraciones que se sufrían por los alrededores del Vicente Calderón. Después de cargar nuestras baterías con unas cuantas tapas y cerveza, el mejor combustible para un concierto, entramos al que se convertiría en un moderno santuario para adorar a nuestros ídolos gentiles. La emoción se palpaba en el ambiente, las cincuenta y cinco mil almas que nos habíamos reunido esa inhóspita noche aguardábamos expectantes a que nuestros héroes asomasen al escenario.
Súbitamente algo sonó, los nervios estaban a flor de piel, nadie perdía detalle de lo que pasaba sobre el enorme escenario que se había montado para la ocasión. De repente, un locomotora desbocada destrozó parte del atrezzo y comenzó el show, ya no había marcha atrás, nos íbamos a abandonar a los ritmos, riffs y solos tan conocidos por la mayoría de los que nos habíamos reunido para rendir pleitesía a uno de los mayores grupos de la historia del hard-rock.

La sesión comenzó desgranando uno de los nuevos éxitos que ya suena usado, a un sonido conocido y reconocible del que la banda australiana ha hecho su seña de identidad, Rock and Roll Train fue el tema elegido para abrir la noche. La voz de Brian Jonhson parecía un tanto cascada, ligeramente tímida, pero pronto pondría remedio a esa primera impresión. Con el público ya caliente, esperando algún hit del grupo, acometieron Hell ain´t a bad place to be. Antiquísimo tema que nos trasportó a su etapa cercana al blues rock acelerado del que durante años fueron primeros banderas, como no podía ser de otra forma Angus se movía espasmódicamente como si de un poseso se tratase, a esas alturas él y su sempiterna Gibson SG ya estaban calientes y formaban una unidad. La tercera elección de la banda nos llevó a al que fue su resurgir allá por el año ochenta, con el tremendo Back in Black Brian recuperó el tono de su voz y nos llevó a los niveles a los que nos tiene acostumbrados. Después vendría Dirty deeds done dirt cheap, temazo del que he disfrutado en incontables ocasiones y que con el tiempo es uno de los himnos indiscutibles del quinteto. No podía faltar The Jack, temazo blues que se alargó mediante los solos de Angus hasta llevarnos a la extenuación. Este último hit fue el punto de inflexión que nos permitió ver la mejor versión del pequeño de los Young, sólo puedo decir que se lució de manera espectacular, jugó con nosotros y consiguió comunicarse mediante el enorme recital que se marcó en todas las zonas del escenario. Corrió, agitó a la masa y la masa vibraba junto a las cuerdas de la guitarra, era increíble ver como su pequeño cuerpo se agitaba al son que marcaba, y como, la multitud allí reunida, era capaz de seguir cada espasmódico movimiento del pequeño guitarra. Al final, como no podría ser de otra manera, sonaron las incombustibles Highway to Hell que hizo llorar a más de uno y el broche inmejorable de For those about to rock, con sus salvas de cañonazos que enlazaban con los movimientos de guitarra de Angus.

Fue una noche de infarto, fuimos testigos de cómo una banda puede disfrutar haciendo bien las cosas, un grupo que sin ningún tipo de efectos, coristas o apoyos logró que nos excitásemos con la música independientemente de nuestros gustos y preferencias. Hay que unir a esta dedicación, el excelente sonido que embargo el estadio; un montaje electrónico a la altura del grupo que teníamos delante. Me llamó la atención lo pequeños que estaban en el escenario, rodeados de todo el equipo y de los miles de vatios de potencia que habían acarreado hasta Madrid, me los imaginé en una sala pequeña, en comunión con su público y me di cuenta de que la gente de ACDC podía hacerlo igual de bien independientemente del entorno en el que les tocase descerrajar sus éxitos. Son gente profesional, con enormes tablas escénicas y un sentido del show con el que hay que nacer. No son ningunos virtuosos, no hacen nada nuevo, pero lo que hacen lo hacen a conciencia, consiguieron que todos saliésemos como nuevos, con un peso menos, durante cerca de dos horas y media las puertas del Calderón dejaron fuera las decenas de miles de historias personales que todos los presentes arrastrábamos, sólo había espacio para el Rock and Roll más básico, para llevarnos a una catarsis colectiva de la que nadie quedó al margen. Tengo que decir que he visto a algunos de los grandes, pero éste, sin duda, ha sido de los mejores conciertos a los que he asistido.
A pesar de que han pasado casi treinta años desde su fallecimiento, lo único que eché de menos, fueron unas palabras de recuerdo para Bon Scott. Yo por mi parte le hice un pequeño homenaje, busqué en mi armario una de las camisas hawaianas que él en su día vestía y me la llevé entre la marea de pelos largos y camisetas negras, fue una noche en la que ni el recuerdo a Bon podía faltar. Una noche bruja en la que la complicidad, la buena música, la profesionalidad y un poco de cerveza provocaron nuestro delirio.
¡Viva el Rock and Roll!

Nacho Valdés

lunes, junio 08, 2009

Chapoteando en el Lodo

Como aperitivo para el próximo artículo de mi compañero de blog, os enlazo aquí la columna de ésta semana de Diego A. Manrique. Me permito hacer esto pues sé que influirá positivamente en la crónica del concierto de AC&DC, que en los próximos días publicará Nacho aquí.
Manrique no se guarda nada a la hora de triturar publicamente a los viejos roqueros australianos.
Pasen y lean.

Chapoteando en el Lodo

En el ángulo muerto Vol. 18


Disidencia

Sonó el teléfono en la otra esquina de la habitación, Raúl se levantó del sofá en el que estaba tumbado y acercó el auricular a su oreja. – Sí. – Dijo con voz perezosa.
- Soy Ana. ¿Cómo te va todo?
- Ana… ¿Qué Ana?
- No te acuerdas de mí, de la facultad de derecho…- Antes de que pudiese terminar la frase Raúl suelta una exclamación indicando que reconocía a la mujer.
- Perdona, ha pasado tanto tiempo. ¿Qué es de tu vida?
- Pues estoy liada con unas cuantas cosas. Ya sabes, nada serio. ¿Y tú?
- Pues yo como siempre, sigo trabajando en el despacho de mi padre y poco más.
- ¿Continúas con Teresa?
- Hace tiempo que lo dejamos. – Su voz se quiebra por un instante. – Realmente no nos entendíamos, no podía durar.
- Yo siempre pensé lo mismo. Yo también estoy sola, hace bastante que no tengo pareja.
- No será porque no quieres.
- No será para tanto, ¿qué haces esta noche? ¿Te gustaría que nos viéramos?
- ¿Esta noche? ¿Y el toque de queda?
- ¿Desde cuándo te preocupan esas tonterías?
- Desde que soy abogado y puedes ir a la cárcel por no respetarlo. Últimamente están muy duros con este tema, he tenido varios casos.
- Pues yo por la tarde he quedado con unos amigos, si quieres puedes pasarte y después me acompañas a casa.
- Me parece bien.
- Podemos quedar en la puerta de nuestra antigua facultad. – Raúl contestó con un monosílabo.

Quedó extrañado por la llamada, hacía varios años que no sabía nada de Ana y no comprendía el porqué del contacto. Volvió al sofá y se quedó unos instantes pensativo, decidió que lo mejor sería acudir a la cita y comprobar qué era lo que se esperaba de él. Cuando eran estudiantes vivieron un pequeño romance que con el tiempo se convirtió en una sólida amistad, después, como muchas otras cosas, fueron tomando distancia hasta que perdieron cualquier trato. Atravesó su pequeño apartamento subvencionado por el Estado y se quedó frente al armario, buscaría algo elegante pero que no destacase demasiado, no quería que la secreta ni nadie que no conviniese se fijase en él. Saldría con tiempo ya que el racionamiento de gasolina había provocado que fuesen pocos los que podían moverse en su vehículo, utilizaría el tranvía que atravesaba la ciudad.
Llegaron prácticamente al mismo tiempo, sólo tuvo que esperar unos minutos hasta que Ana se reunió con él. Se saludaron con un par de besos y, tímidamente, comenzó la conversación.
- Bueno, estás muy guapa. Parece que fue ayer la última vez que te vi.
- Eres un adulador, ya será menos. Será mejor que nos movamos de aquí, estamos muy a la vista y podría estar viéndonos algún secreta.
- No estamos haciendo nada malo. ¿No?
- Mira disimuladamente, ¿ves ese coche de la esquina? Creo que me ha estado siguiendo. – Raúl miró con cuidado, en el interior del coche había un hombre maduro que leía distraídamente la prensa.
- A mí no me parece que esté atento a nosotros.
- Siempre has sido muy confiado, en este país no puedes fiarte de nadie. Sígueme.

Ana cogió la mano de Raúl y tiró de él, avanzaron a paso rápido y se metieron por uno de los callejones de los edificios de la Universidad. Vinieron a su cabeza cálidos recuerdos del pasado, de su olor, de su tacto y de su compañía. Se dejó llevar, tenía el estómago tomado por los nervios, como si tuviese quince años menos y estuviese en una primera cita. Bajaron unas escaleras que llevaban a un sótano y frenaron frente a una puerta metálica, Ana llamó tres veces, con fuerza. La puerta se entreabrió y asomó un hombre malencarado, su rostro cambió de expresión cuando reconoció a la mujer. – ¿Quién es ese? – Dijo secamente. – No te preocupes, es un amigo. – Abrió sin decir nada más. Los nervios de Raúl estaban convirtiéndose en terror, no sabía dónde se estaba metiendo pero no le gustaba. Cuando atravesaron la entrada se fijó en que el tipo que la custodiaba tenía un fusil apoyado en la pared.
- ¿Dónde me has traído? – Dijo con voz temblorosa.
- Ya te lo explicaré, son unos amigos. A nosotros nos gusta decir que simplemente somos disconformes con el régimen.
- Pero esto se juzga como traición, en lo que va de año ya han firmado quince penas capitales.
- Cállate de una vez, ahora estás metido en esto. ¿No me traicionarías? – Raúl negó con la cabeza.

Llegaron a una sala en la que no había más de veinte personas, todos anodinos, de la clase de gente que pasa desapercibida por la calle. Una persona de pelo cano, de unos sesenta años estaba de píe presidiendo la reunión, el resto estaba sentado en sillas de plástico. Ana se sentó e indicó a Raúl que hiciese lo mismo, que se pusiese a su lado. Obedeció sin decir nada más, no sabía cómo reaccionar, se quedó quieto, pensando en las consecuencias que podía acarrearle la asistencia a una reunión como en la que estaba.

Nacho Valdés

viernes, junio 05, 2009

Rot en la Joy

Os enlazo aquí la crónica del regreso a los escenarios madrileños de Ariel Rot (sin los tequila). Hace poco colgábamos el backstage de sus dos recientes conciertos en Valencia. Por ello, creo que es de recibo añadir esta también.

Ariel Rot - Dinamita Madrid

martes, junio 02, 2009

Lucinda Nos Vista Por Fin


La noticia que llevo esperando más de siete años por fin se convierte en realidad. Lucinda Williams actuará en Zaragoza en 17 de Julio de éste mismo año.

lunes, junio 01, 2009

En el Backstage




Escuela

Éste pasado martes se cumplía una fecha señalada desde hacía meses en mi calendario. Por un lado iba a ver a Wilco, la banda con el mejor catálogo de música americana de los últimos diez años. Por otro lado, ese día era también el cumpleaños de Laura. Hasta la capital de España nos desplazamos el señor Chiner y un servidor para rendir pleitesía a la banda de nuestros amores.
El concierto comenzó sobre las 22:00. El teatro Calderón, llamado ahora Häaggen Dazs, quedó engalanado para lo que sin duda iba a ser una buena dosis de rock, con un público totalmente comprometido con el espectáculo. El respetable se vino por primera vez arriba (después vendrían muchas más) cuando los músicos aparecieron en el escenario para situarse en posición. Jeff Tweedy, líder absoluto de la banda, salió unos diez segundos después ataviado con un look a lo Dylan en el 67, es decir, armónica, guitarra acústica y pelo grasoso. La primera canción en sonar fue el country fantasmagórico Sunken Treasure, incluido en su ya lejano disco doble Being There. A continuación vendría un estreno, Wilco (The Song), canción elegida como single de presentación de su esperadísimo nuevo álbum.
Fue con el tercer tema cuando la gente descargó la primera gran ovación de la noche al reconocer los iniciales acordes de la fabulosa y vacilona Hummingbird. La banda en perfecta sintonía con el ambiente fue adentrándose en las canciones de sus tres últimos discos, pero se detuvo especialmente en el álbum que les abrió para siempre la casa de todos los críticos musicales del planeta, A Ghost is Born, del cual sonaron hasta ocho temas. A estas alturas del concierto todos los allí presentes sabíamos ya que estábamos presenciando algo especial. El grupo sonaba insuperablemente compacto e inspirado. Cada componente reconoce perfectamente su papel. El virtuoso Nels Cline, lanzando solos extraterrestres rodeado de miles de aparatitos y lucecitas que jamás sabré para que sirven. Glenn Kotche tocando una batería en la yo podría vivir cómodamente. El exquisito trabajo de bajo y segunda voz de John Stirrat, el Hammond de Mickael Jorgensen que entra en las canciones a veces como una dulce corriente de aire y otras como cien lobos hambrientos aullando a la luna. Pat Sansone, con su pinta de Jonas Brother tocando todo lo que cae encima. Y por supuesto, completando el sexteto de lujo está Jeff Tweedy. Posiblemente, el heredero más talentoso que han tenido Dylan, Neil Young, The Band y todos esos grupos que durante mucho tiempo pusieron voz a América. Tweedy, evidentemente, no ha inventado nada nuevo pero sí ha sabido escuchar y aprender de los clásicos. Él, ya forma parte de ellos aunque no lo sepa o no se lo proponga.
Uno de los mejores ejemplos de su talento compositivo lo podemos comprobar en la antológica Via Chicago, una canción de amor que comienza con la apabullante frase “…Anoche soñé de nuevo que te mataba y me hacía sentir bien… y que sonó tras el primer descanso. A partir de ese momento todos contemplamos asombrados una exquisita clase de rock americano con temas tales como I´m the man who loves you, Walken, Impossible Germany (A mi entender la mejor del concierto) o Hate it Here.
Tres veces más tuvieron que salir los muchachos a la palestra para dar respuesta a los gritos de un público totalmente volcado con ellos
Acabó el concierto y se pudo comprobar que nadie allí se sentía defraudado. Wilco cumplió con matrícula de honor su paso por la capital de país. Sólo una cosa más me queda por añadir. ¿Cuándo vais a volver por aquí?


P.D : Os pongo un pequeño reportaje de La 2 sobre la banda para poner imágen a tanta palabra.

En el ángulo muerto Vol. 17


Nadie

- Es la primera vez que pasas la noche conmigo y no me pones la mano encima. ¿Te pasa algo? – Butch se recostó sobre el colchón y buscó en la mesita su paquete de tabaco.
- Estoy cansado, ayer tuve un combate. No me pasa nada. – Encendió un cigarro e inspiró profundamente, hizo una pausa y el humo salió por los orificios de su nariz. – Me gustaría quedarme aquí unos días, ¿te importa?
- Primero tendrás que decirme qué es lo que te pasa.
- Nada grave, debo dinero y tengo que desaparecer de la calle durante un tiempo. Después todo volverá a la normalidad. – El exboxeador estaba sudando, la sórdida habitación no tenía ninguna ventana y la humedad se condesaba provocando que la atmósfera se enrareciese. Normalmente se utilizaba para servicios de compañía que no solían durar más de una hora, sólo él tenía la venia para pasar noches enteras en compañía de Linda.
- Si quieres puedo prestarte algo de dinero, tengo algunos ahorros.
- Es más complicado que todo eso, no te preocupes. Lo único que quiero es que no le cuentes a nadie que me has visto y pasar un par de noches contigo.
- Espero que por lo menos me folles.
- No te preocupes, enseguida te daré lo tuyo.

Los dos estaban desnudos, sus cuerpos sudorosos se unieron en un abrazo y se abandonaron al fragor del sexo. Las noches furtivas que habían vivido hacía que se conociesen como viejos amantes que después de años vuelven a encontrarse, cada uno recuerda el sabor del otro y sabe que teclas accionar. Instintivamente Butch se dejaba llevar, estaba dolorido y sus heridas recientes no le dejaban desenvolverse con soltura, la experiencia de la prostituta era suficiente para conocer los movimientos justos que hacer en cada instante. Resultó una unión sucia y encubierta, escondían su historia de las miradas ajenas. Ambos tenían un relato personal que era desconocido para el otro, preferían no saber más de lo necesario.
Butch quedó agotado, hacía tiempo que no se sentía tan derrotado. El sexo únicamente le sirvió de bálsamo, pero en cuanto terminó sus fantasmas volvieron, no estaba habituado a huir y no pretendía pasar el resto de su existencia corriendo como un animal asustado. Dejaría pasar un par de días, reuniría algo de dinero y se iría de la ciudad, quizás pudiese empezar una nueva etapa lejos de los gimnasios, los locales nocturnos y las peleas. Algo habría que supiese hacer, podría proponérselo a Laurie y largarse para no mirar atrás, para quedar sumido en el más profundo de los olvidos. De todas formas le dolía la cabeza, pensó que lo mejor que podía hacer era dormir algo, recuperar fuerzas y urdir un plan para perderse. Se levantó desnudo, su cuerpo mostraba las cicatrices de toda una vida pasando de una pelea a otra, se acercó a una botella que había en un estante y la abrió. Era güisqui barato, no era lo que más le gustaba pero no tenía nada mejor que beber, dio un profundo trago y encendió otro cigarro. Daba vueltas en círculo sin acertar a hacer nada concreto, como una bestia enjaulada.
- ¿Qué es lo que te pasa?
- No es nada, no te preocupes por mí.
- Sé que algo tienes en la cabeza. – Linda se incorporó en la cama mostrando su cuerpo un tanto descolgado, cogió uno de los cigarros de Butch y lo prendió. Tenía intención de ayudar al boxeador a sacar lo que le rondaba. – Cuéntamelo.
- Tengo un lío con Constanza, algo peligroso.
- ¿Por qué no me los has dicho antes? Trabajo con alguno de sus hombres y quizás pueda interceder.
- Lo mejor que puedes hacer es cerrar la boca y mantenerte al margen, no te conviene estar metida en esto. – Butch prácticamente no pudo terminar la frase, sonó un portazo en el local de abajo.
- ¿Esperáis a alguien? – Dijo en voz baja. Linda negó con la cabeza, instintivamente se había cubierto con las sábanas empapadas de sudor.

Butch le hizo una seña para que se escondiese debajo de la cama, la prostituta no reaccionaba y tuvo que cogerla del brazo y obligarla a la fuerza a que se metiese debajo del colchón. Se acercó a la puerta y se quedó estático escuchando, las escaleras crujían bajo el peso de unas pisadas, eran por lo menos dos hombres. Los pasos cesaron frente a la entrada, Butch pegó su cara al suelo y vio las sombras de los sujetos que estaban fuera. Se alejó unos pasos sin saber qué hacer, la puerta estalló súbitamente por una patada, entraron dos tipos armados que se quedaron sorprendidos al ver al luchador desnudo frente a ellos. Pasaron unos segundos eternos y uno de ellos le descerrajó tres tiros a quemarropa, el boxeador cayó al suelo sangrando, su cara quedó frente a la de Linda que bajo la cama sofocó un grito. Sus ojos perdieron la vitalidad en un instante, parecían vacíos, como los de una animal que no tiene discernimiento. Uno de los hombres se acercó al cadáver, lo movió con el píe y se acuclilló para comprobar que estuviese muerto. – Éste está frito. – Le dijo al otro. – Pues vámonos, que tengo ganas de comer algo. – Los dos matones bajaron por las escaleras, Linda se quedó escondida, temblando. Butch pasó al olvido, nunca más se hablaría de él.

Nacho Valdés