lunes, marzo 09, 2009

En el ángulo muerto Vol. 6


Serie negra

Nunca había sentido una atracción semejante a la que me arrebató cuando entró por la puerta. Yo bebía en mi despacho, hacía días que no tenía nada que hacer y esa falta de actividad es el peor enemigo de un hombre solitario con inclinación a la botella.
Tenía estilo, tengo que reconocerlo, no era la típica fulana que a veces se acercaba en busca de algo con lo que pasar el tiempo. Sus labios, de un rojo brillante, me engatusaron y me liaron en su madeja. El escote vertiginoso, estaba construido sobre la increíble arquitectura de unos pechos rotundos de palidez casi angelical. Estaba claro que, fuese lo que fuese lo que iba a ofrecerme, estaba destinado para mí.

Explicó con frialdad que su marido era un rico empresario que coleccionaba mujeres como si de obras de arte se tratase. Era Mr. Wilkins, conocido en toda la costa oeste por sus compañías dedicadas al petróleo. Había levantado su imperio por casualidad, perforando en los años treinta en el desierto y logrando, con ese primer impulso, el dinero para seguir la racha. Quería que yo reuniese las pruebas necesarias para que su divorcio fuese rentable, para conseguir sacar al viejo una buena tajada. Me pareció razonable y le exigí un precio elevado, ella contestó, presionando su pecho entre sus brazos, que no me preocupase por el dinero, que habría para todos. Realmente yo deseaba algo más que dinero.

El viejo tenía intereses en todos los lados, se podía decir que Los Ángeles era suyo, era una especie de cacique que gobernaba a su antojo la ciudad. El departamento de policía, los funcionarios y cualquiera que tuviese alguna influencia estaba pagado por él. No parecía la mejor idea el buscarle las cosquillas a un tipo que decían se había cargado a toda aquél que se había interpuesto en su camino. A pesar de todo, yo me consideraba una persona con suerte, después de dejar atrás el cuerpo de policía y, gracias a ciertas carambolas, había logrado salir airoso de situaciones sórdidas y peligrosas.

Seguir al viejo no suponía ningún problema, siempre rodeado de un séquito enorme de gusanos intentando recoger alguna de las migajas que iba repartiendo. El tipo no se privaba de ningún capricho, además de los negocios que atendía, el bienestar estaba entre sus prioridades. Coches lujosos, grandes comidas, invitaciones a los estrenos de las últimas películas, rara era la ocasión en que no salía como portada de alguna de las publicaciones de la ciudad. Actos de beneficencia, fiestas, bellas mujeres, siempre ofrecía algún titular de los que encandilan al gran público.

Tras dos semanas de seguimientos no vi nada digno de mencionarse, el hombre llevaba una marcha común a cualquier millonario un poco excéntrico. Nada que destacar. Aunque, la noche en que ya iba a dar al traste con las investigaciones, encontré el asunto que serviría a la señorita como pasaporte a la riqueza.
Resultó que el viejo no era como se mostraba, que guardaba en su interior ciertas perversiones a las que daba rienda suelta de vez en cuando. Lo primero que me llamó la atención es que salió sólo con su escolta, nadie más le acompañaba. Les seguí con las luces apagadas mientras se dirigían a las mansiones de las colinas, aparcaron frente a una que no destacaba, era más bien anodina y vulgar. No fue difícil entrar, salté la valla y me dirigí, evitando a un vigilante, a la única ventana encendida de la planta baja.

No imaginaba el espectáculo del que iba a ser testigo. Una bella mujer, morena y escultural desnudaba al anciano. Iba pasándole la lengua por todo su cuerpo, el hombre se estremecía mientras la saliva iba cubriendo sus carnes descolgadas. La joven, en ropa interior, iba quitándose las prendas mientras hacía su trabajo. Mr. Wilkins temblaba de la agitación, yo esperaba el momento oportuno para disparar la única fotografía con la que contaba mi cámara. Mi asombro fue mayúsculo cuando la increíble mujer sacó la sorpresa que guardaba bajo sus bragas, no podría haber llegado a imaginar el tremendo tamaño de la misma. Me quedé unos instantes anonadado, nunca había visto a una travesti tan espectacular y femenina. El viejo se agarró a ese pedazo de carne como si la vida le fuese en ello, y después empezó chuparlo con ansiedad. En ese instante disparé la cámara, cuando su boca estaba rellena por lo que la bella muchacha llevaba bajo las faldas.

Cuando quedé con mi contratante le enseñé la fotografía. Una sonrisa picara asomó en sus labios, le exigí el pago, pero quedó emplazado para cuando culminase el proceso de divorcio. De todas formas pudimos arreglarlo sobre la mesa de mi despacho, tuve la suerte de disfrutar de las turgentes curvas de mi cliente. Si la chica salía de donde se había metido podríamos repetirlo en un futuro.
Como soy de naturaleza pesimista ya me imaginaba lo que sucedió, la muchacha acabó flotando en el pantano que abastece a Los Ángeles. El asesinato, como era de esperar, nunca fue resuelto, quedó registrado en los archivos policiales como un suicidio. Por mi parte, guardo el negativo en una caja de seguridad, si algo me pasase toda la prensa de la ciudad tendría la foto del viejo lamiendo la enorme tranca de la bella travesti.

Nacho Valdés

9 comentarios:

Sergio dijo...

Hola buen amigo, he de confesarte que el relato no me ha llegado tanto como otros tuyos. Creo que sí lo hubieses dejado reposar un tiempo más y replanteado algunas cosas sería mejor pues la historia es cojonuda.Aunque claro esto no es mas que mi opinión y que como amigo tuyo te doy.
Luego te veo y comentamos.

Nacho dijo...

Gracias por la crítica, se agradece la sinceridad.

Luego hablamos.

Abrazos.

raposu dijo...

¡anames arto al edsed séver led sodagloc odajed sah son sonugla a euq etradrocer oremirp oL!

Lo segundo comentar el relato de esta semana, que creo responde a la intención de hacer un "trabajo de género" y como tal tiene todos los ingredientes: detective semi alcóholico, mujer despanpanante, misión un tanto peligrosa y final trágico. Dado que entiendo que es un enfoque voluntario, no deberíamos hablar de recurrir a tópicos pero...

Ya sé que trabajas con una limitación de extensión, pero es precisamente el final donde el relato se queda cojo. Después de una elaborada introducción, esposición y avance por la historia, de repende pasamos a una "voz en off" que nos hace un resumen ejecutivo. Hasta ahí, en mi opinión, bien, pero ese final requiere un par de folios (o más).

Simplemente la historia requiere más extensión, con el mismo nivel de detalle del principio. Así lo veo yo.

Pero está bien escrita, construída y, desde luego, es "de género". Negro zahíno, sin duda.

Besos

Anónimo dijo...

Poco que añadir a lo dicho. Tal vez si le hubieras dado un toque, digamos filósofico, ya que es tu campo, tendría más gancho. Pero un directo jamás viene mal.

laura dijo...

Hola cariño,
Para mi gusto te ha faltado darle un toque más sútil, creo que has sido demasiado explícito y hubiera quedado mejor si lo hubieras expresado de forma más elegante. Por otro lado es la primera vez que haces este tipo de relatos por lo que he de felicitarte por arriesgarte. Estoy segura de que el siguiente te saldrá mucho mejor, aunque éste no ha estado nada mal, eh?Un besazo.
Laura.

Giorgio dijo...

Discrepo enormemente de todos los comentarios.

La historia del protagonista es burda, es sórdida, y merece un final así. Creo que está escrito como si se tratara de describir el trabajo de un "huele braguetas", y la conclusión es perfecta.

Es cierto que podría tener más extensión, pero a mi me ha despertado interés, me ha suscitado expectación y me ha causado cierta risa, patética dicho sea de paso, el desenlace de la historia del viejo.

En definitiva, buen trabajo McKenzy.

Besos

Nacho dijo...

Al fin la voz de la cordura...

Te debo una amigo Giorgio

Besos y nos vemos este finde...

raposu dijo...

¡Coño! estabas ahí...esperando una buena crítica.
¿O una crítica buena?

Nacho dijo...

¿Qué? ¿Cómo?

No sé de que me hablas...