lunes, marzo 30, 2009

En el ángulo muerto Vol. 9


Paranormal

Como de costumbre, Elena había llegado la primera, no quería perderse ni una coma de la explicación que iba a recibir esa tarde. En el trabajo, les habían regalado la asistencia a un curso de informática que les ayudaría a dominar el paquete office, el único problema es que debían acudir tras la jornada laboral. Además, Elena siempre se mostraba voluntariosa en este tipo de asuntos y así podía compartir algo más de tiempo con sus amigos de la oficina. El encargado de impartir las clases era Hakim, otro de los compañeros que había recibido primero la formación y ahora compartiría sus conocimientos con el resto.

Cuando todos llegaron ella ya llevaba unos minutos sentada, había conectado el ordenador y le había dado tiempo a consultar el correo electrónico. Cuando fue a comenzar la clase, justo en ese mismo instante, sonó su teléfono móvil. Miró la pantalla, no reconocía el número, pero esperaba una llamada importante. Salió al exterior, ya que dentro no tenía cobertura, y contestó; era la chica de la inmobiliaria, llevaba tiempo buscando casa y parecía que por fin habían encontrado algo que se ajustaba a sus necesidades. Se tiraron un rato hablando, la una preguntando y la otra explicando las bondades y características de la vivienda. Para cuando terminaron, la cara de Elena mostraba la satisfacción que le había contagiado la comercial.

Volvió al aula, abrió sin llamar y cerró sin antes mirar al interior. Cuando levantó la cabeza su sorpresa fue mayúscula, la clase estaba totalmente vacía. Los ordenadores continuaban conectados, pero las sillas y las mesas estaban desiertas. No se lo podía creer, ¿acaso estaba siendo víctima de algún tipo de burla? No le cuadraba, no tenía tanta confianza con sus compañeros como para sufrir una broma de ese calibre. ¿Se habría producido acaso algún tipo de emergencia y habían tenido que salir fuera? Tampoco tenía sentido, les hubiese visto al salir. No encontraba explicación para lo que estaba sucediendo, cómo era posible la situación que se estaba dando.

Las luces empezaron a parpadear, era algo usual el que los fluorescentes se apagasen y encendiesen durante las clases, pero al encontrarse sola un escalofrío recorrió su cuerpo. La oscilación en la iluminación iba acompañada de un ruido seco, extraño que iba y volvía junto con la luminosidad. Estaba comenzando a asustarse. Volvió a mirar alrededor, buscando alguna señal de sus compañeros. No había nada, hasta su mochila se había evaporado. Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. Comenzó a tener problemas para respirar, era como si alguien estuviese presionándole el pecho, se dio cuenta de que estaba comenzando a experimentar un ataque de ansiedad que le impedía hasta gritar. Se puso en cuclillas, respirando hondo y procurando recuperar el ritmo habitual de su cuerpo. Cuando se levantó se mareó profundamente, la habitación comenzó a dar vueltas alrededor mientras una sensación de vértigo se apoderaba de ella. Por fin vomitó, esto provocó que se sintiese algo mejor.

Había intentado todo para salir: Las ventanas tenían barrotes, el móvil no tenía cobertura, la puerta estaba sólidamente cerrada y nadie había respondido a los gritos que había lanzado. Se hizo un ovillo en una esquina sin saber qué hacer, como en estado catatónico dejaba pasar los minutos hasta que las luces se apagaron completamente. Acompañó la llegada de las tinieblas con un grito de pánico, estaba totalmente espantada. Pasó horas sin moverse, sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y pasó la noche temblando, esperando algo terrible que no terminaba de suceder.
Por fin, tras lo que le pareció una eternidad el sol de la mañana se abrió paso en el aula. Se levantó y se estiró, se sentía un poco más segura y se acercó a la puerta que continuaba cerrada. En el exterior le dio la sensación de escuchar unas voces, aporreó la puerta con todas sus fuerzas mientras pedía ayuda a gritos, nadie parecía responder. Intensificó sus señales de auxilio mientras las voces se hacían cada vez más cercanas, estaba segura de que fuese quien fuese ya se había percatado de su presencia en el interior. De repente sonó un manojo de llaves, alguien se disponía a abrir. Instintivamente Elena se alejó de la entrada, no estaba segura de qué sería lo que se encontrase. Tenía miedo y el temblor de su cuerpo lo evidenciaba de forma patente. Al otro lado del umbral apareció una señora de mediana edad, con bata y sujetando un arandela cuajada de llaves. Elena, tras unos instantes dudando, se lanzó al cuello de la sorprendida mujer llenándola de besos y abrazos.
Un chispazo en su mente le hizo comprender. El día anterior se había confundido de aula y había pasado la noche en una habitación aledaña. Se juró a sí misma que nunca más volvería a caer un despiste semejante.

Nacho Valdés

13 comentarios:

Sergio dijo...

mmmm....¿Hakim?.....

Nacho dijo...

¿Alguna sospecha sobre la identidad de este misterioso profesor?

Muchacho_Electrico dijo...

mmmmm....¿Hakim?....¿Paquete?....

raposu dijo...

Hay algo que sabeis y que otros ignoramos... así que nos lo tenemos que imaginar.

La historia me ha gustado y el final sorprendentemente me ha sorprendido con gran sorpresa por mi parte. Es que una vez hice un cursillo de "cómo adivinar finales y ser un listillo", pero el día que tocó éste se ve que falté.

Enhorabuena, me ha gustado.

Nacho dijo...

Lo que no sabes y nosotros sabemos es que la inspiración para esta historia ha venido de alguien cercano. SI estás atento a los comentarios posiblemente se descubra en las próximas horas.

Besos.

Anónimo dijo...

Vaya, un misterio entre los comentarios, parece todo formar parte de una misma historia, como un puzzle. Veremos que acontece el devenir.

raposu dijo...

Veamos...(dijo un ciego). Se trata de un profesor de informática...hum!, con un nombre que parece llevar resonancias del norte de Africa...hum!, digamos que ¿Marruecos?... hum!

O sea... ¿hum?

Anónimo dijo...

¿Es un crack en eso del fútbol? Creo recordar que cierto toque sí tenía..cierto.

Oscar dijo...

¿Como que cierto toque? Sus subidas por banda eran simplemente letales.

Sergio dijo...

Hasta inventó una suerte de remate a rás de suelo conocido por algunos priviliegiados como la hakimkinnha...

raposu dijo...

Creo que el comentario de Laura ha sido revelador...
¿hum?

paco dijo...

Jaja. Antes de que los comentarios conviertan este excelente texto en un nuevo Código Da Vici, versión reducida, me atreveré a apuntar la nada original conclusión de que todos nuestros miedos acaban teniendo un motivo más prosaico, o en cualquier caso menos excitante, de lo que cabría esperar por sus consecuencias, ¿afortunadamente?

futureve dijo...

Jaja, muy bueno, yo también reconozco a los protas de la historia!! Ella me cae muy pero que muy bien, que lo sepas!