Una excusa para ver televisión
Hoy es uno de esos lunes en los que en lugar de desmontar, criticar o intentar destruir voy a intentar hacer lo contrario. Este lunes, a pesar de lo gris que se ha levantado el día, es de esas jornadas en las que la alegría que me embarga por lo que voy a contar quita hierro a la cuesta arriba que supone el levantarse sin ganas de ir al curro. Precisamente ese es el tema principal del artículo de hoy, el trabajo. Pero no uno cualquiera, sino la visión que nos presentan Ricky Gervais y Stephen Merchant en la inigualable The Office.
Para el que no lo sepa, que serán muchos, esta es una serie producida por la BBC entre los años 2001 y 2003. Como siempre con lo bueno, por este país pasó sin pena ni gloria a horas intempestivas que evitaron que se pudiese disfrutar de este maravilloso producto. Se trata de una creación tan genial que su sola existencia supone la excusa perfecta para ver algo de televisión.
La serie se desarrolla en una industria de mayoristas de papel, mediante el formato de falso documental se presenta a una retahíla de empleados que podríamos ser cualquiera de nosotros. El falso documental permite a los realizadores gozar de varias ventajas, la cámara que sigue a la gente, que tiembla y que parece espiar las acciones de los currantes dota de mayor verosimilitud a todo el producto. Da la sensación de que estamos presenciando el día a día de una oficina cualquiera, esto por supuesto está respaldado por el increíble trabajo de todos los actores implicados. La ventaja del realismo se perdería si no fuese por el guión, aquí es donde se encuentra el mejor valor de la serie, los increíbles diálogos que los creadores Gervais y Merchant realizan. Parecen las mismas conversaciones patéticas de las que podemos ser testigos en cualquier centro de trabajo, las mismas que dejan patente el gran universo de personajes con el que podemos encontrarnos en cualquier oficina.
Durante las dos temporadas que estuvo en antena seremos testigos del ascenso y caída de David Brent, que es el mismo Ricky Gervais haciendo de jefe. O de los amoríos y demás relaciones que se producen entre los distintos empleados. Los protagonistas principales son Tim, que es el típico empleado descontento, inconformista y descreído; Garreth, que es el pelota, simple y arrastrado personaje que siempre anda detrás del jefe lamiéndole el culo y, por último, la recepcionista; ésta es una artista frustrada de la que no recuerdo el nombre. Todos estos personajes están arropados increíblemente por un gran plantel de secundarios que dan más lustre, si cabe, al trabajo de los protagonistas. El formato, las transiciones entre secuencias y demás elementos de la serie refuerzan ese patetismo laboral en el que todos nos sentiremos identificados. Por ejemplo no hay música en la serie, sólo cuando el guión lo determina, las imágenes de paso entre secuencias, son de fotocopiadoras o gente trabajando en silencio. Todo esto refuerza el ambiente claustrofóbico e impersonal que suele respirarse en los centros de trabajo.
De todas maneras, a pesar de que todos estos elementos refuerzan el producto, el que verdaderamente lo levanta y lo hace grande no es otro que el inigualable Gervais en el papel del jefe David Brent. Este personaje, que supone un batiburrillo de las peores características que debe tener alguien que lidere a un grupo de personas, es el protagonista absoluto y alma mater de esta serie que no sería lo mismo sin su presencia. Se trata de un personaje arrastrado, que se cree gracioso y que únicamente piensa en su popularidad personal y la adquisición de méritos a cualquier precio. Es un tipo vulgar y con poca inteligencia que se va deslizando insulsamente dando la paliza a sus empleados, por supuesto se aprovecha de su situación en el escalafón para captar su atención (¿Quién no ha tenido un jefe estúpido que se creía gracioso?). El nivel de mediocridad al que llega es tal que hay ocasiones en las que incluso el espectador se contagia de la vergüenza ajena que sienten sus propios empleados, para reforzar esta situación el montaje de la serie abusa con buen criterio de los silencios incómodos que se producen siempre que Brent mete la pata hasta el fondo (cosa que sucede a menudo). Nos encontramos ante un personaje sin moral, engreído, torpe, sin gracia y malicioso que lleva su ridiculez hasta límites que resultan extremadamente cómicos. Como él mismo se define en la serie: “yo me veo primero como líder, después como amigo y, por qué no, como humorista”.
Hitos importantes son el episodio en el que van a impartir una típica charla de motivación en la que al final es David Brent el que toma las riendas y acaba cantando sus propias composiciones a los empleados, unas canciones horrendas que reúnen todos los tópicos de la música. O cuando es contratado para unas charlas de liderazgo y aparece con aspecto juvenil intentando ganarse al auditorio, las charlas acaban con él bailando al ritmo de Simply the Best de Tina Turner en un vano intento de que los asistentes al curso se animen. Importantes son los especiales de navidad que muestran qué sucedió después del rodaje del supuesto documental, ahí podemos ver a un Brent que se gana la vida de discoteca en discoteca en plan famosete de tres al cuarto tipo Gran Hermano.
En fin queridos corazones, lo mejor es que vosotros mismo veáis esta espectacular serie ganadora de multitud de premios, incluidos los globos de oro a la mejor serie y actor. Recomiendo su visionado en versión original, ya que si no muchas de las gracias y matices de la actuación se pierden. Y por supuesto, no caigáis en imitaciones, digo esto porque hay un remake yanqui que por supuesto no se acerca ni de lejos al original inglés. Espero que disfrutéis de uno de esos extraños productos que con su sola presencia justifica la existencia de un medio de comunicación como puede ser la televisión.
Nacho Valdés (Lunes menos grises)
Hoy es uno de esos lunes en los que en lugar de desmontar, criticar o intentar destruir voy a intentar hacer lo contrario. Este lunes, a pesar de lo gris que se ha levantado el día, es de esas jornadas en las que la alegría que me embarga por lo que voy a contar quita hierro a la cuesta arriba que supone el levantarse sin ganas de ir al curro. Precisamente ese es el tema principal del artículo de hoy, el trabajo. Pero no uno cualquiera, sino la visión que nos presentan Ricky Gervais y Stephen Merchant en la inigualable The Office.
Para el que no lo sepa, que serán muchos, esta es una serie producida por la BBC entre los años 2001 y 2003. Como siempre con lo bueno, por este país pasó sin pena ni gloria a horas intempestivas que evitaron que se pudiese disfrutar de este maravilloso producto. Se trata de una creación tan genial que su sola existencia supone la excusa perfecta para ver algo de televisión.
La serie se desarrolla en una industria de mayoristas de papel, mediante el formato de falso documental se presenta a una retahíla de empleados que podríamos ser cualquiera de nosotros. El falso documental permite a los realizadores gozar de varias ventajas, la cámara que sigue a la gente, que tiembla y que parece espiar las acciones de los currantes dota de mayor verosimilitud a todo el producto. Da la sensación de que estamos presenciando el día a día de una oficina cualquiera, esto por supuesto está respaldado por el increíble trabajo de todos los actores implicados. La ventaja del realismo se perdería si no fuese por el guión, aquí es donde se encuentra el mejor valor de la serie, los increíbles diálogos que los creadores Gervais y Merchant realizan. Parecen las mismas conversaciones patéticas de las que podemos ser testigos en cualquier centro de trabajo, las mismas que dejan patente el gran universo de personajes con el que podemos encontrarnos en cualquier oficina.
Durante las dos temporadas que estuvo en antena seremos testigos del ascenso y caída de David Brent, que es el mismo Ricky Gervais haciendo de jefe. O de los amoríos y demás relaciones que se producen entre los distintos empleados. Los protagonistas principales son Tim, que es el típico empleado descontento, inconformista y descreído; Garreth, que es el pelota, simple y arrastrado personaje que siempre anda detrás del jefe lamiéndole el culo y, por último, la recepcionista; ésta es una artista frustrada de la que no recuerdo el nombre. Todos estos personajes están arropados increíblemente por un gran plantel de secundarios que dan más lustre, si cabe, al trabajo de los protagonistas. El formato, las transiciones entre secuencias y demás elementos de la serie refuerzan ese patetismo laboral en el que todos nos sentiremos identificados. Por ejemplo no hay música en la serie, sólo cuando el guión lo determina, las imágenes de paso entre secuencias, son de fotocopiadoras o gente trabajando en silencio. Todo esto refuerza el ambiente claustrofóbico e impersonal que suele respirarse en los centros de trabajo.
De todas maneras, a pesar de que todos estos elementos refuerzan el producto, el que verdaderamente lo levanta y lo hace grande no es otro que el inigualable Gervais en el papel del jefe David Brent. Este personaje, que supone un batiburrillo de las peores características que debe tener alguien que lidere a un grupo de personas, es el protagonista absoluto y alma mater de esta serie que no sería lo mismo sin su presencia. Se trata de un personaje arrastrado, que se cree gracioso y que únicamente piensa en su popularidad personal y la adquisición de méritos a cualquier precio. Es un tipo vulgar y con poca inteligencia que se va deslizando insulsamente dando la paliza a sus empleados, por supuesto se aprovecha de su situación en el escalafón para captar su atención (¿Quién no ha tenido un jefe estúpido que se creía gracioso?). El nivel de mediocridad al que llega es tal que hay ocasiones en las que incluso el espectador se contagia de la vergüenza ajena que sienten sus propios empleados, para reforzar esta situación el montaje de la serie abusa con buen criterio de los silencios incómodos que se producen siempre que Brent mete la pata hasta el fondo (cosa que sucede a menudo). Nos encontramos ante un personaje sin moral, engreído, torpe, sin gracia y malicioso que lleva su ridiculez hasta límites que resultan extremadamente cómicos. Como él mismo se define en la serie: “yo me veo primero como líder, después como amigo y, por qué no, como humorista”.
Hitos importantes son el episodio en el que van a impartir una típica charla de motivación en la que al final es David Brent el que toma las riendas y acaba cantando sus propias composiciones a los empleados, unas canciones horrendas que reúnen todos los tópicos de la música. O cuando es contratado para unas charlas de liderazgo y aparece con aspecto juvenil intentando ganarse al auditorio, las charlas acaban con él bailando al ritmo de Simply the Best de Tina Turner en un vano intento de que los asistentes al curso se animen. Importantes son los especiales de navidad que muestran qué sucedió después del rodaje del supuesto documental, ahí podemos ver a un Brent que se gana la vida de discoteca en discoteca en plan famosete de tres al cuarto tipo Gran Hermano.
En fin queridos corazones, lo mejor es que vosotros mismo veáis esta espectacular serie ganadora de multitud de premios, incluidos los globos de oro a la mejor serie y actor. Recomiendo su visionado en versión original, ya que si no muchas de las gracias y matices de la actuación se pierden. Y por supuesto, no caigáis en imitaciones, digo esto porque hay un remake yanqui que por supuesto no se acerca ni de lejos al original inglés. Espero que disfrutéis de uno de esos extraños productos que con su sola presencia justifica la existencia de un medio de comunicación como puede ser la televisión.
Nacho Valdés (Lunes menos grises)
11 comentarios:
coño el tipet ese se parece a un profesor de derecho civil que tuve.. Saludos nacho sergio y cia.. me encuentro en polonia, voy a pasar una larga temporada aqui, y he tenido problemas para tener internet,pero todo resuelto, no he dejado de leer el blog cuando he podido.. Ahora ya podré escribir comentarios, a ver si me vuelvo a reenganchar del todo, Saludos amics.
Hombre amigo Willy, ya se te echaba de menos por los terrenos de corazones. Bienvenido de nuevo y espero que continúes fiel a este humilde blog.
Abrazos desde Valencia.
Lamento no haber pillado nunca la serie, lo que cuentas es muy sugerente.
Hay una frase especialmente significativa: "...jefe estúpido que se creía gracioso..." ¿de qué me suena esto?
Feliz semana.
Estoy a ver si la veo...vi algún capítulo de la versión americana pero como comentas será una mala copia, porque no me llamó lo más mínimo. A ver si consigo la version UK para verla.
Hay otra serie de este tipo más que recomendable y también Británica. Se llama IT Crown o Los informáticos en su versión en Castellano. Muy muy recomendable.
Salu2.
Que alegría verte por estos lugares querido cuñado. Ya eres un corazón más, bienvenido.
Bueno, bueno,bueno, qué te voy a contar de esta seriesi la hemos visto juntos y nos hemos partido de risa a la vez, es buenísima, se la recomiendo a todo el mundo y le doy las gracias a mi buen amigo Sergio, que fue quién nos la dejó.
Me ha encantado el artículo, gracias cariño por traerme recuerdos super divertidos.
Un besazo.
Laura.
PD: Un besito para mi cuñado, me encanta que te metas en el blog!!!!!!!!
La verdad es qe he visto pedazos de la serie en alguna ocasión y no me llamó la atención así que la proxima vez prestaré atención y espero llegar a ver ese gran producto.
P.D: Lo de "queridos corazones" parece obra de Ana Igartiburu así que cuida ese lenguaje si no quieres acabar con un vestidito rojo en la cabecera de tus artículos. ¿O es eso lo que quieres?
Antes de nada quiero dar la razón a Andresito y además contestar su inquietante pregunta. Nacho Valdés cuando se viste de mujer lo hacer de rojo. Si es cierto.
En cuanto a la serie, me parece lo más brillante que he visto en muchos años en televisión. Realmente , Ricky Gervais , inicia un nuevo período en el humor inglés. Uno de los mejores personajes de la historia, sin duda.
Cojo el testigo lanzado por Laura de la recomendación.
Besos pa todos, en especial, para nuestro contacto en Polonia.
Pero... ¿De rojo picardias inclido?
quería decir inclUido perdón.
Si, amigo. Todo el lote incluído.
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