Marketing ridículo II
Otro de los lugares comunes en el que los publicistas saltan por encima de la calidad, el sentido común e incluso del producto es el campo de los seguros de automóvil. Supongo que será el carácter obligatorio de estas pólizas lo que provoca que en el mundo publicitario no se tome demasiado en serio esta venta, estas no son las únicas cuñas que provocan mi más profunda aversión, pero sí de las más destacadas. Cada vez que veo estos infumables anuncios, que además son una especie de plaga, algo en mi interior hierve, dándome la sensación de que la tomadura de pelo de la que soy testigo no es más que una provocación para exaltar a la población.
Antes, únicamente dos o tres compañías de seguros salían por la televisión, las clásicas y de toda la vida; que si Mapfre, que si Allianz, que si Catalana Occidente, vamos cuatro listos que se repartían el pastel de los seguros de automóvil impuestos por el gobierno. Pero alguien despertó del sueño y se preguntó: ¿Qué es necesario para contratar un seguro? Y después de recapacitar un rato se dio cuenta de que sólo se necesita un formulario, que puede rellenar hasta un orangután; un primo con ganas de ahorrarse cuatro perras; y por supuesto, el dinero de la contratación. Aquí es donde nacen las corporaciones de seguros que hacen su agosto vía telefónica, y qué se necesita, pues nada más que un teleoperador, y que este último no sea analfabeto. Me viene a la cabeza el proyecto de Declaración de Derechos de los Simios (por la comparación con los orangutanes), y considero que también se debería realizar un Manifiesto para la defensa de estos pobres trabajadores explotados, pero esto ya es otra historia. El caso es que está aquí el germen de los infumables anuncios de las aseguradoras, me explico; con cuatro euros, dos teléfonos y dos estudiantes que los atiendan se puede levantar un imperio asegurador. Dónde está la clave, pues en el ahorro que se produce con este sistema y que permite bajar las cuotas a los clientes. Huelga decir que este ahorro también se produce en las campañas de marketing televisivo.
Empezaré por una superproducción del ramo, aunque no por ello deja de ser deleznable. Se trata de la campaña de no se qué compañía que utiliza como mascota al erizo Rizzo. Mira que me caían simpáticos estos animalillos, pues estos malditos están consiguiendo que les coja manía. Los agudos publicistas crearon la mascota por ordenador, la animaron y se olvidaron de realizar un guión que no diese vergüenza ajena. El maldito animal aparece en el gimnasio, en el psicoanalista y en diversas situaciones supuestamente graciosas; pues sepan señores que no produce ni humor, ni ternura, ni nada que no sea repulsión. Si hay alguien en este país al que le caiga bien el Rizzo de las narices que por favor lo encierren por perturbado mental, ya que es evidente que algo falla en su cabeza.
Otro de los spots bandera de este ramo, de los que iniciaron la fiebre de la televenta de seguros es el de Línea Directa. En este caso el presupuesto es mínimo, los actores pésimos y el protagonista es un teléfono con ruedas que circula por la ciudad ayudando al sacrificado conductor. Ahora le ha salido compañero, un ratón de ordenador también motorizado que acompaña al vetusto teléfono. En fin, que ahora también se puede contratar el producto vía Internet, todo para hacernos la vida más fácil y sacarnos el dinero con mayor soltura. Aquí el reclamo debe estar en lo cutre y chabacano que resulta este anuncio, que con un acabado de producción pornográfica de Europa del Este, resulta apasionante por la falta de imaginación y gancho que tienen en esta aseguradora.
Aunque de los mejores es el de Direct Seguros. En este caso, cuentan con un fichaje de altura; el arquero disminuido físico que encendió la llama olímpica en Barcelona 92. Que más da que hayan pasado más de quince años, que importa que a este señor no lo conozcan ni los vecinos de su edificio, toda vale si se trata de vender seguros. El argumento es apasionante, este tipo lanza una flecha con las increíbles ofertas de la compañía, ésta recorre la ciudad y, por último, penetra por el recto de un conductor que hasta ese momento no se había percatado de los grandiosos descuentos que se estaba perdiendo. Es decir, el mensaje es claro: ven aquí que te reventaremos el ano con una de nuestras pólizas y, por supuesto, haremos todo esto con una sonrisa en la boca.
La reflexión es la siguiente: ¿Somos realmente tan imbéciles como nos muestra esta publicidad? La verdad es que no tengo respuesta para esta pregunta, pero lo que pido es al menos que no nos tomen por estúpidos de una manera tan incuestionable. Que es poner la televisión y tener la sensación (o seguridad) de que cuatro listos, además de estar llenándose los bolsillos, están pasándoselo en grande a nuestra costa.
Otro de los lugares comunes en el que los publicistas saltan por encima de la calidad, el sentido común e incluso del producto es el campo de los seguros de automóvil. Supongo que será el carácter obligatorio de estas pólizas lo que provoca que en el mundo publicitario no se tome demasiado en serio esta venta, estas no son las únicas cuñas que provocan mi más profunda aversión, pero sí de las más destacadas. Cada vez que veo estos infumables anuncios, que además son una especie de plaga, algo en mi interior hierve, dándome la sensación de que la tomadura de pelo de la que soy testigo no es más que una provocación para exaltar a la población.
Antes, únicamente dos o tres compañías de seguros salían por la televisión, las clásicas y de toda la vida; que si Mapfre, que si Allianz, que si Catalana Occidente, vamos cuatro listos que se repartían el pastel de los seguros de automóvil impuestos por el gobierno. Pero alguien despertó del sueño y se preguntó: ¿Qué es necesario para contratar un seguro? Y después de recapacitar un rato se dio cuenta de que sólo se necesita un formulario, que puede rellenar hasta un orangután; un primo con ganas de ahorrarse cuatro perras; y por supuesto, el dinero de la contratación. Aquí es donde nacen las corporaciones de seguros que hacen su agosto vía telefónica, y qué se necesita, pues nada más que un teleoperador, y que este último no sea analfabeto. Me viene a la cabeza el proyecto de Declaración de Derechos de los Simios (por la comparación con los orangutanes), y considero que también se debería realizar un Manifiesto para la defensa de estos pobres trabajadores explotados, pero esto ya es otra historia. El caso es que está aquí el germen de los infumables anuncios de las aseguradoras, me explico; con cuatro euros, dos teléfonos y dos estudiantes que los atiendan se puede levantar un imperio asegurador. Dónde está la clave, pues en el ahorro que se produce con este sistema y que permite bajar las cuotas a los clientes. Huelga decir que este ahorro también se produce en las campañas de marketing televisivo.
Empezaré por una superproducción del ramo, aunque no por ello deja de ser deleznable. Se trata de la campaña de no se qué compañía que utiliza como mascota al erizo Rizzo. Mira que me caían simpáticos estos animalillos, pues estos malditos están consiguiendo que les coja manía. Los agudos publicistas crearon la mascota por ordenador, la animaron y se olvidaron de realizar un guión que no diese vergüenza ajena. El maldito animal aparece en el gimnasio, en el psicoanalista y en diversas situaciones supuestamente graciosas; pues sepan señores que no produce ni humor, ni ternura, ni nada que no sea repulsión. Si hay alguien en este país al que le caiga bien el Rizzo de las narices que por favor lo encierren por perturbado mental, ya que es evidente que algo falla en su cabeza.
Otro de los spots bandera de este ramo, de los que iniciaron la fiebre de la televenta de seguros es el de Línea Directa. En este caso el presupuesto es mínimo, los actores pésimos y el protagonista es un teléfono con ruedas que circula por la ciudad ayudando al sacrificado conductor. Ahora le ha salido compañero, un ratón de ordenador también motorizado que acompaña al vetusto teléfono. En fin, que ahora también se puede contratar el producto vía Internet, todo para hacernos la vida más fácil y sacarnos el dinero con mayor soltura. Aquí el reclamo debe estar en lo cutre y chabacano que resulta este anuncio, que con un acabado de producción pornográfica de Europa del Este, resulta apasionante por la falta de imaginación y gancho que tienen en esta aseguradora.
Aunque de los mejores es el de Direct Seguros. En este caso, cuentan con un fichaje de altura; el arquero disminuido físico que encendió la llama olímpica en Barcelona 92. Que más da que hayan pasado más de quince años, que importa que a este señor no lo conozcan ni los vecinos de su edificio, toda vale si se trata de vender seguros. El argumento es apasionante, este tipo lanza una flecha con las increíbles ofertas de la compañía, ésta recorre la ciudad y, por último, penetra por el recto de un conductor que hasta ese momento no se había percatado de los grandiosos descuentos que se estaba perdiendo. Es decir, el mensaje es claro: ven aquí que te reventaremos el ano con una de nuestras pólizas y, por supuesto, haremos todo esto con una sonrisa en la boca.
La reflexión es la siguiente: ¿Somos realmente tan imbéciles como nos muestra esta publicidad? La verdad es que no tengo respuesta para esta pregunta, pero lo que pido es al menos que no nos tomen por estúpidos de una manera tan incuestionable. Que es poner la televisión y tener la sensación (o seguridad) de que cuatro listos, además de estar llenándose los bolsillos, están pasándoselo en grande a nuestra costa.
Nacho Valdés (totalmente relajado)
7 comentarios:
La verdad es que llevas razon, le he cogido verdero asquito al erizo gayer en cualquiera de sus estupidas facetas.
Creo que le mejor anuncio de seguros es el que te tiran una flecha con la informacion y te insinuan que te lo leas para que no te den por el (*).
Aunque aun asi son todos bastante mediocres.
Nos vemos en breve...
empiezo la cuenta atras: 10...
La verdad es que tienes razón esos anuncios son una puta mierda que exalta el gilipollismo crónico de 4 anormales. MUERTE A RIZZO
P.D: yo tambien espero a este sábado que promete ser mítico... quedan 5 días...
Antes de nada déjame declarar que estoy de acuerdo en todo lo que dices, juzgado desde un punto de vita estético, es decir, los anuncios son una mierda pinchada en un palo.
Pero... también hay otros enfoques, como el que tú mismo esbozas en la pregunta del final "...¿somos realmente tan imbéciles como nos muestra la publicidad?...". Me temo que la respuesta es SI, BASTANTE.
Y ¿en base a qué hago esa afirmación tan triste?. Pues a que da la casualidad que una parte de mi sueldo depende de lo que haga Linea Directa, porque engrosa los beneficios del grupo empresarial para el que trabajo y conozco su historia desde bastante antes de su principio público.
Linea Directa tiene aprox. 1 millón y medio de pólizas, que ha conseguido fundamentalmente a través de la publicidad en TV. Sólo era rentable si conseguía superar las 900.000 porque resulta que el 95% de sus ingresos se van en ... adivina qué: En SINIESTROS.
Las compañias de Seguros "de bajo costo" son un buen negocio, cuando consiguen un numero de pólizas considerable y para ello es imprescindible la publicidad y, por lo que se ve, la publicidad para que funcione, tiene que ser pésima.
Si millones de moscas comen mierda ¿será que en realidad está buena?
Por lo demás, dales caña, que es muy divertido.
P.D.
Tu articulo también destila un pelín de... ¿lo llamamos conocimiento de causa?. Perdónales, sólo quieren ganar dinero a tu costa.
Como todos.
No nos queda más remedio que pasar por el aro y comernos su publicidad que nos enchufan, así que critiquemos un poco.
Besos a todos.
9...
Nacho siempre metiendo caña. La verdad es que cada vez existen anuncios más patéticos, por no decirte que dan pena. Supongo que sacan un erizo como metáfora a lo que te van a clavar de seguro.¿Y los eslóganes? ¿La llamada del ahorro en plan el rey león? Dios mío esto último al menos nos prometió un momento de risa en el viaje de fin de curso, cuando lucas, tocao, dijo:
"Mirad, la llamada del ahorro, ¡AZUMBAUEE!"
(Andrés espero que te acuerdes de eso porque fue mítico, junto al "Falta éste, wuw, y éste, grraajhfejjjj")
Jajaja un beso, nos vemos en la cena
Desde aquí ruego por el regreso de la "Canción de la semana".
Ya está bien.
Ya lo dije en un artículo anterior, huyo de la publicidad como de Carlos Baute. Sigo pensando que nunca ha aportado nada a nadie.
Soy feliz desde que no veo la tele. Hay tantas alternativas a ella que no la echo de menos.
NO tengo un sólo buen recuerdo de esta desde más o menos mis 14 años.
Hace ya mucho que perdí la esperanza. Aun asi sé que hay algunas excepciones pero para mi no son suficientes.
p.d : La Canción de la Semana volverá en breve. Se agradece el recuerdo.
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