Camino de vuelta
Los limpiaparabrisas parecían a punto de dislocarse, el
detective Vázquez había dejado el coche prestado en la central y, después de
recoger el suyo, intentaba recortar el tiempo perdido circulando a toda
velocidad por la autopista. Llevaba la ventanilla abierta pues no había sido
capaz de resistir la tentación de encender un cigarro, la lluvia caía sobre él
pero ya estaba empapado después de sufrir la inclemente meteorología durante
horas. Después de pensarlo bien consideró que tampoco era mala cosa el llegar
empapado a casa, así tendría mayor verosimilitud a la hora de excusarse. Podía
decirle a Eva que había estado realizando una importante vigilancia y que había
aguantado estoicamente bajo el chaparrón, quizás de esta manera se apiadase de
él y al menos esa noche podría ir a la cama sin tanto remordimiento.
Aparcó frente a su hogar, no merecía la pena abrir el garaje
de la casa baja donde vivían. Se habían instalado, poco antes de la llegada de
su hijo en una zona residencial a las afueras de la ciudad. Aunque,
lamentablemente, los problemas económicos habían provocado que esos terrenos se
quedasen a medio construir por lo que se encontraban aislados con unos pocos
vecinos con los que no hacían vida. Se quedó un segundo sentado dentro, la luz
del salón estaba encendida y tenía claro que había llegado la hora de ofrecer
unas cuantas aclaraciones. La acera de tierra y el esqueleto de los edificios a
medio construir ofrecían la viva imagen de su matrimonio; una ruina a punto de
desmoronarse debido a su dedicación al trabajo. Pero, ¿qué podía hacer? Era
incapaz de pasar por encima de lo que sabía, si hiciese algo así no podría
mirarse al espejo y acabaría cayendo en la locura. Así que, por descabellado
que pareciese, prefería poner en peligro su vida de pareja antes que no
perseguir a don Manuel. Saliendo del coche cayó en la cuenta de algo en lo que
no había reparado, ¿cuál era el motivo por el que don Manuel no se refugiaba en
su hogar hasta la siguiente comparecencia? Algo no encajaba.
Cuando abrió la puerta Eva estaba leyendo en el sofá del
salón, ni siquiera levantó la vista del
libro que tenía en el regazo. El detective se acercó y se sentó a su lado, la
abrazó y la besó sin que ella mostrase ninguna emoción. Se sentía sola y
deprimida, no tenía la menor duda de que esa existencia alejada de los suyos
cuidando de un bebé estaba pasándole factura. Le expuso la situación y cerró el
libro para atenderle, su rostro no aparentaba ningún interés en las
explicaciones que estaba recibiendo. Simplemente, cuando Vázquez terminó el
esclarecimiento, dijo lacónicamente: -Está bien, no hay ningún problema. ¿Nos
vamos a dormir? Esa contestación le hizo más daño que cualquier otra actitud
que pudiese mantener en su contra, casi prefería los gritos de la otra noche
que al menos denotaban algo de lucha por esa pareja. Le daba la impresión de
que se había rendido, de que no quería esforzarse más. Se acercó al borde de la
cuna, Marcos respiraba acompasadamente en la penumbra ofreciendo el paradigma
de la tranquilidad. Se puso el pijama y se metió en la cama junto a Eva,
suspiró y procuró dormir pues en poco tiempo tendría que estar de nuevo en la
calle.
No fue consciente del momento en el que se durmió, su mente
bullía con las múltiples posibilidades que ofrecía la investigación. En su
opinión, cuando resolviese ese asunto todo lo demás iría rodado y podría volver
a encauzar su ámbito privado. No le cuadraba el hecho de que su presa hubiese
alquilado un palacete en pleno centro y, ajeno a las explicaciones sencillas,
ponía en duda que se tratase de un simple ardid para acostarse con prostitutas
pues estaba claro que eso podía hacerlo de manera más sencilla. Quizás
estuviese preparando algo, no lo tenía claro pero lo que sí había quedado
patente es que necesitaría ayuda y medios para continuar con la investigación.
Consideró que la manera convencional de presentar un informe para que
autorizasen el seguimiento no era suficiente, tendría que aunar su esfuerzo
personal con todo aquello que le brindase el departamento. Esa noche tomó la decisión
de hablar con su compañero, el agente Esteban. Si lograba convencerle quizás
podrían hacer un buen trabajo entre los dos.
Nacho Valdés
1 comentario:
El "blogger" se come comentarios. Tampoco es que sean grandes pérdidas, pero molesta, coño!
Publicar un comentario