lunes, noviembre 11, 2013

En el ángulo muerto Vol. 207



Camino de vuelta

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Los limpiaparabrisas parecían a punto de dislocarse, el detective Vázquez había dejado el coche prestado en la central y, después de recoger el suyo, intentaba recortar el tiempo perdido circulando a toda velocidad por la autopista. Llevaba la ventanilla abierta pues no había sido capaz de resistir la tentación de encender un cigarro, la lluvia caía sobre él pero ya estaba empapado después de sufrir la inclemente meteorología durante horas. Después de pensarlo bien consideró que tampoco era mala cosa el llegar empapado a casa, así tendría mayor verosimilitud a la hora de excusarse. Podía decirle a Eva que había estado realizando una importante vigilancia y que había aguantado estoicamente bajo el chaparrón, quizás de esta manera se apiadase de él y al menos esa noche podría ir a la cama sin tanto remordimiento.
Aparcó frente a su hogar, no merecía la pena abrir el garaje de la casa baja donde vivían. Se habían instalado, poco antes de la llegada de su hijo en una zona residencial a las afueras de la ciudad. Aunque, lamentablemente, los problemas económicos habían provocado que esos terrenos se quedasen a medio construir por lo que se encontraban aislados con unos pocos vecinos con los que no hacían vida. Se quedó un segundo sentado dentro, la luz del salón estaba encendida y tenía claro que había llegado la hora de ofrecer unas cuantas aclaraciones. La acera de tierra y el esqueleto de los edificios a medio construir ofrecían la viva imagen de su matrimonio; una ruina a punto de desmoronarse debido a su dedicación al trabajo. Pero, ¿qué podía hacer? Era incapaz de pasar por encima de lo que sabía, si hiciese algo así no podría mirarse al espejo y acabaría cayendo en la locura. Así que, por descabellado que pareciese, prefería poner en peligro su vida de pareja antes que no perseguir a don Manuel. Saliendo del coche cayó en la cuenta de algo en lo que no había reparado, ¿cuál era el motivo por el que don Manuel no se refugiaba en su hogar hasta la siguiente comparecencia? Algo no encajaba.
Cuando abrió la puerta Eva estaba leyendo en el sofá del salón, ni siquiera levantó  la vista del libro que tenía en el regazo. El detective se acercó y se sentó a su lado, la abrazó y la besó sin que ella mostrase ninguna emoción. Se sentía sola y deprimida, no tenía la menor duda de que esa existencia alejada de los suyos cuidando de un bebé estaba pasándole factura. Le expuso la situación y cerró el libro para atenderle, su rostro no aparentaba ningún interés en las explicaciones que estaba recibiendo. Simplemente, cuando Vázquez terminó el esclarecimiento, dijo lacónicamente: -Está bien, no hay ningún problema. ¿Nos vamos a dormir? Esa contestación le hizo más daño que cualquier otra actitud que pudiese mantener en su contra, casi prefería los gritos de la otra noche que al menos denotaban algo de lucha por esa pareja. Le daba la impresión de que se había rendido, de que no quería esforzarse más. Se acercó al borde de la cuna, Marcos respiraba acompasadamente en la penumbra ofreciendo el paradigma de la tranquilidad. Se puso el pijama y se metió en la cama junto a Eva, suspiró y procuró dormir pues en poco tiempo tendría que estar de nuevo en la calle.
No fue consciente del momento en el que se durmió, su mente bullía con las múltiples posibilidades que ofrecía la investigación. En su opinión, cuando resolviese ese asunto todo lo demás iría rodado y podría volver a encauzar su ámbito privado. No le cuadraba el hecho de que su presa hubiese alquilado un palacete en pleno centro y, ajeno a las explicaciones sencillas, ponía en duda que se tratase de un simple ardid para acostarse con prostitutas pues estaba claro que eso podía hacerlo de manera más sencilla. Quizás estuviese preparando algo, no lo tenía claro pero lo que sí había quedado patente es que necesitaría ayuda y medios para continuar con la investigación. Consideró que la manera convencional de presentar un informe para que autorizasen el seguimiento no era suficiente, tendría que aunar su esfuerzo personal con todo aquello que le brindase el departamento. Esa noche tomó la decisión de hablar con su compañero, el agente Esteban. Si lograba convencerle quizás podrían hacer un buen trabajo entre los dos.

Nacho Valdés

1 comentario:

raposu dijo...

El "blogger" se come comentarios. Tampoco es que sean grandes pérdidas, pero molesta, coño!