lunes, marzo 11, 2013

En el ángulo muerto Vol. 183



Insinuaciones

El investigador se había reclinado hacia atrás, parecía tomar aire cuando en realidad lo que hacía era intentar solventar la presión a la que estaba siendo sometido. La mujer que tenía delante había dejado, no sabía si voluntariamente, que el último botón de su blusa se desprendiese y el generoso escote dejaba entrever parte del sujetador de encaje negro que llevaba. El señor Durán consideró que lo mejor sería hacer caso omiso a esas señales, debía aceptar que estaba lejos de resultar atractivo y que esos aparentes descuidos estaban provocados por el momento de tensión que se estaba fraguando. Aún así algo fallaba, su instinto le indicaba que nada era como parecía ser y que algo latía bajo ese aparente desconsuelo.

-          Como le iba diciendo, su ex-marido consiguió deshacerse de todo el patrimonio a través de las empresas fantasma que había creado y fue depositándolo en la paraísos fiscales a través de los cuales operar.
-          O sea, ahora es asquerosamente rico.
-          Bueno, es una manera de decirlo – contestó el sabueso intentando mirar a los ojos de su cliente.
-          ¡Qué hijo de la gran puta! – Exclamó la otra.
-          No solo eso… - continuó el señor Durán después de dar un sorbo a su copa.
-          ¿Cómo? ¿Es que hay más? – La mujer aparentó hundirse de nuevo en su sillón.
-          Resulta que, por lo que hemos podido averiguar en relación a las finanzas del investigado, también ha cobrado el seguro de vida del que era beneficiaria usted.
-          Cómo puede haber cambiado la documentación, ese asunto pensaba que lo tenía controlado.
-          Realmente no lo tengo claro pero, por lo que he podido comprobar hasta el momento, Enrique tenía poderes sobre su persona y pudo variar el destinatario de la indemnización.
-          Es decir, seguimos en la ruina.
-          Eso me temo – concluyó el señor Durán.

La mujer parecía a punto de estallar en lágrimas, se tapaba la cara con las manos y se dejaba caer sobre la mesa haciendo de su escote un balcón al que el investigador se asomaba con precaución. Repentinamente levantó de nuevo la mirada y con los ojos enrojecidos aunque libres de lágrimas se volvió a dirigir a su interlocutor.
-          Necesito saber que está vivo, no es algo que pueda creerme de manera tan sencilla.
-          Ya le he enseñado las fotos, está claro que Enrique está vivo y recorriendo el mundo con todo el dinero que ha estafado.
-          Pero aquí llegó un cadáver y celebramos el entierro, ¿sabe por lo que hemos tenido que pasar? Incluso hermanos estaban presentes. ¿Cómo es posible?
-          Dependiendo de dónde se encuentre una persona y de los escrúpulos que posea resulta sencillo conseguir todo lo que ha hecho su ex-marido.
-          ¿Me está diciendo que es posible conseguir un cuerpo así como así y hacerlo pasar por otra persona?
-          No resulta tan complicado, es algo que se paga con dinero. Incluso aquí en España podría hacerse, solo hay que conocer a las personas adecuadas.
-          Por lo visto usted conoce a ese tipo de individuos, ¿no es así? – Maribel se mostró sugerente y sus labios rojos se insinuaron al pronunciar las últimas palabras.
-          No he dicho eso, simplemente he dicho que es posible. Si quiere le explico cómo lo hizo Enrique.
-          Por favor, continúe.

La mujer volvió a reclinarse en la butaca, dejó la blusa desabrochada y las piernas cruzadas en una postura que al maduro investigador se le antojó ligeramente lasciva. Borró de su mente el impulso que estaba recorriendo su cuerpo y continuó con el relato.

Nacho Valdés
Nacho Valdés

5 comentarios:

raposu dijo...

En una chica como Maribel, no hay nada que sea casual...

Muchacho_Electrico dijo...

Cuando follan?

Sergio dijo...

La cosa se está poniendo caliente...
y con la cosa no me refiero al miembro del miembro de la vigilancia remunerada sino al asunto en sí vaya...

A la espera de más nos quedamos...

cristina dijo...

Be-Bop-A-Lula

No esperes sentada, Maribel...

laura dijo...

Uf, no sé qué pensar, aquí nadie es trigo limpio...