…canciones…yo siempre quise hacer canciones. Deseaba ver mi
tristeza amplificada al estéreo y viajar por las ondas hasta el más allá. Quería
oír mis palabras en tu boca y que sonaran a ti. Incluirte en mi lista de grande
éxitos. Buscarme a mi mismo entre tonos y semitonos, entre melodías y palabras.
Sin embargo, el tiempo me ganaba siempre la partida. Acababa
apoyado en la pared tratando de interpretar tus quejidos al otro lado, tan
lejos de mí. Tenía un lazo negro en los ojos que impedía ver más allá de
nosotros. Ninguna canción cambiaba eso; cuando la música se apagaba todo volvía
ser como antes y, en ocasiones, peor.
Al tiempo, empezaste a cantar canciones de otros que no
hablaban de nada y yo sentí que ese tren no volvería a pasar por aquí. Decidí
reinventarme con la misma voluntad de un ex fumador que antes de volver a casa
aspira el aire de una smoking room. Y me vacié, limpié cada átomo, cada poro,
cada esquina de mi cuerpo pero al final de ese proceso no había nada. Una mañana
de mayo miré al espejo del baño y no me reconocí, había perdido tanto peso y
acumulado tantas decepciones que mi rostro se había perdido en algún punto del
camino. Me di cuenta que hacía tiempo que no miraba de frente las cosas y que
todas las ventanas de casa estaban cerradas.
Así fue como, desprovisto de todos mis poderes,
desesperanzado, cubierto de polvo y con los huesos rotos, empecé a caminar
esperando que la infelicidad se transformase en un campo florido de nuevas oportunidades.
Entonces, el día más inesperado, los planetas volvieron a
chocar. Y por primera vez supe que estaba preparado para volar y que bajo la
alfombra de la memoria quedaban millones de cuerpos esperando palabras,
sonidos, diamantes y, por supuesto, canciones.
Yo siempre quise hacer canciones; Y no fue hasta perderte
que comprendí que todo mi repertorio hablaría siempre de ti.
2 comentarios:
Atención pido al silencio y silencio a la atención para escuchar las palabras de Sergio Pastor.
Buen arranque, volvemos a la prosa introspectiva en nueva sección.
Enhorabuena, me ha gustado mucho compartir esta melancolía.
Abrazos.
Publicar un comentario