El solitario
Los escasos doscientos metros que separan la entrada de mi
empresa de la boca del metro me hicieron olvidar el incidente de la mujer, no
le di más importancia de la que tenía o aparentaba tener: una tipa rara que me
miraba desde la seguridad que le procuraba la distancia. Mi creatividad se
desbordó durante unos instantes y me imaginé levantándome de mi sitio en el
vagón y acercándome a esa mujer que me había incomodado para cantarle las
cuarenta, me hubiese encantado pero tenía claro que entre mis virtudes no se
encuentra la capacidad para resolver las problemáticas de una manera directa.
Aún así, y puesto que me daba igual ese asunto, lo olvidé y me puse a
reflexionar sobre lo que sería mi jornada.
Tenía un par de cosas urgentes que introducir en la base de
datos de la empresa aunque sabía que si me daba prisa y trabajaba como soy
capaz, tendría tiempo de sobra para chatear un rato y acordar una partida
multitudinaria con algunos amigos y conocidos. Así que nada, esa mañana fatal
me puse temprano a trabajar, conecté mi móvil a la emisora M80 y el teclado
empezó a echar humo; deseaba fervientemente dejarme algo de espacio para
organizar la partida de la tarde. Parecía una especie de contrarreloj en la que
vencía aquel con una mayor cadencia de tecleo, las yemas de mis dedos volaban
sobre los caracteres que sin cometer errores acariciaban la superficie del
teclado; daba la impresión de estar componiendo una sinfonía informática guiado
por algún tipo de inspiración superior. Cuando comencé a escuchar al resto de
compañeros llegando ni tan siquiera levanté la cabeza, no me interesaba lo más
mínimo lo que esos mediocres que me rodeaban pudiesen hacer o comentar. Además,
normalmente yo era el blanco de sus burlas y bromas y desde hacía un tiempo
prefería hacer como que no existían, era mejor concentrarme en mis cosas y
llevarme los bonus que la empresa ofrecía por rendimiento. Malditos ignorantes,
les odiaba profundamente aunque, por suerte, el lugar en el que trabajaba era
lugar de paso para toda clase de individuos que no dejaban huella ni recuerdo.
Yo, sin embargo, sí que me veía cercano a dejar mi impronta en ese estúpido
rincón de la ciudad.
Tal y como había proyectado, tras un rato de dedicación
intensiva tenía resueltos los asuntos más urgentes. Podía dedicarme las últimas
dos horas a conversar con mis compañeros de partida. Me conecté a nuestro chat
privado y me encontré con Warrior33, Nickyjonas y Leming, con la que no
coincidí fue con Princesa élfica y debo reconocer que me llevé un chasco. En
los últimos tiempos nos habíamos dedicado a hablar en un apartado y realmente
habíamos conectado, los dos éramos almas solitarias e incomprendidas unidas por
su pasión al rol y los juegos de ordenador. De hecho le había compuesto un
poema en lengua élfica que esperaba poder entregarle en mano pues también era
de la ciudad, quizás algún día reuniese el valor suficiente como para poder
hacer algo tan osado. Me imaginaba a mí mismo como algún héroe de la Tierra
Media, eliminando a mis malvados compañeros y consiguiendo el amor de mi
compañera de partidas. Más allá de mis fantasías, el caso es que, hablando con
los que había encontrado, acordamos hora, tipo de partida y tratamos sobre
nuestras últimas adquisiciones tecnológicas. Para cuando hube terminado ya
prácticamente era la hora de recoger y comencé a hacerme el remolón a la espera
de poder irme.
Fue en ese momento en el que esperaba el instante para
largarme cuando levanté la vista de mi monitor y me espanté ante la situación
que me rodeaba. En un primer momento ni tan siquiera lo entendí, estaba tan
fuera de lo cotidiano que no entraba dentro de capacidad de raciocinio. El
escenario con el que me encontré fue el de toda la empresa sin excepción,
incluidos superiores, personal de limpieza y algún proveedor, mirándome
fijamente. No es que estuviesen observando algo indeterminado en la zona en la
que me encontraba, era que clavaban sus ojos en los míos y me hacían sentir
absolutamente incómodo y desprotegido. Mi primera reacción fue la de reírme
estúpidamente, algo que me pasaba de forma habitual cuando hablaba con gente
desconocida o me sentía presionado. Como ninguno de los presentes cambiaba la
expresión pregunté nervioso qué sucedía pero nadie movió un músculo, todos
seguían con sus pupilas fijas en mí. Comencé a agobiarme de forma alarmante y a
retroceder hacia la salida mientras me llevaba mis cosas intentando vigilar mis
espaldas, debía tratarse de algún tipo de broma pesada que parecía estar yendo
demasiado lejos. Por fin alcancé la salida y todo el mundo continuaba atravesándome
con la mirada mientras avanzaba hacia mí, bajé corriendo las escaleras y salí a
la calle en un intento de tomar aire; me encontraba al borde de un ataque de
pánico.
Nacho Valdés
4 comentarios:
Malos tiempos para los desarraigados...
El strip poker virtual es la mejor receta contra las neuras sociales...
Espero que este "nerd" tenga suerte...
Que le pasa a este personaje, va desnudo? con pijama? disfrazado de su personaje de rol? vestido con la tercera equipación del Real Madrid y el nombre su espalda es el de Iván Campo?
En el primer capítulo vimos que una mujer no quitaba la mirada de un chico... pero resulta que no es una historia de amor.
A estas alturas deberíamos habernos dado cuenta que en los realtos de Nacho, las cosas sólo son lo que parecen cuando va a dejarnos sin final.
De todo lo anterior deduzco que el chico no es que esté nominado a empleado del mes. Pa mi que va a ser otra cosa.
Si yo fuera el Muchacho_Electrico diría que eso de "los realtos de Nacho" son los tacones de 15cm que se pone en casa para escribir.
Claro que Muchacho seguro que lo puede mejorar....
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