jueves, septiembre 20, 2012
Suso (Vol.8) La Voluntad Inevitable
La carretera en la noche es un monstruo con lengua de cemento que, poco a poco, va engulléndote con la inercia de un agujero negro en el espacio, junto con la demás materia que viaja en sus coches hacia cualquier destino.
Conduzco camino a casa. Algo ha crecido estos días en mi pecho. Un dolor apenas perceptible aunque constante y molesto como el zumbido del mosquito nocturno. Ha sido un fin de semana raro. Elia me llamó el miércoles para que fuera a su casa a pasar unos días con ella. Su voz sonaba distinta por el teléfono como si estuviese llamado desde un lugar muy lejano o viéndose forzada a decir cosas en las que no creía. Accedí y durante el resto de la semana no volví a pensar en ello. Las horas pasaron rápidas y cuando me quise dar cuenta ya estaba en el coche camino de Torreblanca para ver a Elia. El mar me acompañó durante todo el trayecto apareciendo y desapareciendo tras las dunas y los rayos perdidos del sol. El viernes al mediodía llegué a casa de Elia y ella con su cuerpo de otro planeta vino a recibirme. El tono de su voz ya no era el mismo del día pasado; estaba como siempre, como al principio.
Decidimos bajar a la playa y alargar la mañana hasta donde pudiéramos. Más tarde comeríamos sin mirar el reloj y daríamos rienda suelta a cualquier necesidad que nuestros cuerpos demandasen.
La casa de Elia es amplia y está pegada a la playa. Tiene una generosa terraza que te enfrenta al mar sin apenas oposición. He perdido la cuenta de las veces que me he abandonado en esos sillones sin importante nada de lo que pudiera ocurrir. La noche va llegando y la gente va abandonando lentamente la arena dejando sus huellas que no estarán allí para recibirles mañana. Elia sugiere que cenemos abramos una botella de vino blanco y combinemos sustancias. La noche llega para quedarse con nosotros.
El Sábado amanece con luz difusa y con el cielo poblado de nubes. Decidimos quedarnos en casa. Elia se levanta y su rostro parece distinto. Hay algo en su mirada que me hace pensar en una fuerza incontenible a punto de desbordarse. Se sienta a mi lado en la terraza y contemplamos el poder visual de un mar enfurecido. Me mira a los ojos y empieza un discurso que hasta ahora nunca había escuchado. Me habla como si no me conociera, como si se hubiese convertido en un vulgar matasanos reconociendo el mal a nuevo paciente. Dice que ayer hablé en sueños y que las cosas que escucho la asustaron. La observo estupefacto intentando comprender el significado de todo esto. Me coge la mano y dice que no es la primera vez que nota algo distinto en mi pero que no se había creído con derecho a juzgarme hasta hoy. Su voz comienza a alejarse y a modularse como si estuviese llegando desde un canal distinto al natural y en un idioma desconocido. Yo sigo mirándola pero esta vez empiezo a darme cuenta de lo poco que importan sus problemas y sus palabras. Pienso en que podría irme y no volver jamás y no pasaría nada, sería otra pieza más que el puzle expulsa. Elia es estúpida y su condescendencia solo me produce asco y rechazo. No sé cómo me ha costado tanto tiempo darme cuenta de lo poco que significa para la raza humana su presencia. Su imagen también comienza a difuminarse como las nubes arrastradas por el viento y una sensación de alivio empieza a crecer en mi interior. Creo ver sus ojos llenos de lágrimas y alargo mis brazos para cogerla pero es inútil, no encuentro nada. Un instante después una intensa lluvia hace acto de presencia y veo mis manos mojadas sobre su cuello que parece un juguete roto y abandonado. La voz de Elia se apaga.
Durante el camino hacia casa un cartel luminoso reza: Use su voluntad para lograr el éxito personal. Es cierto. Todo, a fin de cuentas, se convierte indefectiblemente en una cuestión de voluntades.
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3 comentarios:
Bien por Suso, parece darse cuenta de las malas compañías que le lastran.
A ver qué pasa en próximas entregas.
Enhorabuena por el retorno.
Abrazos.
Para cuando una edición en papel de la vida de Suso???La quiero ya.
Coming soon...
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