lunes, julio 30, 2012

En el ángulo muerto Vol. 157



Duelo

Garrido y García entraron, como un torbellino que arrasaba todo, en la sala de reprografía, Menéndez se hizo el indiferente durante unos instante pues el ruido de la maquinaría era ensordecedor. Los recién llegados esperaron unos instantes y después, con cierta rudeza, apartaron de las fotocopiadoras a mi soldado. Éste estaba chorreando por la sudoración y a los de producción, con sus finos trajes, se les veía realmente incómodos ante la situación con la que tenía que lidiar. Las máquinas fotocopiando y encuadernando a todo rendimiento y tres tipos, uno de ellos obeso, en ese pequeño espacio no podía dar como resultado más que traspiración e incomodidades. Después de comprobar que no tenían manera de utilizar los aparatos, pues Menéndez los había programado para que trabajasen toda la mañana, salieron con sus ropas pegadas a la piel y con el rostro lastrado por la preocupación.
Se quedaron unos instantes bajo el fluorescente que había al principio del pasillo, se les veía realmente confusos y sin dirección y daba la impresión de que de un momento a otro iban a rendirse y darlo todo por perdido. A pesar de que había tomado innumerables precauciones, no pude evitar echar un vistazo a su patética derrota que parecía que iba a traer nuevos aires a la empresa. Garrido volvió a cruzar su mirada con la mía, estaba cargado de rabia y debo reconocer que durante un instante me acobardé y miré a mi pantalla para hacerme el despistado. Por supuesto, ese movimiento tan torpe no pasó desapercibido para mi mortal enemigo que comenzó a dar grandes zancadas en dirección a mi mesa mientras el señor García se preguntaba qué era lo que había sucedido.
Me mantuve impertérrito mientras transcurrieron unos segundos durante los que el tipo se mantuvo de pie frente a mi mesa hasta que levanté la vista y me quedé en silencio observándole. El otro tampoco decía nada, parecía estudiar mi alma con sus ojillos vivarachos que destilaban frustración y odio. Se encontraba en un momento realmente delicado y no deseaba provocarle, podría estallar como una olla a presión. Continué tecleando, como si nada hubiese pasado aunque su presencia me provocaba una profunda turbación. Por fin se sentó en el borde mi mesa, ocupando un espacio que resultaba imprescindible para mí y dando a entender que requería mi escucha inmediata. Le pregunté qué quería y me respondió que utilizar mi ordenador, lo dijo con tal seriedad que casi llega a impresionarme. Le indiqué, con suma amabilidad, que eso resultaba del todo imposible pues andaba inmerso en un importante trabajo que requería toda mi atención. Insistió con cierta rudeza y, con su mano, apartó mi silla hacia atrás. La situación estaba volviéndose realmente tensa y toda la planta atendía a lo que estaba sucediendo. Yo, sin tener en cuenta lo que estaba haciendo, volví a juntarme a mi escritorio y continué trabajando. De un empujón Garrido me arrancó de mi puesto y, tras coger una regla metálica que tenía sobre mi mesa se abalanzó sobre mí. El filo me pasó rozando y rasgó mi camisa, el hombre estaba fuera de sí y parecía convencido de la necesidad de acabar con mi vida. Conseguí esquivar una segunda embestida y se estrelló contra el puesto de trabajo de otro compañero, se dio la vuelta e intentó golpearme el rostro. Falló de nuevo y, mientras recuperaba su posición tuve ocasión de estrellar una grapadora contra su frente dejando una grapa clavada como muestra de mi victoria.
Garrido se retiró sollozando, parece ser que la grapa fue más una punzada en su orgullo que una herida física y, después de que los mandos le pidiesen responsabilidades por el retraso en la entrega y la agresión que sufrí, causó baja en la empresa. Todos nos congratulamos de cómo fuimos capaces de salir de la situación pero algo rondaba en mi cabeza: ¿cuánto tiempo tardaría en destaparse el siguiente Garrido?
Por si acaso yo estaba en guardia, cualquiera que fuese el que intentase ocupar ese vacío tendría que vérselas con mi departamento.

Nacho Valdés

2 comentarios:

raposu dijo...

¡Una grapa en la frente, como la marca de El Zorro!
¡Impresionante!

Feliz verano a todos.

laura dijo...

A mi también me ha gustado mucho el detalle de la grapadora!
Una historia muy graciosa para el principio de vacaciones.
Un besazo, cariño.
Laura.