lunes, julio 02, 2012

En el ángulo muerto Vol. 153



Operación águila

Ese día soplaba un viento fresco y amenazaba lluvia, nos habíamos reunido en la fotocopiadora y organizado en comandos. Estaba todo planeado o, al menos, era eso lo que creíamos. Con todo, teníamos claro que siempre se producen bajas cuando hay un enfrentamiento y estábamos dispuestos a asumirlas. Antes de que llegase la primera batalla, concebiríamos unos golpes psicológicos para preparar el terreno y poner de nuestra parte el enfrentamiento.
Debo reconocer que la tropa estaba animada a pesar del miedo que nos embargaba, íbamos a levantarnos contra los responsables de producción dependientes de la gerencia. Nosotros, que pertenecíamos al departamento comercial, aunque teníamos la misma categoría a nivel de organigrama, siempre habíamos estado relegados pues el contacto directo con la jefatura recaía en el departamento de producción y, además, la simple ubicación de esa circunscripción, al estar más cercana de los despachos de los superiores, facilitaba la comunicación inmediata con lo que nosotros siempre éramos los últimos en estar al tanto de las situaciones que se producían. Se puede decir que los recursos de inteligencia estaban centrados en producción aunque, por otro lado, nosotros teníamos un mejor acceso a los recursos estratégicos que era donde había fundamentado el comienzo de las hostilidades.
Estaba claro que cada grupo tenía sus características que podrían decantar la guerra para un lado o para otro pero, si algo teníamos, era el factor sorpresa pues producción no se imaginaba lo que se le venía encima. Históricamente el departamento comercial había estado apocado y hundido por los motivos aludidos anteriormente y, de esta manera, habíamos sido utilizados e instrumentalizados por esos que parecían ser los depositarios de la confianza de los gerifaltes. Aún así, yo estaba convencido de que la situación era reversible y había estado planeando la manera de destruir su hegemonía.
Lo más difícil había sido conseguir convencer a mis compañeros de las posibilidades que teníamos, fue un trabajo subterráneo que me llevó meses. Una charla frente a la máquina de café, unas cervezas después de la jornada laboral, una conversación furtiva en los pasillos de la cuarta planta. Debo reconocer que fue una tarea ardua que iba dejando una simiente que acabó por florecer pues, tal y como acabó por suceder, tarde o temprano se juntarían por afinidad y tratarían todo lo que les había ido induciendo. El principal problema con el que partíamos era el relativo a la diversidad de caracteres con los que contábamos pues, teníamos gente mayor a punto de jubilarse bastante timorata así como algún joven recién licenciado cuya fogosidad nos podía traer problemas. Mi función, además de sembrar la semilla de confianza que necesitábamos, fue la de hacer un perfil psicológico para organizar la revuelta y el levantamiento frente a los de producción.
La señorita Vázquez haría las veces de reclamo, Rodríguez sería el encargado de la intendencia y se haría con los recursos de la planta y yo coordinaría al resto por si se producía el inevitable enfrentamiento. Alguno de los más jóvenes se había armado con reglas metálicas y grapadoras, estaba claro que si llegaba la sangre al río tendríamos el músculo necesario para remontar la situación. Me sentía orgulloso de mi grupo, estaba perfectamente organizado y cada uno tenía clara su función; si no se acobardaban cuando llegase el momento todo saldría bien.
La mañana señalada llegamos un poco antes, nadie falló aunque el viento arreciaba contra los cristales del edificio. La lluvia no tardaría en llegar, está demostrado que las inclemencias meteorológicas provocan el desánimo de aquel que se ve sorprendido por una circunstancia desconocida. La sala de reprografía, donde se encontraban las fotocopiadoras, fue el punto de reunión desde el que se organizarían los últimos detalles. El ambiente era tenso pero nadie parecía haberse amedrentado y, cuando comenzaron a llegar los de producción, todos estábamos en nuestros puestos. La guerra acababa de comenzar.

Nacho Valdés

1 comentario:

raposu dijo...

Mira por donde una situación que no me es ajena. Aunque en mi caso los que siempre estaban más cerca del poder eran justamente los comerciales... a los que nunca conseguí entender del todo. Me consta que a ellos les pasaba lo mismo.

Veremos sangre de formulario...