lunes, junio 25, 2012

En el ángulo muerto Vol. 152



Negocios

El señor R no podía creer lo que estaba leyendo, en sus manos reposaba un detallado informe del tratamiento de residuos que se había llevado a cabo en su empresa durante los últimos años.
- Como puede observar en la página doce – el señor M decidió hacer una observación -, la política medioambiental que están realizando no es más que una tapadera para la mejora de la opinión pública en relación a la explotación que dirige.
El empresario tragó saliva, todo estaba detallado hasta el último dato. Estaba claro que alguien había facilitado esas reseñas y esa persona estaba en lo más alto del organigrama. Su cabeza comenzó a bullir con los posibles candidatos a tamaña afrenta, tenía un par de nombres que, con toda probabilidad y un poco de paciencia, se descubrirían.
- ¿Qué es lo que desea? – Decidió atacar la situación directamente -. ¿Quiere dinero?
- Efectivamente quiero dinero pero no como usted imagina – el joven se acercó a la zona de las bebidas y comenzó a preparar otra copa -. Tome usted – le dijo sirviéndole el vaso que el señor R aceptó por el increíble sabor que tenía el cóctel -. Lo que quiero es, como le había dicho antes, hacer negocios para que ambos podamos lucrarnos.
- Pues ya me dirá, si la documentación que me ha enseñado se hace pública lo más probable es que cierren la empresa – el señor R dio un sorbo a la exquisita ginebra.
- La cosa es más sencilla de lo que parece, usted solo tiene que contaminar todo lo que pueda.
- ¿Y qué gano yo con eso? ¿Una sanción?
- Espere, deje que le enseñe algo – el hombre salió de la habitación y volvió al instante con una caja de cartón, sobre la mesa colocó un artefacto con varios manguitos y mecanismos metálicos -. Este aparato es de invención de mi corporación, este modelo que tiene usted delante es un prototipo a escala.
- No tengo ni idea de para qué puede servir – el señor R miraba con desaprobación el utensilio que reposaba sobre el tablero.
- Déjeme la copa – el hombre la sujetó con dos dedos y se la mostró a su interlocutor -, está usted de acuerdo con que contiene alcohol. ¿No es así?
- Sí, es evidente – el empresario estaba confuso.
- Pues mire lo que va a suceder a continuación – colocó un vaso de cristal bajo un tubo que sobresalía y metió uno de los manguitos en la ginebra -, ahora observe.
Encendió un interruptor y la maquinaría comenzó a rechinar con estridencia, incluso la mesa parecía vibrar con la actividad que se estaba produciendo. El señor R estudiaba con cierta admiración el proceso que se estaba produciendo cuando, repentinamente, del pequeño tubo que desembocaba en el vaso vacío manó un líquido trasparente.
- Puede usted beber si lo desea, es agua pura y cristalina.
- No puede ser – el empresario dio un trago y comprobó que se trataba del líquido elemento con ningún rastro que recordase al anterior sabor -, es increíble.
- Eso es, esta máquina a su tamaño real puede purificar de forma eficiente y sumamente barata todas aguas residuales y, en este momento, estamos ultimando un prototipo que se incorporará a la limpieza de la atmósfera.
- Es estupendo pero, ¿qué tiene que ver mi empresa con todo esto?
- Muy sencillo, cuanto más se estropee el medio ambiente más caro resultará el tratamiento de estos residuos y más beneficios sacaremos.
- Creo que comienzo a entenderle, siga.
- En definitiva, mi agrupación se propone destruir el planeta para luego cobrar por recuperarlo. ¿Quiere comenzar a participar? En pocos años multiplicará todo lo que invierta y, por supuesto, se llevará un porcentaje por todo lo que contamine.
- Cuente con ello.
Los dos hombre sellaron el negocio con un apretón de manos, en pocos días comenzarían a trabajar en la estrategia a seguir.

Nacho Valdés

1 comentario:

raposu dijo...

El tratamiento literario de los malvados planetarios y sus tropelías globales, suele requerir de héroes universales que es de esperar que no tarden en aparecer.

Si no... estamos perdidos.