jueves, marzo 15, 2012

Vida de Suso (Cap. 1)

Ayer, mientras conducía adormilado por las carreteras circulares que limitan la ciudad, me adelantaron por la izquierda tres cisnes de color ceniza, hechos de cartón piedra, que iban camino del fuego de los próximos días. Fueron emergiendo por la ventana del coche como una gran ola oscura que logra cubrir el sol. Esa aparición logró despertarme y hacerme fijar la vista en los ojos de esos animales sin vida. No pude evitar que se me dibujara en la cara una especie de mueca, similar a una sonrisa pero sin conseguirla, al encontrar cierta concordancia entre nuestra historia y esos cisnes muertos. Subí el volumen de la radio, pise el acelerador y dejé a esos monstruos atrás. Y es que siempre que llegan fallas me acuerdo de ti. Apareces, como los fuegos artificiales que llueven sobre los edificios, iluminando parcialmente los rostros de la gente. Sin embargo, yo sé que después de todo ese espectáculo solo hay humo, pólvora y sobre todo silencio. La noche de fuego; inestable y tocando con el cielo sus dedos; ninguna otra noche del año te podría haber definido tan fielmente. Creo recordar que la última vez que nos vimos estábamos en la zona del puerto buscando un lugar tranquilo cerca de las dunas. Habíamos juntado un poco de leña, unas latas de cerveza y muchas ganas de estar solos pero no sé cómo fue que acabamos por pelearnos y tu dijiste algo parecido a lo que hace daño se queda grabado y lo demás no importa y te fuiste corriendo hacia el agua hasta perderte entre las luces de los barcos. Probablemente tendría que haber ido tras de ti pero tuve miedo y regresé a la ciudad. Mi memoria almacenó con brutal nitidez la noche de la cremá del 99 en la que, escondidos tras las cajas de cerveza y refrescos, hicimos el amor con el fuego a nuestro lado avivando el deseo compartido solo por nosotros. Presentí, en ese momento tan poderoso y feliz, el final de nuestro cuento y supe con una claridad aplastante que sería un mal final. Ha pasado ya tiempo, tal vez demasiado, y no quiero dar importancia a los detalles de nuestro amor pero lo cierto es que hoy, más de diez años después de nuestro incendio, me di cuenta de que, desde que no estamos juntos, no he vuelto a pasar unas Fallas en Valencia y de que mi relación con la ciudad cada día se parece más a lo que tu y yo compartimos: un lago privado que se quedó sin agua pero donde todo el mundo todavía regresa a bañarse en verano. Mañana todo vuelve a empezar otra vez y me pregunto, mientras junto todo lo que se rompió, si todavía tendrás esas fechas marcadas en tu calendario en las que ardimos más de lo que lo harán esos tres tristes cisnes de ceniza que esta mañana me hicieron pensar en ti.

2 comentarios:

nacho dijo...

Un poco de lírica entre tanta barbarie... ¡genial!

Me gustado mucho, a ver qué pasa en próximas entregas.

Abrazos.

Anónimo dijo...

¡Nueva sección¡ Que bueno...

Me ha encantado el texto.

Enhorabuena. Ahora a saber más de Suso

Silvia