viernes, marzo 09, 2012

Las Partes Secretas (Vol. 10) FIN

En este último punto del viaje ha llegado el momento de desprenderme de mí. Llegó la hora de quitarse el abrigo y colocarlo en la percha de la casa de uno mismo, la que habitan mis pies cada día y donde guardo el corazón. Allí donde tengo un árbol con dos frutos que no paran de crecer; invaden mi espacio y me someten. Cuando ellos enferman, yo me descalabro. Cuando ellos miran, yo veo el futuro reflejado en sus ojos. ¿Quién me iba decir podía querer algo de una forma tan intensa y atemporal? Jamás sospeché que nada de eso viviese en mí y ahora entiendo que nunca en mi vida he sido tan feliz como lo soy hoy. Ni siquiera cuando buscaba el aire en las calles, las faldas de las musas o los sonidos que las ondas traían me sentí tan seguro de querer vivir, de seguir adelante. Me faltaba una ilusión y un buen día abrí los ojos y me encontré con dos donde antes solo había tiempo y espacio. Desde que estáis aquí descubrí un sentimiento como la compasión que es la isla más alejada del egoísmo y, en días como hoy en los que sufrís, deseo ponerme en vuestro lugar y soportar vuestras penas por pequeñas que estas sean. Es por eso que renuncio al pasado con nostalgia; vuelvo a repartir las cartas pues sé que en esta ocasión la mano será buena y no podré perder. Mi mundo está ahora pintado con pequeñas huellas que me guían y modelan. Pisadas que abren caminos hasta ahora cerrados (algunos por derribo) y que me esperan con los brazos dispuestos a soportar mi peso. Cuando llega la mañana sé que no me hace falta abrir las ventanas para ver el sol, sé dónde tengo que mirar para tener luz y calor. Sin embargo, por otro lado, el riesgo de quiebra es ahora mayor. Mis dos victorias me han hecho doblemente vulnerable. A veces sueño que mis frutos se secan, que la primavera no acaba de llegar y que el árbol ya no florece. Me hundo en esa posibilidad remota de quedarme solo y sufro en un medida igual a la que quiero. Es entonces cuando me llegan sus voces y yo corro hacia ellos a punto de llorar y seguro de ganar de nuevo. Bajamos juntos el río, en una misma balsa de madera construída para nuestro viaje. Y todo lo demás no nos importa: ni lo lunes, ni el frío, ni la pena, ni el tiempo, ni el cansancio, ni los silencios… Mi mundo es pequeño pero mi vida cada día es más grande.

4 comentarios:

Muchacho_Electrico dijo...

Se me estremece la piel al leer tus escritos. Marc y Sara deberían leerlos algún día. Yo tambien soy feliz, incluso sufriendo la edad del pavo de tu sobrino.

Nacho dijo...

Magnífico colofón para las partes secretas, estoy a la espera de la nueva sección...

Abrazos emotivos.

Anónimo dijo...

Ohhh qué quiere decir lo de "fin"? ¿Acaso se acaba la sección?

Por cierto, tu bello y emocional escrito lo guardaré bajo llave pues en tres meses( si todo va bien) seré mamá de una niña.

Ya me darás consejos...

Besos

Silvia

Sergio dijo...

¡Ja¡ pues enhorabuena Silvia. Ya verás lo mucho que vas a disfrutar.