viernes, marzo 09, 2012

En el Backstage Vol. 33



El rock helado

La ola de frío que azotó España hace pocas semanas parece que ha dado los últimos coletazos y nos dejó, el pasado viernes día dos de marzo a la sala El loco, a los suecos Diamond Dogs. La banda, que parece ser que se había unido, separado y vuelto a unir nos trajo una buena dosis de rock clásico que provocó bailes sincopados, besos fugaces y mucha diversión. Los componentes de los Diamond Dogs cuentan con amplia experiencia y todos están metidos en proyectos paralelos entre los que se cuentan algunos trabajos de renombre. Se puede afirmar que todos los asistentes al show que trajeron estos tipos desde tierras nórdicas pasaron un buen rato sin más pretensiones que las de escuchar buena música y divertirse un poco.
En un principio la cosa pintaba extraña cuando nos dimos de bruces con un grupo variopinto, de edad más que avanzada, con sus caras pálidas y sus ropas estrafalarias. Todo auguraba que se trataría de una noche extraña en la que difícilmente podría ubicarse un cálido público latino pero, sin embargo, esos señores que estaban subidos en el escenario conocían el idioma universal de la música y sabían qué resortes tocar para levantar y calentar a los asistentes. El grupo estaba conformado por seis integrantes que abarcaban teclados, guitarra, percusión, saxo, bajo y voz; vamos, lo que viene siendo una formación clásica. Todos estaban acompasados y unidos por la experiencia que dan los años, la carretera y los innumerables conciertos que llevan a sus espaldas. El caso es que la cosa comenzó tibia pero, poco a poco, se fue calentando y el front-man y cantante dio buena cuenta de los temas que acometía. Con un estilo más que cercano a Rod Stewart en cuanto a la estética y voz que, por otro lado, también recordaba a Carlos Tarque, impresionó con su potencia vocal, poses y demás artificios que acompañan a un buen espectáculo roquero. Sulo, que así se llama, hizo gestos, caras y poses interpretando con pasión sus temas. Entre los destacados también se encontraba el guitarra que hizo gala en varias ocasiones de su virtuosismo y llevó el peso del grupo pues no contaba con ninguna guitarra rítmica que le acompañase, él solo fue capaz de hacerse cargo de todas las guitarras sin errar una nota. Una maravilla que en algunos puntos recordaba al estilo clásico de Chuck Berry. Paradigmático fue también el caso del teclista que, enorme como un oso polar, llevaba la batuta de la actuación y hacía unos coros cavernosos realmente curiosos. El resto de la banda, sin tanto protagonismo, siguió el ritmo que se marcaba en la actuación sin cometer errores y ejecutando cada uno de los temas con precisión. Por momentos recordaban a The Faces, otras veces a los Black Crowes pero siempre con su toque sueco que los hacía un poquito diferentes aunque sin salirse del trillado camino del hard-rock.
El show, como ya he comentado, fue de menos a más. Comenzó con un par de hits que calentaron el ambiente, pasamos después por unos momentos delicados para, por último acabar rindiéndonos a los suecos. Destacó, hacia el final de la actuación, la parte folk que acometieron correspondiente a uno de los últimos discos. El grupo, sin ser tremendamente original, cuenta con composiciones propias y conocen con precisión las técnicas roqueras que todos esperábamos. Por lo tanto, fue una actuación más que notable que nos hizo bailar y disfrutar de la noche. Como no podía ser de otra manera, también tuvo sus momentos cómicos como cuando el cantante Sulo se cambió varias veces de ropa y apareció con su barriguita y su pantalón prieto; totalmente hilarante. También hubo espacio para el homenaje y el recuerdo cuando el baterista se hizo cargo de la guitarra y, mientras el grupo tomaba aire, se encargó de acometer una versión con tempo lento de Diamond Dogs de David Bowie. Al final, estuvieron más de dos horas sobre el escenario, ofrecieron un gran recital y todavía tuvieron tiempo para compartir unas copas y un poco de conversación con el público que había asistido a su concierto. Después, supongo que cargarían su furgoneta y a otra ciudad, puro rock de salas pequeñas donde cada noche es diferente y el éxito nunca está garantizado. En definitiva, la sala El Loco de Valencia tuvo ocasión de recibir a unos artesanos de un rock and roll clásico y más que recomendable.

Nacho Valdés

3 comentarios:

Muchacho_Electrico dijo...

Gran Backstage, no se te ha olvidado ningún "detalle" de lo que pasó la noche del viernes.

Besos Eléctricos

Sergio dijo...

¡Insidia¡ Cuando es Bunbury el que hace "... impresiona con su potencia vocal, poses y demás artificios que acompañan a un buen espectáculo roquero.." no dices lo mismo....

Insidia

laura dijo...

Fue una gran noche y un gran concierto! Hacía semanas que no me divertía tanto!
La crónica me ha encantado, cariño.
Un beso.
Laura.