martes, marzo 20, 2012

En el ángulo muerto Vol. 139



Juicio a la historia

El ser humano es eminentemente histórico, se desarrolla a través del devenir temporal y va configurándose a través del paso de los años por medio del testimonio de la historiografía. Esta disciplina, que intenta alcanzar estatus de objetividad, desde una explicación reduccionista, no es más que la voz de aquellos que se impusieron o que vivieron los acontecimientos desde la lejanía de un presente posterior. Es decir, el relato histórico va creciendo en virtud de aquellos que tienen la posibilidad de hablar puesto que, como todo el mundo sabe, los muertos no hablan. Así, a sabiendas de que el desarrollo cultural humano se fundamenta principalmente en la violencia y los movimientos convulsos, solo quedarán para dar fe de lo que ha sucedido aquellos que han sobrevivido o que son afines al movimiento social que se hubiese impuesto al anterior; sea, por supuesto, del signo que sea.
De esta manera, queda patente que la historia se edifica sobre el silencio de los que no tienen la posibilidad de hablar o que les han robado la voz. Es una evidencia el que la subjetividad tiñe toda narración independientemente de los aires positivistas con los que se quiera velar; la historia, como no podía ser de otra manera, resulta también afectada por este fenómeno y resulta palpable que es un artículo realizado por los vencedores. Walter Benjamin ya dio cuenta de este fenómeno y en sus Tesis sobre la historia ya trató esta problemática que intentó paliar con su negativa a huir de la Alemania nacionalsocialista, lo que quería era una testimonio fehaciente que diese cuenta de la barbaría que muy poéticamente calificó de medianoche en la historia. Por supuesto, la ascendencia judía de Benjamin le obligó a salir del país y se vio forzado a suicidarse cuando cruzaba los Pirineos al ser denunciado cuando intentaba entrar en España. Aún con todo, dejó un testimonio único del fenómeno totalitarista que estaba fraguándose en Europa. La suerte que tuvo, en relación a su trabajo, es que los nazis no consiguieron vencer y fueron derrotados dejando paso a voces discordantes que habían sido silenciadas hasta ese momento. Si no se hubiese desencadenado este final tengo la certeza de que Walter Benjamin hubiese quedado sumido en el olvido y su recuerdo no pasaría de la de un cuerpo más en una fosa sin identificar en una pequeña zona rural de alta montaña. Por lo tanto, queda claro, por lo menos desde mi punto de vista, que la historia no es más que la creación partidista que realizan aquellos que manejan los resortes del poder. Por lo menos en un primer momento pues, con posterioridad, los estudios historiográficos pueden realizar sus sesudos estudios apoyados por el legado de lo que dejaron los antiguos protagonistas del proceso histórico.
Para el estudio histórico se utilizan, como acabo de comentar, los vestigios de aquellos que estuvieron antes en el mundo. Es decir, la producción material y textual realizada por el ser humano. Lo mismo se puede utilizar un edificio monumental que una carta manuscrita, que una cuchara de madera que haya sido usada para servirse el alimento. Todos los objetos acaban empapados de la presencia de aquel que los creó, empuñó o utilizó y sirven para que las generaciones posteriores se hagan una idea de cómo era la vida antes de que ellos viniesen al mundo. Además, esto nos permite crear una visión crítica sobre los tiempos pretéritos que hace que consigamos una mejora del presente pues la vuelta sobre lo anterior es lo que nos permite la reconducción de los acontecimientos contemporáneos. O, por lo menos, es lo que debiera esperarse de un estudio que nos mostrase los elementos negativos y positivos que hemos superado.
Hablando del testimonio de los objetos y producciones humanas, que sirven en gran medida para la creación de la historia sobre la que crecer socialmente, considero que nada más elocuente que el testimonio directo de los propios sujetos protagonistas. Esto, por supuesto, resulta extremadamente complicado cuando han pasado decenas de años y no quedan prácticamente supervivientes que hayan sido testigos directos de la situación que se intenta estudiar. Sin embargo, creo que en algunos casos el sonido sordo que nos devuelve la imagen de cuerpos amontonados, atados, con un tiro en la cabeza y enterrados en una fosa común en el arcén de la carretera es la mejor evidencia de aquello que no debe repetirse.
El pasado no debe enterrarse, debe volver a la vida para restituir la humillación de los vencidos. Es necesario el trabajo sobre la memoria histórica para evitar nuestra inhabilitación presente.

Nacho Valdés

5 comentarios:

raposu dijo...

¿Lunes reflexivo?

La historia y su ciencia asociada también están afectadas por una especie de variante del principio antrópico: "vemos el universo en la forma que es porque nosotros existimos"...

Esta semana igual pierdes algún lector.

Muchacho_Electrico dijo...

Ufff¡¡¡

Anónimo dijo...

Ufff¡¡¡x2

Silvia

Sergio dijo...

Una reflexión sopesada y madura. Es cierto que quizá algo densa pero así es la valentía.

!!!!Bravo Valdés¡¡¡¡ Eres de los que se posiciona y eso siempre es de aplaudir.

Saludosss

laura dijo...

A mí me parece una reflexión muy necesaria y estoy totalmente de acuerdo con lo que escribes.
Un besazo.
Laura.