lunes, marzo 05, 2012

En el ángulo muerto Vol. 137



A la deriva

El final del verano se convirtió en una tremenda cuesta arriba con la que Rafael tuvo que lidiar. Incluso, en vistas del control al que estaba siendo sometido, decidió estudiar para intentar solucionar su situación académica y así conseguir algo de crédito ante sus padres. Se afanaba en los ejercicios que le encomendaban y, puesto que eran realmente sencillos para su verdadera capacidad, no tuvo demasiados problemas para superar el exiguo nivel de exigencia que le habían endosado. Aún así, no tenía margen para nada y, por supuesto, la lectura que tanto amaba había sido desterrada de su vida. Todos los libros que había en su habitación habían desaparecido por obra de su madre y, únicamente, había logrado salvar Fiesta de su referente literario americano. Por las noches, cuando se suponía que dormía encendía una pequeña luz en su mesita y se sumergía en una lectura pausada que le permitía dosificar la obra de que disponía.
Para realizar el camino diario a la academia su madre se había tomado la molestia de acompañarle, así se aseguraba de que no se relacionase con el sin techo que vivía entre libros y volúmenes de toda clase. A pesar de sus reticencias, debían atravesar el pasadizo y siempre echaban un vistazo al doble de Hemingway que cada día mostraba peor aspecto. Se encontraba tumbado a la entrada de su madriguera de papel y prácticamente no se movía, se había abandonado y dejaba que el tiempo transcurriese tranquilamente mientras iba perdiendo peso y se alejaba del enorme arquetipo que había supuesto hasta ese momento. Rafael estaba tremendamente abochornado por no poner acercarse para comprobar qué era lo que le sucedía, se sentía cercano a ese hombre con el que había compartido espacio y lecturas. Casi todos los días estaba tumbado sin nada que hacer y con la mirada perdida, ni siquiera respondía al leve movimiento de cabeza que Rafael hacía disimuladamente para saludarle.
Estaba realmente preocupado y solo le daba vueltas a lo que podría haberle sucedido a su antiguo compañero de lecturas. Intentó todo lo que estaba en su mano para conseguir ir a preguntarle, para acercarse e interesarse por él pero resultó imposible. Su madre estaba realmente disgustada y no le dejaba salir solo a la calle, se había hecho la idea de que la mendicidad era alguna especie de enfermedad que podría transmitirse por cercanía. Rafael intentó todo tipo de tretas e incluso le contó su pesar pero ni aún así aflojaron la correa que le habían encorsetado; tenía claro que la única solución que podría resultar era la de plegarse a los deseos de su familia y estudiar para desembarazarse lo antes posible de la vigilancia a la que estaba siendo sometido.
De esta forma mejoró su rendimiento ostensiblemente, se encerraba en su cuarto durante las horas de la tarde e intentaba sacar adelante todos los contenidos atrasados que había ido acumulando durante el curso. Agosto se había convertido en un mes infernal, el calor era abrasador e iban a pasarlo en la ciudad debido a que tenía que estudiar para la convocatoria de septiembre. A los problemas que tenía se había añadido el rencor sordo que flotaba en el ambiente y que suponían una acusación velada por la ausencia de vacaciones de la familia. Rafael apretó los dientes, era conocer de que la única salida era hacia adelante, hacia el camino que le habían marcado desde fuera para que alcanzase una supuesta felicidad.
El final de verano transcurrió con enorme lentitud pero, por fin, tras el esfuerzo llegó la fecha de los exámenes. No se encontraba nervioso pues estaba seguro de sus conocimientos y no tenía ningún interés en superar esas pruebas, resultaba algo secundario y superficial que le permitiría alcanzar el fin que se había propuesto. Además, puesto que había desarrollado una especial empatía hacia el tipo del pasadizo creía saber qué era lo que le había sucedido, lo que le había hecho caer en ese precipicio de degradación física que parecía estar llevándole a la desaparición. Por supuesto superó las pruebas para gran sorpresa de todo el mundo, nadie esperaba un éxito tan rotundo e indiscutible y eso hizo que recuperase sus privilegios. Por supuesto, lo primero que recuperó fue la posibilidad de leer lo que le viniese en gana y, en segundo lugar, la capacidad para moverse a su antojo lejos de la compañía materna.

Nacho Valdés

9 comentarios:

Sergio dijo...

Estoy con los padres. Ya va siendo hora de madurar un poquito y dejar de pensar siempre en uno mismo. ¡A la hoguera con él¡

raposu dijo...

La vieja estrategia de hacer lo que a uno le dicen para ver si le dejan en paz... No funciona, siempre quieren más.

Muchacho_Electrico dijo...

Tal y como veo la situación,Rafael acabará cogiendo una katana y matando a sus padres mientras duermen. Posteriormente echará la culpa al vagabundo que incapaz de defenderse acabará con sus huesos en una fría celda de una prisión de máxima seguridad.

laura dijo...

Cariño, yo estoy super intrigada por la historia del sin techo, ¿lavas a desvelar?
Un besazo.
Laura.

Sergio dijo...

"lavas a desvelar" es un concepto enigmático...

Muchacho_Electrico dijo...

desvelar estaba sucio???

laura dijo...

Mierda!!!!!Siempre me pasa lo mismo...

Sergio dijo...

No te preocupes. Todo viene de la influencia negativa de Nacho en ti.

Muchacho_Electrico dijo...

Pienso lo mismo que my brother, esos trastornos en el lenguaje escrito tiene la marca Valdés Jr. Dile que los doctores Chango y Eléctrico le recomiendan que escuche mas a Jorge Drexler.